El auge de un estupefaciente (2)

Barcelona regulará los clubs cannábicos ante la inacción del Govern

Consumidores de marihuana en unclub de Barcelona.

Consumidores de marihuana en unclub de Barcelona.

ANTONIO BAQUERO / Barcelona

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ante la inacción de la Generalitat, que no decide si regula o prohíbe los clubs cannábicos debido a las divergencias entre las conselleries de Interior y Salut, como avanzó ayer EL PERIÓDICO, algunos ayuntamientos empiezan a dar pasos por su cuenta acuciados por la necesidad de poner orden en unas entidades que se multiplican al amparo de la alegalidad. El consistorio de Barcelona, una de las urbes donde más han proliferado este tipo de asociaciones, se ha decidido a preparar un protocolo que, según avanzan fuentes oficiales del ayuntamiento, «estará listo antes de junio» y con el que se pretende regular estos clubes.

El equipo de gobierno del alcalde Xavier Trias se lanza a elaborar una norma tras realizar por su cuenta un censo de asociaciones cannábicas. Según ese recuento, en la ciudad funcionan actualmente alrededor de 200 de estas entidades.

El censo no ha sido fácil de elaborar pues las entidades se inscriben en el Registro de Asociaciones, que depende de la Generalitat, y no solicitan autorización alguna al ayuntamiento, que ha tenido que hacer el estudio a partir del trabajo de la Guardia Urbana y de trabajadores de los distintos distritos.

Desde el municipio se destaca el goteo de quejas vecinales ocasionadas por los clubs. Muchas están motivadas por ruidos y olores generados por los abonados. En otros casos, según fuentes oficiales del ayuntamiento, se trata de vecinos que preguntan al consistorio sobre los efectos que la presencia de las entidades cannábicas puede generar en la protección y salud de los menores y sobre la aparición de situaciones de tráfico de drogas.

SIN COMPETENCIAS / Fuentes oficiales del ayuntamiento reconocen que «la falta de regulación dificulta el control administrativo» de los clubs y asociaciones, «que se han extendido rápidamente durante los últimos años». «Ante la proliferación de este tipo de asociaciones, el ayuntamiento, pese a no tener la competencia directa, ha decidido abordar el fenómeno para dar alguna respuesta a su incremento», señalan las fuentes.

Hasta ahora, el consistorio barcelonés realizaba actuaciones policiales y administrativas sobre los clubs. «Lo que se va a hacer ahora es crear un protocolo que sistematice claramente las actuaciones», indican las fuentes, que aseguran que en esa normativa trabajan tanto la Guardia Urbana como los servicios jurídicos y de urbanismo del ayuntamiento, que pretende disponer así de una herramienta para cubrir un vacío legal que facilita la proliferación de esas entidades, algunas de las cuales tienen poco que ver con clubs de autoconsumo, ya que emplean la apariencia de asociación como tapadera para traficar.

El protocolo del ayuntamiento tendrá tres patas. Una primera consistirá en reclamar a todas las entidades sus estatutos y fiscalizarlos al máximo para comprobar que los cumplen. Si no es así, se procederá al cierre por vía administrativa. El segundo pilar del protocolo consistirá en aumentar la presión de la Guardia Urbana sobre las entidades por si hubiera indicios de tráfico de estupefacientes.

A LA ESPERA DE UNA LEY SUPERIOR / Finalmente, el reglamento incluirá una serie de condiciones urbanísticas que deberán cumplir las entidades. Así, por ejemplo, se establecerá una distancia mínima con respecto a espacios como escuelas, parques infantiles o guarderías.

No obstante, fuentes oficiales del consistorio aseguran que elaboran este marco normativo para paliar el vacío legal existente y reclaman a las otras administraciones, tanto Generalitat como Gobierno, que elaboren una ley que regule el fenómeno.

Aunque el Govern empezó el pasado otoño a estudiar la posibilidad de regular la actividad de los clubs cannábicos, las diferencias entre las conselleries de Interior y Salut han frenado el proyecto.

Así, desde el departamento que dirige Ramon Espadaler se oponen a elaborar un marco regulador porque entienden que, por restrictivo que sea, acabaría amparando actividades como el cultivo de marihuana. Mientras, la conselleria de Boi Ruiz considera que regular los clubs permitiría acceder a los consumidores de la planta, conocer sus realidades y evitar que contacten con el mercado negro.