Juicio en la audiencia de barcelona

La mafia de los Casuals se sienta en el banquillo

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J. G. ALBALAT
BARCELONA

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La violencia engendra violencia. Hace unos años, en el 2002, el cabecilla y otros miembros de los Casuals, el grupo más violento de los Boixos Nois, traspasaron la frontera que separa la ley del lado oscuro. Su agresividad se trasformó y transitó hacia el mundo del hampa. Bajo el mandato de Ricardo Mateo, líder de los Casuals, de 39 años, un grupo de violentos formaron una banda que, según la investigación, se especializó en ofrecer palizas por encargo y robar droga a narcotraficantes haciéndose pasar por policías. Ayer, 15 presuntos miembros de esta organización, varios vinculados a los radicales azulgranas, se sentaron en el banquillo de los acusados en una sala de la Audiencia de Barcelona. En la trama está implicado un exguardia civil.

Ricardo Mateo, que se enfrenta a una petición de pena de 53 años de cárcel, anunció ayer, en la primera sesión de la vista, que no declarará. Lo mismo hicieron otros siete procesados, entre ellos el exguardia civil imputado y que supuestamente aportó material del instituto armado a la organización. Elboix noiAntonio Torn, alias Antoñito, dijo que solo contestará a su abogado. El juicio se alargará hasta noviembre, pero la sesión de ayer fue aplazada hasta la semana próxima ante la petición de cuatro abogados de que se anularan determinadas escuchas telefónicas que afectan a sus representados. Estos letrados argumentaron que con estas escuchas se han vulnerado derechos constitucionales y han reclamado que «sean expulsadas del procedimiento judicial».

La fiscalía sostiene que los miembros de la banda robaban a traficantes de droga aparentando un despliegue policial, pertrechados para ellos con chalecos reflectantes de la Guardia Civil, placas y carnés profesionales, así como grilletes, guantes y pasamontañas propios del instituto armado. El operativo era: la organización era informada (no se detalla cómo) de la existencia, itinerario o lugar del almacenamiento de la droga o bien pedía un cargamento a los narcos. Después, los asaltaba para arrebatarles la mercancía, simulando una acción policial con detenciones e incautación del alijo.

PALIZAS «INHUMANAS» / Los traficantes de droga asaltados no sólo quedaban inermes ante los falsos agentes, sino que también eran amedrentados con armas aparentemente reglamentarias y se les «infringía palizas con inhumana crueldad», señala la fiscalía en su escrito de acusación.

El escrito de acusación del fiscal Gerardo Cavero detalla que a principios del 2003, Mateo, el guardia civil y otros acusados abordaron a dos hombres en Cambrils (Baix Camps) y simularon su detención. Les mostraron una placa policial, les pusieron los grilletes y les llevaron a un descampado. En una furgoneta les golpearon y les torturaron «con utensilios cortantes» para que confesaran dónde escondían droga. Como una de las víctimas no hablaba, los procesados colocaron en su boca el cañón de una pistola y jugaron con él a la ruleta rusa. Tras ello, le amenzaron con cortarle los dedos. Al final, le amputaron el dedo índice con un hacha.

La acusación relata situaciones similares, con descargas eléctricas a presuntos narcos para que confesaran donde tenían los estupefacientes, así como otras actividades ilegales. Cuando los Mossos procedieron en el 2003 a la detención de los miembros de la banda, uno de los sospechosos se suicidó pegándose un tiro en la boca.