Nagasaki, la otra ciudad víctima de la bomba atómica a la sombra de Hiroshima

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Marta O. Craviotto

Nagasaki conmemora este miércoles el 72 aniversario del lanzamiento de la bomba atómica sobre la ciudad, momento que aprovecha para reclamar mayor visibilidad y salir así de la sombra de la también bombardeada y mucho más reconocida Hiroshima.

Situada en el extremo más meridional del archipiélago nipón -a casi 1.300 kilómetros de Tokio-, Nagasaki queda fuera de la principal ruta turística, y deja a Hiroshima la responsabilidad de informar a los visitantes extranjeros sobre los bombardeos que borraron a ambas del mapa en agosto de 1945.

"Para tener una comprensión total de lo que ocurrió en Nagasaki, es necesario visitar la ciudad", explica a Efe Tomihisa Taue, alcalde de la localidad nipona.

Taue reconoce que el tamaño de las ciudades, su topografía y el alcance de daños -140.000 fallecidos en Hiroshima hasta finales de ese año frente a los 74.000 en Nagasaki- son diferentes, pero reafirma el importante papel que juega su ciudad.

"Aunque Hiroshima es el primer lugar del mundo en recibir una bomba atómica, Nagasaki representa la esperanza de que sea el último lugar en recibir una bomba atómica, y eso es lo más importante", asegura.

Recuperar ahora el nombre de Nagasaki es vital para los supervivientes de la bomba, que reclaman no ser olvidados.

"Lo que ocurrió está empezando a desaparecer de la memoria de la gente", lamenta Minoru Moriuchi, vicepresidente del Consejo de Supervivientes de la Bomba Atómica de Nagasaki, y afectado por el bombardeo cuando tenía apenas 8 años.

Estados Unidos lanzó el primer ataque nuclear de la historia sobre la ciudad de Hiroshima el 6 de agosto de 1945, y tres días después lanzó una segunda bomba atómica sobre Nagasaki, lo que condujo a la capitulación de Japón el 15 de agosto y puso fin a la II Guerra Mundial.

El pasado año, la histórica visita a Hiroshima del entonces presidente estadounidense Barack Obama volvió a arrojar luz sobre la gravedad de los bombardeos nucleares, aunque dejó descontentos a los supervivientes de Nagasaki.

"Fue un buen precedente que Obama visitara Japón, pero ¿por qué no pudo visitar Nagasaki?", lamenta Moriuchi.

"Está claro que me habría gustado que (Obama) visitara Nagasaki, (...) su mensaje se habría reforzado si lo hubiera hecho", afirma por su parte Toue, quien dice no haber perdido la esperanza de que otros líderes mundiales -entre ellos el actual presidente estadounidense, Donald Trump- visiten la ciudad en el futuro.

Pese a ocupar este lugar de desventaja con respecto a Hiroshima, Nagasaki también pone todos sus esfuerzos en que la tragedia nuclear no se olvide.

Un reloj con las manecillas paradas a las 11:02 -la hora exacta en que cayó la bomba- conduce a la entrada al Museo de la Bomba Atómica de Nagasaki, que reúne objetos encontrados entre los escombros de la devastada ciudad.

Una fiambrera con arroz completamente calcinada, perteneciente a una niña de 14 años, un casco con restos de cráneo incrustado o ropa hecha jirones son algunos de los impactantes elementos que componen la exhibición, y que buscan hacer reflexionar a los visitantes sobre la destrucción causada por las armas nucleares.

"Prefiero este museo (al de Hiroshima), enseña más claramente todo lo que pasó aquí", cuenta a Efe Benedikt Pilz, estudiante austríaco de 18 años.

Las cifras de turistas que visitan los museos de ambas ciudades, sin embargo, muestran la preferencia por el Museo Memorial de la Paz de Hiroshima: 1,7 millones de personas pasaron por él en 2016, un millón más de las que visitaron el de Nagasaki.

Por su parte, el Centro de Investigación para la Abolición de las Armas Nucleares (RECNA), establecido en la Universidad de Nagasaki, se encarga también de informar y concienciar sobre la necesidad de abolir el uso de armas nucleares.

Con el mismo objetivo, estudiantes de esta universidad realizan conferencias por todo el mundo, una iniciativa que ya los ha llevado a numerosos colegios de Japón, a Viena e incluso a la sede de la ONU en Nueva York.

"Ya que estamos en Nagasaki, tenemos la responsabilidad de plantear propuestas" para acabar con las armas nucleares, explica a Efe el director del centro, Tatsujiro Suzuki.

Nagasaki, una ciudad que se abrió al mundo hace justo 450 años con la inauguración de su puerto, busca volver a poner su nombre en el mapa, y con ello, reafirmar la confianza en que será el último lugar del planeta en recibir una bomba atómica.