PROBLEMAS DE UN ICONO TURÍSTICO

Atascos en el Gran Canal

La muerte de un turista en un accidente de góndola aviva el debate por el tráfico en Venecia

Luto gondolero Acto en memoria de la víctima en el lugar del siniestro.

Luto gondolero Acto en memoria de la víctima en el lugar del siniestro.

ROSSEND DOMÈNECH
ROMA

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Lo que no hizo Napoleón con la Serenísima República, lo están haciendo los venecianos y los turistas: destruir la ciudad y hacer imposible una visita sosegada a Venecia, la ciudad más frágil del mundo.

La muerte, el pasado día 17, de un turista alemán al chocar unvaporettocon su góndola ha devuelto a la actualidad la cuestión del tráfico, con frecuencia soslayada por los administradores locales, presionados por los múltiples intereses vinculados al turismo.

Treinta millones de visitantes al año son demasiados y el impuesto municipal de cinco euros por noche de estancia no supone ningún freno.«No puedo negar que el creciente tráfico de barcas y vaporetti en el Gran Canal constituye un problema real que debemos afrontar», admite el alcalde, Giorgio Orsoni. Tras el accidente, el ayuntamiento ha aprobado una nueva ordenanza de tráfico. Entre otras cosas, se prohíbe la navegación en paralelo de las góndolas y las multitudinarias caravanas de las mismas, con serenata incluida, que los japoneses aprecian particularmente. Y se mantiene la limitación de la velocidad, según las zonas de la ciudad, a entre 5 y 20 km/h, 11 en el Gran Canal.

La ciudad sin coches ni motos es la primera de Italia en número de personas transportadas con relación a sus habitantes (60.000). La cifra de más de 100 millones de pasajeros en sus aguas cada año produce escalofrío. De ellos, 83.000 diarios son visitantes.

Por sus canales y aledaños circulan cada día 150vaporetti, 425 góndolas, un número no precisado de taxis acuáticos (a 700.000 euros por licencia), lanchas de la policía municipal, de los carabineros y de la policía nacional, ambulancias, carros fúnebres, bomberos, vehículos de particulares y hasta cayucos. Sin contar los gigantescos cruceros que entran en la laguna (2,5 millones de pasajeros al año) y la cruzan ante la misma plaza de San Marcos, ofreciendo un espectáculo sobrecogedor.

Todo este tráfico produce una cantidad de oleaje que los arquitectos de Venecia no habían previsto y que, junto con el salitre del agua marina mezclada, corroe paredes y puertas de las viviendas.

Las horas de mayor tráfico son entre las diez de la mañana y el mediodía, periodo en el que Joachim Reinhardt Vogel perdió la vida cuando unvaporettomunicipal que iba marcha atrás colisionó con una góndola aún aparcada, que Stefano Pizzaglia se disponía a poner en marcha.«Con este tráfico no conduciría barca alguna»,dijo Reinhardt. Fueron sus últimas palabras.

Alcoholemia y drogas

Las cámaras que supervisan el tráfico veneciano recogieron la escena, ocurrida en el puente de Rialto, en la que taxis, góndolas, lanchas y al menos tresvaporettiestaban entrando o saliendo de los embarcaderos. Por el momento hay cinco inculpados. Y pese a que todo indica que la culpa no fue del gondolero, la noticia de que este dio positivo por cocaína y hachís ha abierto otro frente de polémica. Ya en julio hubo debate a raíz de la propuesta de que los gondoleros se sometieran a los controles de alcoholemia y de drogas que pasan los empleados del transporte público, tras la difusión en internet de vídeos en los que la actitud de algunos de ellos parecía recomendarlo.