Wert admite un «trato estrecho con el desastre» al frente de Educación

Traspaso de la cartera de Educación, Cultura y Deportes de José Ignacio Wert a Íñigo Méndez de Vigo, ayer.

Traspaso de la cartera de Educación, Cultura y Deportes de José Ignacio Wert a Íñigo Méndez de Vigo, ayer.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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Desde los rectores de universidad y los obispos de la Conferencia Episcopal Española hasta los colectivos antitaurinos, los actores propietarios de salas de espectáculos y los sindicatos de estudiantes profesores. La marcha de José Ignacio Wert como ministro de Educación, Cultura y Deportes suscitó ayer casi tanto entusiasmo como muestras de alivio. Y dio pie también a una cascado de reclamaciones dirigidas a su sustituto, Íñigo Méndez de Vigo, del que todos esperan más predisposición al diálogo. La reivindicación más escuchada: que paralice el despliegue de la ley orgánica para la mejora de la calidad educativa, la LOMCE, que el próximo septiembre debe empezar a implantarse en los institutos de secundaria.

Ajeno al alud de críticas, el ya exministro se despidió ayer afirmando que el cargo ha «merecido la pena», a pesar de los «muchos sinsabores, dificultades y problemas» que este le ha deparado. «He tenido un trato muy estrecho con el desastre, y pese a mis esfuerzos, no he conseguido la familiaridad con el triunfo», agregó Wert al entregar la cartera a Méndez de Vigo. Al acto oficial asistieron, además de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, varios ministros y secretarios de Estado, además de un puñado de rectores y el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez.

El legado que hereda Méndez de Vigo es una auténtica patata caliente, o un «marrón» como lo describió él mismo el pasado jueves por la noche, en sus primeras declaraciones tras conocerse el nombramiento. Además de la implantación de la LOMCE en la complicada etapa de la secundaria -donde Wert ha previsto que los alumnos sean separados por clases según su rendimiento académico-, el nuevo ministro tendrá que bregar con un frente autonómico contrario a la reforma que se ha visto reforzado tras las elecciones del pasado 24 de mayo.

Con la salida del PP de los gobiernos de Aragón, la Comunidad Valenciana, Baleares, Castilla-La Mancha, Extremadura y Cantabria ,y de UPN en Navarra, la entrada en vigor de las siguientes fases de la LOMCE ya no está nada clara en estas comunidades.

Hasta los obispos hablaban ayer de que el balance de la gestión de Wert no es, para ellos, satisfactorio. «No estamos contentos en el caso de la asignatura de Religión», reconoció el portavoz de la Iglesia española, José María Gil Tamayo. «Nuestra valoración global es deficiente, la disminución horaria de la Religión ha sido un golpe de efecto perjudicial en el ámbito escolar», lamentó.

A VUELTAS CON EL CATALÁN

 Desde Catalunya, la nueva vicepresidenta del Govern de la Generalitat, Neus Munté, pidió al nuevo titular de Educación un cambio radical en las políticas de su predecesor y, sobre todo, abandonar «los ataques al catalán y a un modelo de éxito como el de la inmersión lingüística». La última tentativa del ministro saliente en este sentido, su intento de que la justicia anulara la preinscripción en las escuelas catalanas porque en el impreso de solicitud no se incluía una casilla para escoger la escolarización en castellano, fue estéril.

Munté explicó que la Generalitat no solo hace una valoración «muy negativa» de Wert en Educación, sino también en Cultura (por subir el IVA cultural) y en Deporte, por la licencia deportiva única. «Nos gustaría mucho pensar que el sucesor de Wert rectificará estas medidas desastrosas», dijo.