Los lefebvrianos rompen el diálogo con Roma

Un durísimo comunicado acusa al Vaticano II de destruir y demoler a la iglesia y a esta de intentar conciliar "la doctrina católica con las ideas liberales"

ROSSEND DOMÈNECH / Roma

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Los superiores de la llamada Fraternidad de san Pio X, seguidora del cismático y difunto monseñor Marcel Lefebvre, afirman en un comunicado que el Concilio Vaticano II "ha destruido y demolido a la iglesia", "ha destruido la autoridad y en consecuencia damnifica las instituciones cristianas, las familias, los seminarios, los institutos religiosos". Por el momento no ha habido ninguna respuesta del Vaticano, donde la elección de un papa como Francisco ya había sentado bastante mal a los lefebvrianos.

El durísimo comunicado de las máximas autoridades de la Fraternidad es la primera respuesta oficial y colectiva al documento que, bajo Benedicto XVI, el Papa sometió a su consideración para una vuelta plena al redil. Joseph Ratzinger había levantado la excomunión que pesaba sobre los cismáticos, había reintroducido la posibilidad de la misa en latín, les había ofrecido reunirse dentro de una diócesis no territorial, como sucede con los miembros del Opus Dei, y reanudar el diálogo con el Vaticano.

Monseñor Lefebvre se había alejado de Roma, porque no aceptaba el Concilio Vaticano II, considerando que en sus aperturas hacia el mundo actual había roto con la tradición de la iglesia y, en consecuencia, los papas que lo presidieron y los que les han sucedido deben ser considerados ilegales.

Una iglesia "vergonzosamente guiada por la prudencia humana"

Los actuales superiores lefebvrianos escriben que "la iglesia está vergonzosamente guiada por la prudencia humana" y que "tiene tantas dudas sobre sí misma que pide a los Estados lo que las logias masónicas quieren concederle: el derecho común y el mismo rango de las otras religiones, que ella no se atreve a llamar falsas".

El comunicado critica al magisterio de la Iglesia católica "decidido a conciliar la doctrina católica con las ideas liberales", "los principios modernistas del subjetivismo, del inmanentismo y en perpetua evoilución, según el falso concepto de la tradición viviente", lo que corrompe "la naturaleza, el contenido, el papel y el ejercicio del magisterio eclesiástico".

Para que no queden dudas, el documento explica que la "causa de los graves errores" que están destruyendo a la iglesia no es "la interpretación que se hace de los textos del concilio, sino los textos mismos, en las decisiones sin precedentes tomadas por el Vaticano II".