Devoción, negocio y solidaridad

SEMANA SANTA SEVILLA

SEMANA SANTA SEVILLA / periodico

JULIA CAMACHO / SEVILLA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La Semana Santa sevillana trasciende la frontera de lo meramente religioso o cultural para convertirse en un potente negocio de masas que llena la ciudad y que en el 2015 dejó 280 millones de euros, el 1,26 por ciento del PIB local y que revierte con creces la inversión municipal de 8,5 millones de euros en seguridad, limpieza o infraestructuras. Más allá de las cifras económicas es también llamativo el impacto social de las cofradías, un fenómeno transversal a ideologías y clases sociales que suma adeptos y tiene su mayor expresión en la labor asistencial que realizan en muchos barrios. 

La cita atrae cada año cerca de un millón de visitantes a la ciudad. La pasada Semana Santa la ocupación hotelera rondó el 87%, casi el 100% en los días grandes, mientras que el consumo en bares restaurantes y comercios volvió a cifras precrisis, con una media diaria de 230 euros de gasto por visitante. Cifras nada baladíes en una ciudad que vive fundamentalmente del tirón turístico y que tiene una alta tasa de paro.

EL RESTO DEL AÑO

A menor escala, la actividad continúa el resto del año, ya que son hasta 80 los negocios relacionados con la Semana Santa que mantienen actividad permanente y que dan empleo a casi 700 personas. En su mayoría vinculadas a los antiguos oficios gremiales, como orfebres, bordadores e imagineros, pero también nuevos comercios especializados y recorridos turísticos, según una tesis universitaria realizada en 2015 sobre el impacto comercial de la Semana Santa de Sevilla, firmada por Emilio Javier Ramírez.

Más allá de las cofradías de fama mundial, el fervor entre los sevillanos por las hermandades se rige no por el valor estético de las imágenes o su tirón mediático, sino por un sentido de pertenencia comunitaria. Un efecto acentuado en los últimos años por la labor social que realizan estas entidades. Las 60 hermandades sevillanas agrupan a casi 200.000 hermanos que pagan anualmente una cuota a la cofradía. De ellos, más 60.000 participan en el desfile procesional tras pagar unos 50 euros extra por ello (y entre 300 y 3.000 euros por la túnica). Un dinero que, junto a las cuotas anuales y las subvenciones que reciben del Consejo de Cofradías y Hermandades de Sevilla por el alquiler de sillas y palcos oficiales (menos de 3 millones de euros a repartir entre todas las cofradías), permite sufragar los casi 25.000 euros que cuesta poner una procesión en la calle tras pagar a las bandas de música, los costaleros si son profesionales, flores, velas, etc.

OBRA SOCIAL

Junto a esos ingresos están las donaciones que permiten mantener la obra social (asistencia a presos e inmigrantes, familias monoparentales, discapacitados, familias en situación de pobreza o vulnerabilidad, estudiantes sin recursos...). Cuando muchos de ellos ya no tienen a qué puerta llamar, las cofradías organizan la solidaridad vecinal, en ocasiones cubriendo esa ausencia de instituciones oficiales a la hora de repartir alimentos básicos o ropa. Por eso no es de extrañar que las familias hagan el esfuerzo y busquen la forma de poder lucir una túnica y el capirote de nazareno, y que el agradecimiento de los colectivos desfavorecidos sea devuelto en forma de voluntariado para nuevas actividades o mediante el multitudinario apoyo en los desfiles procesionales. Así ocurrió el sábado de Pasión con la salida de la Hermandad de los Dolores de Torreblanca, considerado uno de los barrios más pobres de España según el último estudio del INE. Acuciada por la necesidad de sus vecinos, este año la cofradía puso en marcha el “ensayo solidario”: los vecinos ponen comida sobre el paso para simular el peso de las imágenes, pero a más esfuerzo de los costaleros, más alimentos para el barrio.