CRISIS SANITARIA

Salut se provee de dosis de suero por si hay nuevos casos de difteria

ÀNGELS GALLARDO / BARCELONA

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El cultivo de las muestras de mucosidad recogidas el pasado martes de la faringe de 55 vecinos de Olot, con el fin de detectar si contienen la bacteria de la difteria, ofrecerá resultados a partir de hoy. Si en alguna de ellas se detecta el bacilo, la muestra se cruzará con otra del niño de 6 años que sufre la enfermedad y permanece ingresado, en situación de extrema gravedad, en una unidad de cuidados intensivos (uci) del Hospital de Vall d'Hebron. El objetivo es determinar dónde se produjo la infección del pequeño, que no había sido vacunado contra la difteria. El niño ya ha recibido todas las dosis del suero antidiftérico que compone un tratamiento y en estos momentos se le trata con antibióticos. Los médicos que le atienden informaron ayer de que no ha experimentado mejoría. El corazón del niño es el órgano que puede resultar más dañado como consecuencia de este episodio.

En previsión de que alguna otra persona del entorno del pequeño muestre signos de difteria en los próximos días, la Conselleria de Salut ha adquirido a Rusia nuevas dosis del suero que detiene el proceso. El fármaco se custodia en el Vall d'Hebron. «Esta reserva nos permitiría actuar con rapidez», afirmó Magda Campins, responsable de medicina preventiva en dicho centro.

Si se constata que alguno de los analizados -compañeros de clase, profesores, vecinos, familiares y sanitarios- es portador de la bacteria, se le volverá a vacunar (si no lo ha sido ya en los últimos días) y recibirá tratamiento antibiótico. Ser portador de la difteria no significa sufrir la enfermedad, sino haber estado en contacto con la bacteria. Este microorganismo se aloja en la faringe de quien coloniza y permanece allí durante un máximo de seis meses, contagiando eventualmente a otras personas que, si están vacunadas, eliminan la bacteria. En caso de afectar a un no vacunado e inmunodeprimido, este podría sufrir difteria.

La mayoría de compañeros de clase del pequeño habían sido vacunados, indicó Campins, que el pasado miércoles visitó Olot y comprobó que el perfil refractario a las vacunas observado en la familia del niño enfermo es relativamente habitual en la zona. «Hay más de un niño no vacunado -indicó-. Es un entorno rural, donde vive gente joven, de ideas jóvenes, que tienen un concepto erróneo de cómo las personas adquieren inmunidad contra virus y bacterias: en lugar de hacerlo a través de las vacunas, ellos defienden que la mejor vía es pasar las enfermedades». «Es evidente que no han conocido la difteria y desconocen las graves complicaciones y el riesgo de muerte que implica la infección», añadió.