Mataró conecta dos playas con el 112

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RAFAEL MORALES / BARCELONA

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"Cuando hay bandera amarilla trabajamos el doble", explica Xavier Escámez, uno de los socorristas de la Creu Roja que este fin de semana ha empezado a vigilar las playas de Mataró (Maresme). "Un placer", remata la frase este joven de 22 años que se intenta ganar la vida como auxiliar de enfermería, completa su sueldo con el socorrismo, su auténtica pasión, y prepara oposiciones para bombero, porque en el Maresme no ocurre como en las islas Canarias, donde los socorristas trabajan todo el año.

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Las playas de Mataró son las primeras en las que Creu Roja de Catalunya empieza a trabajar esta temporada. De momento, solo vigilarán los fines de semana y los festivos en Sant SimóVarador Callau, hasta que el 18 de junio empiece la temporada alta. A partir de ese día la vigilancia se extenderá a todos los días de la semana y a Ponent y Pekín, las dos pequeñas playas del sur de la capital del Maresme. Como en la mayoría de municipios turísticos del litoral catalán, en septiembre la vigilancia volverá a centrarse en los fines de semana hasta que a mediados de mes se ponga fin al periodo de vigilancia.

CONEXIÓN CON EL 112

Una de las novedades de este año en Mataró son los dos pulsadores de emergencia que se han instalado en las playas Sant Simó y Ponent. "Pulsando un botón se puede llamar de forma automática al número 112 del teléfono de emergencias y comunicar cualquier incidencia", explica Daniel Díaz, responsable de playa de Creu Roja de Mataró.

"Rescates se hacen pocos, esto no es como 'Los vigilantes de la playa’, lo más habitual es el trabajo preventivo, adelantarte a los riesgos e informar a los protagonistas", aclara Escámez, que forma parte del equipo de siete socorristas, un patrón de embarcación y un jefe de instalación que se ha puesto en marcha este fin de semana. A mediados de junio será reforzado con tres socorristas y otro patrón que permitirán tener disponibles una embarcación y una moto de agua.

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Escámez insiste en que sus "actuaciones dentro del mar son muy pocas", y que hablar con la gente para informar de los riesgos o responder preguntas es lo más habitual. "Si vemos riesgo alto en alguna actividad, intentamos cortarla; si algunos niños se están acercando a un espigón, les avisamos del peligro; y si alguien intenta ponerse a pescar a las cuatro de la tarde le decimos que está prohibido, y que si lanza el anzuelo podría hacer daño a algún bañista", insiste este joven aspirante a bombero.

PASIÓN DE VIGILANTES

Confiesa sin embargo que en su primera intervención de gravedad consiguió remontar a una persona mayor que había sufrido una parada cardiorrespiratoria. Explica que "al principio te quedas parado, pero no tardas en reaccionar porque te das cuenta de que eres el primero en intervenir, que no puedes avisar a nadie para que lo haga y que tienes que hacerlo con rapidez". Su compañera, Paula González, de 24 años, explica que "cuando ocurre algo así, sabes lo que hay que hacer y no le das más vueltas". "Parece como si te administraran una dosis de adrenalina que te hace actuar a tope".

Tanto González como Escámez comparten la misma pasión por el socorrismo. "Es un trabajo muy gratificante, la prueba es que repito cada año, y cuando parece que lo sé todo, siempre aprendo algo nuevo", destaca una de las socorristas más veteranas en las playas de Mataró, ya que también empezó con 18 años. "Me gusta sentirme útil para unas personas que están pasando un buen rato y tú estás allí para ayudarlas si es necesario. Es como ser invisible, pero estar preparada por si hace falta", describe esta futura licenciada en Fisioterapia.

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