RECOMENDACIONES DE BARCELONESES A TURISTAS

Ciudad de pueblos

Alba pérez destaca el carácter propio de los barrios, como Sarrià, que se adherieron a Barcelona

Alba Pérez, en la parroquia de Sant Vicenç de Sarrià.

Alba Pérez, en la parroquia de Sant Vicenç de Sarrià.

MARCOS GARCÍA

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Hace cien años, la iglesia de Sant Vicenç de Sarrià, no hubiera formado parte de una guía turística, alternativa o no, por el simple hecho de que Sarrià no pasó a formar parte de Barcelona hasta 1921. La iglesia de Sant Vicenç, con las plazas y las estrechas calles que la rodean, es el lugar que ha elegido Alba Pérez (maestra de 35 años, vecina de Sant Andreu de la Barca) para recomendarles a los visitantes que de verdad quieran conocer la ciudad. En parte, porque está vinculada a su adolescencia; en parte porque su entorno, lo que queda del pueblo de Sarrià, es un espléndido ejemplo de esa ciudad de pueblos que fue, y sigue siendo, Barcelona.

Alba habla y los recuerdos empiezan a fluir: a partir de los 15 años, cuando la dejaban salir sola del instituto, a menudo pasaba las horas con sus amigos en la calle dels Paletes, entre la parroquia y la plaza en la que se sitúa la actual casa de la Vila, el antiguo Ayuntamiento de cuando Sarrià no hubiese aparecido en las guías de Barcelona. "Este lugar me recuerda en parte a algunos de los rincones del barrio gótico, la arquitectura es similar, solamente que aquí todo es más tranquilo", dice.

El tiempo pasa, las calles cambian -antes Major de Sarrià la ocupaban los coches y ahora es peatonal, por ejemplo- pero la esencia se mantiene. "El ambiente de pueblo que todavía se respira por aquí se ha perdido en zonas como Pedralbes, en la que solamente se puede pasear para ver sus lujosas casas. Aquí, al menos antes, la gente se saludaba por la calle, o puedes encontrar una mesa vacía en cualquier terraza, no como en las Ramblas, colapsada por el turismo".

Orgullo de Sarrià

Efectivamente, Sarrià es uno de los barrios de Barcelona que mejor ha conservado su esencia original, en parte por su rica historia. La iglesia de Sant Vicenç, uno de los puntos centrales sobre los que nace el barrio, data del año 987, con más de un milenio a sus espaldas, además de unas cuantas reformas.

El apego de los sarrianencs a su barrio ha sido decisivo para mantener este espíritu. En 1921, muchos vecinos se opusieron a formar parte de  Barcelona, ya que temían perder su identidad de pueblo. Alba cree que "afortunadamente no ha sido así, el ambiente que se sigue respirando es muy de pueblo, por el ritmo de vida de la gente, las antiguas fachadas de los edificios y también por las patatas bravas del bar Tomás, sin duda las mejores de toda Barcelona".

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