Orejas y labios acusadores

La policía internacional utiliza cada vez más huellas dejadas por distintas partes del cuerpo

A. B.
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cada vez que tocamos algo, nuestra piel deja en esa superficie una impresión de sudor. El rastro no lo dejan solo los dedos, si no cualquier parte de nuestro cuerpo. Muchas trazas tienen una superficie con marcas, crestas o estrías únicas que, al igual que con las huellas dactilares, no se repiten en ningún otro ser humano, lo cual permite realizar una identificación.

Para empezar, la propia mano. Hasta hace unos años, a los detenidos, cuando se elaboraba su ficha policial, se les tomaban solo las dos primeras falanges de los dedos. Ahora, eso ha cambiado. «Desde el 2009, los Mossos d'Esquadra toman las huella de las tres falanges, así como de la palma entera de la mano y del canto de la mano o costado cubital. Eso permite multiplicar por 10 la superficie de la que se tiene huella. En todas esas zonas hay rasgos que son únicos en cada persona. Por ejemplo, a veces, alguien que empuja un objeto la parte de la que deja la huella es la palma de la mano, y no los dedos», comenta Robert Trench, jefe del Área Central de Identificación de la División de Policía Científica de los Mossos, un cuerpo que ha ganado concursos policiales de recuperación de huellas y rastros de ADN.

Marca del escritor

Cada una de esas huellas tiene su nombre. La de los dedos, la más común, es el dactilograma. La de la palma de la mano, quirograma. Y a la del costado de la mano se la denomina marca de escritor. Además, ahora las huellas de la mano se están dejando de tomar con tinta. En las comisarías de los Mossos en Barcelona se coloca la mano del detenido sobre un escáner, pues la imagen es muchísimo mejor que la que deja la tinta.

Otra de las huellas que también puede usarse es la que deja la planta del pie, que se denomina pelmatograma. Aunque no es habitual que los criminales actúen descalzos, ese tipo de rastro sí puede encontrarse en un escenario de crimen pasional donde agresor y víctimas podían estar desnudos.

Lo que sí se ha consolidado es el uso de los otogramas, las huellas que dejan las orejas cuando se apoyan en alguna superficie. Jueces de todo el planeta aceptan ya esas huellas como pruebas en los juicios pues los estudios científicos avalan que no existen dos pabellones auriculares idénticos. ¿Pero quién puede dejar la huella de una oreja en la escena de un delito? Sin ir más lejos, muchos ladrones de viviendas que, antes de proceder a asaltar un piso, pegan la oreja a la puerta para escuchar si hay alguien dentro.

Corroboración

La diferencia con las huellas dactilares es que de todas las demás no hay una base de datos. Es decir, cuando la policía encuentra una huella dactilar la mete en la base de datos policial a ver si corresponde con alguien con ficha policial. Con el resto, hay que tener un sospechoso para compararla. «Si encontramos la huella de una oreja y hay un individuo de quien se sospecha, lo que se hace es comparar. Estas huellas pueden corroborar las sospechas», explica este mando de los Mossos.

Las posibilidades de las huellas parecen no tener fin. Así, la policía holandesa, una de las más punteras en el trabajo científico, está trabajando en la recuperación de huellas de labios, pues las estrías labiales son también únicas y quedan impresas en superficies como por ejemplo los vasos. En el caso en que la persona lleva los labios pintados la impresión es todavía más visible.