El rap entra en las aulas

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / OLOT

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“Tú empieza con 'es insoportable' y tú prueba con 'estoy cansada', a ver qué os sale”. Pau Llonch, 35 años, cantante del grupo At Versaris, miembro de la PAH de Sabadell y activista en distintos frentes, se mueve arriba y abajo por el aula de música del instituto de secundaria La Garrotxa, en Olot. No para. Una quincena de adolescentes de cuarto de ESO -de entre 15 y 16 años- trabajan concentrados en la composición de unas estrofas, mientras Llonch se balancea, agita los brazos, atiende preguntas y de vez en cuando lanza instrucciones casi a gritos, para que su voz se escuche nítida sobre la cadencia musical que suena de manera repetitiva desde un altavoz. “Bombo, caja, bombo, caja... Id tomando el ritmo”, les anima.

¿Con qué rima insoportable? Rima con amable, con saludable y con rentable, pero también con insostenible y con horrible. “O puedes jugar con un silencio”, sugiere el músico. “¿Y cómo se dice traje en catalán?”, interrumpe uno de los de la última fila. Bombo, caja, bombo, caja...

Llonch lleva ya unos años visitando institutos, centros cívicos, bibliotecas y otros lugares de encuentro de jóvenes, donde organiza un taller de rap, un lenguaje musical que está entrando con fuerza en las aulas, como herramienta para el aprendizaje de lenguas, música y valores. Este viernes, siete de abril, los alumnos están trabajando en una actividad de sensibilización contra el racismo, el fascismo y otras intolerancias del mundo actual.

El rap y esta escuela innovadora que se está desplegando a gran velocidad por toda Catalunya son una pareja de baile casi perfecta. “Los alumnos se implican, hasta los que suelen ser menos activos en clase, porque lo ven como algo próximo, algo que les permite hablar de los temas que les importan e interesan de una manera para ellos natural”, reflexiona Cristina Aliagas, profesora de Educación y Sociolingüística en la Universitat Pompeu Fabra (UPF) e investigadora sobre la integración del rap en la escuela.

¿Y qué aprenden? “Aquí es algo todavía muy nuevo y el rap suele abordarse en las clases de Música y muy puntualmente en las de Lengua. Pero en Estados Unidos se está usando como recurso para analizar textos y para introducir contenidos que pueden ir desde la Historia hasta las Matemáticas”, explica Aliagas. “La flexibilidad que tiene en la forma (el ritmo) hace que el contenido (las letras) tome protagonismo”, prosigue.

EXPRESIÓN ESCRITA Y RECURSOS LINGÜÍSTICOS

Además, “al tratarse de una situación de escritura atípica, con un carácter híbrido entre lo formal y lo informal, el rap contribuye a que los jóvenes desarrollen habilidades de expresión escrita y aumenta sus recursos lingüísticos”, agrega Aliagas, que ha llevado a cabo su investigación de campo en el instituto Lluís de Peguera de Manresa, un centro de alta diversidad cultural y lingüística entre los alumnos. “Y al ser crítico en esencia, también es un vehículo para generar debates, analizar valores... Porque no plantea la queja por la queja”, señala la investigadora, que cuenta con financiación del programa Juan de la Cierva.

Habla sincopada, movimientos de brazos y manos, letras atrevidas “en las que a veces aprovechan para decirse cosas entre ellos y a los adultos”. Todo ello hace del rap un recurso atractivo para unos alumnos, adolescentes de secundaria, que no siempre aceptan de buen grado lo que un profesor les propone en clase. “Es también una herramienta de integración: a los alumnos extranjeros que todavía no dominan el idioma (catalán o castellano) les hace más accesible la lengua autóctona, porque aquí no importa ser correcto en la gramática y en el vocabulario, sino que lo que interesa es comunicarse”, indica Aliagas.

OTRAS EXPERIENCIAS

Pero el rap no solo lo trabajan los estudiantes de origen inmigrante o los de barrios desfavorecidos que precisan de estímulos cercanos. Manel, que tiene 12 años y va a un colegio de los Jesuitas, dedicó el pasado marzo unas cuantas sesiones de clase al rap. “Fue en un proyecto sobre valores y a mi grupo le tocó tratar sobre el 'bullying'”, explica. “Cada uno de nosotros montó una estrofa y, luego, todos juntos interpretamos el tema delante de la clase”, cuenta.

También lo ha hecho Martí, que acaba de cumplir 15 y que en su colegio (un concertado, en este caso laico) han compuesto, interpretado, grabado y colgado en Youtube otro rap sobre la tolerancia y contra el acoso. El proyecto lo han llevado a cabo junto con los alumnos de un centro de educación especial que hay cerca de su escuela. En el instituto público Quatre Cantons de Barcelona, alumnos de segundo de ESO han trabajado, con su profesor Óscar Altide, un rap contra la violencia machista. En su caso, la tarea consistió en aplicar un texto sobre un ritmo corporal que previamente habían acordado.

“No tenéis por qué buscar siempre rimas consonantes... ¿Sabéis qué son, verdad?”, clama Pau Llonch en su aula del instituto La Garrotxa. “Podéis jugar también con las rimas asonantes, con la paranomasia o con la aliteración”, propone, antes de ponerse a explicar qué significa cada una de estas figuras literarias. Al ritmo (o 'beat') del bombo y de la caja, los chavales sacan los dedos y empiezan a contar sílabas.