CONCENTRACIÓN DE BURDELES JUNTO A LA FRONTERA

Reinventarse o cerrar

Compañeros y pareja 8 Riso y Méndez, en el Diamant, en Santa Llogaia d'Àlguema, el pasado miércoles.

Compañeros y pareja 8 Riso y Méndez, en el Diamant, en Santa Llogaia d'Àlguema, el pasado miércoles.

FERRAN COSCULLUELA / SANTA LLOGAIA D'ÀLGUEMA

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Reconvertirse o morir. Esa máxima tan extendida en el mundo de los negocios también se aplica en el sector de la prostitución. En el Alt Empordà, calificada por algunos alcaldes de la comarca como «el puticlub de Francia» debido a la proliferación de burdeles próximos a la frontera, las cosas también están cambiando desde la apertura del macroprostibulo Paradise, en La Jonquera, hace ahora cinco años.

En el 2010 había una docena de clubs en una veintena de kilómetros de la N-2 y la C-31, pero ahora algunos de ellos han tenido que cerrar y otros están en decadencia debido a la imposibilidad de competir con el Paradise, un supermercado del sexo de pago con más de 80 habitaciones y 150 chicas. En un radio de menos de tres kilómetros de este club hay otros tres grandes burdeles que, unidos, duplican esas cifras. Con esta gran concentración en el entorno de La Jonquera es natural que los pequeños prostíbulos hayan tenido que reinventarse para sobrevivir.

«Ahora a nadie se le ocurriría abrir un nuevo club en esta zona», reconoce Jordi Sabater, actual propietario del Diamant, un pequeño local de Santa Llogaia. En pocos años, ha pasado de ser un antiguo burdel a transformarse en un fallido club de intercambio de parejas («los clientes de aquí preferían irse a Barcelona, donde no les conocen», justifica) y que el próximo jueves abrirá sus puertas reconvertido en el primer local de prostitución para gais de la zona. «Analizamos todas las opciones y vimos que era la única viable, porque no hay ningún club de estas características y será uno de los pocos que hay en  España», afirma Sabater.

A primera vista, el interior del nuevo burdel no muestra diferencias con los prostíbulos de mujeres que abundan en el Alt Empordà. Al igual que ellos tiene una sala con barra de bar y un pequeño escenario para los 'shows'. Pero las diferencias están en los detalles, tres pequeñas habitaciones hacen de cuarto oscuro, sala de sadomasoquismo (con una cruz, arneses que cuelgan del techo y enormes consoladores que duelen con solo mirarlos) y de zona del agujero glorioso ('glory hole'), en la que se intercambian relaciones sexuales a través de unos orificios practicados en una pared. En el piso superior hay una decena de habitaciones, algunas de ellas de gran amplitud, como la de la cama redonda o la destinada a las orgías.

«Nosotros no entramos en el negocio de la prostitución. El club solo alquila habitaciones a los clientes y estamos al margen de los acuerdos económicos que establezcan entre ellos», dice uno de los encargados del Diamant. Una aclaración en la que coincide con José Moreno, el propietario del Paradise, que siempre la repite a los periodistas. Respecto al público, los responsables del prostíbulo gay esperan que sea mitad nacional y mitad francés, al contrario de lo que ocurre en los burdeles de prostitución femenina, donde abundan los visitantes del otro lado de la frontera.

Otra diferencia es que en este club los clientes ligarán entre ellos, aunque también contarán con otras opciones. Muchos de los artistas que actuarán en los 'shows' están abiertos al sexo de pago una vez acaban el espectáculo. Es el caso de Buster Sly, un estadounidense de 49 años con un cuerpo escultural. «Empecé en el cine porno hace cinco años. Después monté una pequeña empresa que pasó dificultades económicas y hace unos dos años decidí dedicarme a la prostitución», explica.

El viajado estríper asegura que el mundo de la prostitución masculina no acostumbra a estar controlado por mafias ni proxenetas. «Somos gente adulta que lo hacemos libremente y yo incluso tengo mi propio abogado», explica.

Sexo en vivo

Su caso no es el de la mayoría, ya que él es un prostituto de lujo con tarifas que pueden llegar a alcanzar los 250 euros por un servicio de una hora. Sly es un hombre cotizado y esforzado: una cláusula de su contrato establece que siempre debe acabar los espectáculos con una eyaculación.

Javi Méndez y Adam Riso, los nombres artísticos de dos jóvenes catalanes de 26 y 31 años especializados en sadomaso y bondage (ataduras), aseguran en cambio que ellos no se prostituyen, aunque proposiciones no les faltan. Empezaron con una webcam y después se pasaron al porno, en el que ya han rodado una docena de películas. Los jóvenes, que son pareja en la vida real, reconocen que se ganan bien la vida y afirman que no sienten celos cuando ven a su compañero con otro. «Si quieres a una persona, te gusta que esté bien y que disfrute. Eso sí, siempre y cuando lo haga delante de ti, porque si lo hiciera a mis espaldas rodarían cabezas», avisa Méndez.