ELECTRICIDAD A PRECIO DE ORO

Imposible bajar de los cien euros por recibo

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DAVID GARCÍA MATEU / BARCELONA

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La factura eléctrica tiene para las economías familiares más sombras que luces. Cada vez más hogares hacen virguerías para poder reducir el consumo. El importe de las facturas no solo es una pesada carga que afecta a las familias con menos recursos; el coste resulta igualmente elevado para los hogares de clase media. “En mi casa trabajamos mi marido y yo y cada vez se nos hace más cuesta arriba el pago del recibo” apunta Carme G., una administrativa de 49 años, que reside en el distrito de Sant Martí. “Me pongo de los nervios cada vez que en casa veo la luz encendida en una habitación en la que no hay nadie y, pese a ello, cada día pago más dinero”, afirma.

Su compañera de trabajo Marta F., comparte su discurso porque ya  hace tiempo que se apretó el cinturón eléctrico. La lavadora en su casa trabaja días contados y solo “por la noche, pero en horas que no molesto a los vecinos”, puntualiza. Antes se permitía el pequeño lujo de seleccionar mucho las prendas a lavar: por colores o por tejidos… “Ahora solo distingo ropa blanca o de color, pero siempre con la lavadora repleta”, explica. Pese a ello, la factura que paga por la luz va en aumento. “Parece que todo el año sea invierno porque los importes en los meses más cálidos, igualmente son exagerados”.

UN HACHAZO A LA CUENTA CORRIENTE

Resulta cada vez más difícil encontrar a una familia de la clase media, en el término más tradicional. El ascensor social al que muchos querían subir con la idílica imagen de ambos padres con trabajos estables e hijos estudiando o trabajando, ya no es tan sencillo de hallar. O por lo menos, ya no son mayoría. La familia López podría haber presentado una estampa semejante a la antes descrita, pero la supuesta recuperación económica dejó hace un mes a Antoni López sin trabajo. Precisamente en el sector turístico, al que siempre se había dedicado. Quien no les ha abandonado es el recibo de la luz, que cada vez acapara más ingresos de su cuenta corriente.

“Las luces siempre las estamos cerrando: todas”, explica la hija mayor de la familia, Raquel López. Si antes la factura no era algo tan trascendental como ahora, la educación energética la tienen interiorizada desde hace años. Si hay alguna luz que se pueda apagar, se apaga, “pero luego fabrican todos estos aparatos que siempre se quedan en ‘standby’ y que igualmente consumen”, puntualiza Antoni. Ordenadores encendidos para no ponerlos en marcha a cada momento, cargadores de móvil que pasan horas enchufados o el simple reloj del microondas hacen correr el contador. “Tonterías que igual a lo largo del año suman por ellas mismas 20 pavos”, sintetiza. Y en verano siempre atentos al mando del aire acondicionado: “Si nos despistamos nos pegan un buen hachazo en la cuenta corriente”, resalta Antoni, a pesar de tenerlo configurado a 24ºC.

NI CON LEDS BAJAN DE LOS CIEN EUROS

“Antes teníamos unas facturas que subían unos 70 u 80 euros; luego trepó hasta los 90 euros y ahora de los 100 no baja”, enfatiza Antoni. La organización Facua-Consumidores en acción ya denunció días atrás que la luz se ha encarecido un 24,6% en los últimos seis meses. Un dato que, al conocerlo, los López se olvidan automáticamente de volver a bajar de la línea psicológica de los cien euros de consumo. O mejor dicho “de gasto, porque dudo mucho que consumamos ahora más que antes; es un abuso como lo es todo en este país; nos cobran las primeras necesidades a precio de oro”, comentan indignados alrededor de la mesa.

Los intentos por evitar excesos los han aplicado incluso en los electrodomésticos de la casa con aparatos de eficiencia energética. “Hemos puesto lámparas de leds porque dicen que no consumen prácticamente nada”, recuerda que le explicaron a Antoni en la tienda. Ahora tiene este tipo de iluminación en el pasillo, las habitaciones, la cocina y el lavabo, pero aun así: “No hay manera de bajar de los 100 euros mensuales”, concluye.