Luis Castellanos «Siempre hay que apretar cada uno de los tornillos»

El mantenimiento de la espectacular estructura de la torre Agbar está en manos de este hombre.

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POR
Mònica
Tudela

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Poca gente hay en Barcelona que disfrute a diario de las espectaculares vistas que tiene Luis Castellanos en su puesto de trabajo. Este oficial de primera en mantenimiento de estructuras revisa cada día el exterior de la torre Agbar, un símbolo de Barcelona. El buen estado del vidrio y el aluminio de la fachada son cosa suya, desde la base hasta la planta 35, a casi 150 metros de altura.

-¿Cómo es trabajar en un edificio que es uno de los símbolos de Barcelona?

-Es un reto por la cantidad de aluminio y vidrio que hay, que es el ramo que yo llevo. Cuando empecé a trabajar vi que era bastante complicado, no por la altura -yo de eso nunca he tenido miedo- sino por la cantidad de operaciones que había que realizar.

-¿Qué tipo de trabajos hace en la torre?

-Me ocupo de que la estructura esté en perfecto estado, de que no haya peligro de caídas y de que no se deteriore. Pasamos varios días revisando cada planta. Empezamos por reforzar las religas (el lugar donde se pisa), luego nos ocupamos de los tornillos que sujetan los vidrios, que reapretamos uno a uno, y al final revisamos las ménsulas, que son las costillas que salen de la estructura. Todo, tanto las paredes exteriores como las interiores, se tienen que mirar diariamente. Revisar la torre de arriba a abajo lleva unos seis meses y siempre hay que apretar cada uno de los tornillos. Eso es básico.

-La responsabilidad de cuidar de un edificio tan singular ¿le supone mucho peso?

-Cuando lo piensas en frío, el peso es brutal. Pero llevo muchos años trabajando en el área del aluminio y el vidrio y creo en mí y en lo que sé. Además, tengo muy claros los trabajos a realizar y las normas de seguridad. Por eso cuando me marcho a casa al terminar la jornada estoy muy tranquilo y contento con el trabajo realizado.

-En Barcelona no hay nadie que trabaje con unas vistas como las suyas.

-¡Seguramente! En la torre hay 31 plantas ocupadas más cuatro exteriores. Cuando estoy trabajando en la cúpula, en la planta 35, me siento un privilegiado. ¡Estoy a 149 metros de altura! En cada planta ves una Barcelona desde un punto de vista distinto y todas tienen su interés, pero la cúpula es el mejor lugar por la visibilidad que tiene. Hay unas vistas impresionantes.

-¿Cómo ve la ciudad desde las alturas?

SEnDEspectacular. Tengo la suerte de estar fuera en todas las estaciones y cada época tiene su encanto. Hay inviernos muy fríos en los que se ve Barcelona con un brillo...  Y en verano es un lujo ver la playa, toda la ciudad, el Tibidabo, desde las alturas. Trabajando he hecho muchas fotos divertidas.

-¿Qué fotografía?

SEnDHago fotos cuando veo algo especial. Por ejemplo, recuerdo un día que vino una capa de niebla y se veía todo el litoral y la ciudad cubierta menos la parte de arriba del Hotel Arts. Ese día hice una buena foto. Son fotos que me gustan porque algo así pocas veces se puede ver. No saco fotos diariamente, porque es imposible, pero cuando llegas a la cúpula el paisaje se ve brutal. Ves incluso las cuestas del Garraf y las canteras. Es impresionante. Da gusto trabajar ahí entonces. Desde la torre también he visto manifestaciones o, por citar una curiosidad, a veces ves qué hace la gente en las habitaciones del hotel que está delante cuando no corren las cortinas... (risas).

-Después de trabajar en el mantenimiento de la torre Agbar, cualquier otro edificio le sabrá a poco.

SEnDHace 32 años que me dedico a esto. He estado en más empresas, he hecho obras grandes en pisos y fábricas. Hice el muro cortina de la T-2 del aeropuerto, entre otros trabajos, pero cualquier otro edificio no es nada comparado con la torre Agbar, en la que llevo cinco años. Una estructura como esta no se ve todos los días. Aunque cambie de trabajo, nunca conseguiré ninguna estructura mayor de la que cuidar.