TESTIMONIO DE UN EXTUTELADO

«Cuando llegué aquí sufrí muchísimo»

La prueba del hueso determinó que Benjamin Atta Asiedu era mayor de edad y quedó en la calle durante dos semanas

Benjamin Atta Asiedu, un joven extutelado que ya ha encontrado trabajo.

Benjamin Atta Asiedu, un joven extutelado que ya ha encontrado trabajo.

M. G. S. N. / BARCELONA

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Benjamin Atta Asiedu es uno de esos casos casi anecdóticos de las personas que se encuentran en esta situación: el del que encuentra trabajo. Salió de Ghana, su país natal, en el 2010. Después de un largo camino, pasando por Burkina Faso, Mali, Senegal y Mauritania, se instaló en Marruecos durante cerca de un año. Hasta que llegó su momento. Alcanzó Granada en patera.

Cuando llegó a Barcelona fue a un centro de menores. Pero la prueba del hueso determinó que tenía más de 18 años. Su testimonio no le bastó para quedarse. Así que, durante dos semanas estuvo deambulando por la calle. Voluntarios de la Cruz Roja lo encontraron y le ayudaron para pagar durante seis meses un piso. Volvió a la calle hasta que le encontró Cristina Tarín, educadora en la Fundació Comtal, que le ayudó a buscar un lugar donde vivir. «Aunque Benjamin tenía una situación muy compleja, y uno de los criterios que nosotros tenemos es que los jóvenes tengan las necesidades básicas cubiertas, se le veía una motivación muy grande», explica.

Por eso le dieron la oportunidad y cumplió con creces. En Barcelona hizo numerosos cursos de formación y de idiomas (ahora habla cuatro idiomas). Realizó prácticas en Mercabarna pero no lo contrataron. «Después mi profesora me llamó para decir que había encontrado una oferta para mí en Mataró». Allí hizo prácticas durante dos meses en la empresa Vinyals Gourmet Les gustó como trabajaba y lo contrataron.

«En el caso de Benjamin tuvimos suerte de encontrar a una empresa con buena voluntad, quisieron apostar por él e hicieron los trámites», dice Tarín. Desde la Fundació Comtal ayudaron también a la empresa para facilitarle la realización de los trámites.

La educadora resalta varias veces la buena disponibilidad y las ganas que tuvo Benjamin en todo momento para lograr el objetivo. «Cuando yo estaba en mi país pensaba que España era muy bueno». cuenta el joven. «Conocía a personas que vivían aquí y cuando volvían a Ghana veías que estaban bien, su cuerpo, sus zapatillas, su todo -dice-. Y entonces quería marchar. Pero cuando llegué aquí sufrí mucho, muchísimo», relata. De los ocho compañeros que viven en su piso, tan solo él y otro más trabajan. Eso sí, a la pregunta de si le recomendaría a alguien de su país que se viniese a como él a España, repite varias veces la misma respuesta: «No», afirma.