LA EVOLUCIÓN DE LA GUERRA CIVIL

Todo menos un paseo

Los golpistas pensaron que sería un paseo militar. Pero su estrategia para Barcelona tuvo lagunas tácticas, y se encontraron con un escaso apoyo civil y unas fuerzas de orden fieles a la legalidad republicana. La no intervención de Francia y Reino Unido y el apoyo logístico alemán a Franco decantó la guerra a su favor. La derrota fue el epílogo.

Militantes anarquistas y guardias de asalto, en la Via Laietana, ensalzando a la República.

Militantes anarquistas y guardias de asalto, en la Via Laietana, ensalzando a la República.

ANTONI SEGURA Y JOAN VILLAROYA

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Lasautoridades republicanas y los principalesdirigentes sindicales y de los partidos deizquierda conocían perfectamente los rumores que circulaban desde la primavera de 1936 sobre la inminencia de ungolpe de estado militar contra el gobierno de laSegunda República. Los rumores dieron paso a la realidad al enterarse de lasublevación de los mandos militares en el Protectorado de Marruecos el 17 de julio. En Catalunya, elGobierno de la Generalitat reaccionó rápidamente e inició los preparativos para hacer frente al golpe de estado. Las direcciones sindicales también pusieron en alerta a sus militantes. La combinación de la acción de unos y otras, y los errores de los sublevados, propiciaron el fracaso del golpe en Catalunya.

La conspiración en Catalunya fue preparada y dirigida por militares de la guarnición de Barcelona que conectaron con compañeros de las ciudades catalanas donde había presencia militar. El apoyo civil fue relativamente débil y, salvo algunos núcleos de extrema derecha, primordialmente carlistas y falangistas, favorables a participar en el golpe militar, no consiguieron mucha colaboración más. En todo caso, la participación civil fue mucho más elevada en el campo tradicionalista que en el falangista, puesto que los militantes deFalange en Catalunya eran pocos y estaban menos organizados que los requetés.

El relato de los ganadores

Pero la historia de los ganadores en laposguerra inmediata cambió la importancia de la participación civil en la revuelta en beneficio de losfalangistas. También el apoyo económico que recibieron losconspiradores provino de iniciativas particulares y no de organizaciones políticas democráticas catalanas.

Se ha justificado que uno de los motivos por los cuales los militares fracasaron en Barcelona fue la euforia, porque pensaban que el 19 de julio sería otro 6 de octubre, cuando obtuvieron una victoria rápida y fácil. Pero lo cierto es que la preocupación sobre el éxito del golpe militar en Barcelona era compartida por el mismo general Mola, director de la conspiración en todo el Estado, y la indecisión detectada entre los mandos de laGuardia Civil sobre la participación en el golpe, que finalmente se decantaron por lafidelidad al Gobierno, planteaban enMola serias dudas sobre la facilidad de la victoria.

Lo que sí parece cierto es que los militares golpistas pensaron que el golpe sería un paseo militar. Y, además, planificaron el golpe con una estrategia propia del siglo XIX cuando Barcelona vivía rodeada por las murallas. En efecto, las guarniciones sublevadas se empeñaron en avanzar hacia el centro de la ciudad para ocupar las sedes institucionales del poder político (Generalitat,Ayuntamiento), cosa que no consiguieron porque Barcelona ya no era una ciudad entre murallas y, a medida que los golpistas avanzaban hacia la plaza de Catalunya, se convertían de asediadores en asediados, puesto que quedaban rodeados por los barrios obreros de la capital catalana.

Las lagunas tácticas de los sublevados (multiplicidad de operaciones, descoordinación entre las unidades sublevadas, falta de ocupación de las fuentes de poder y de información (radio y prensa), imprevisión ante cualquier dificultad que pudiera surgir) se evidenciaron cuando se encontraron con unas fuerzas de orden público fieles a la legalidad republicana y al Gobierno de la Generalitat que estaban dispuestas a hacerles frente, y con la resistencia de unas clases populares que también querían defender la legalidad republicana. En suma, los que planificaron y llevaron a cabo el golpe no habían dudado nunca de su éxito, pero su preparación conducía al fracaso.

El papel de la Generalitat

En la valoración de este fracaso, es clave el papel que tuvo el Gobierno de la Generalitat, de quien dependía el orden público en Catalunya. Desde semanas antes del golpe,Frederic Escofet, capitán de caballería y comisario de orden público, y su jefe de servicios, Vicenç Guarner, comandante de infantería diplomado de Estado mayor, prepararon un plan de actuación, que resultó acertado, para hacer frente a los sublevados.

Y así, Barcelona fue la única ciudad de todo el Estado donde las fuerzas de orden público se enfrentaron en bloque a los sublevados con un plan de batalla preestablecido, y no de un modo improvisado, encerradas en sus cuarteles o protegiendo los edificios oficiales, como pasó en A Coruña, Córdoba, Sevilla..., donde los guardias de asalto defendieron los edificios delGobierno civil hasta que fueron bombardeados por la artillería rebelde.

A primeras horas de la tarde, el general Goded fue detenido en la sede de la 4ª División Orgánica y trasladado ante el president Companys. Aceptó dirigirse por radio a lossublevados que todavía resistían para que cesaran en la lucha y serindieran. A pesar de este llamamiento, algunos núcleos ¿como el del edificio de Drassanes y el convento de los carmelitas de la Diagonal¿ no se rindieron hasta el día 20. Los militares sublevados en Lleida, Girona y Mataró obedecieron el llamamiento de Goded y se retiraron a los cuarteles, donde fueron detenidos. El golpe de estado había fracasado definitivamente en Catalunya.

Pero más importante para los acontecimientos posteriores fue el asalto al atardecer por parte de las fuerzas políticas y sindicales del parque de artillería, donde había 30.000 fusiles. Con estas armas en manos de losobreros, empezaba larevolución. Pero esta oportunidad les vino dada no porque el 19 de julio prepararan un golpe revolucionario, sino como consecuencia del fracaso del golpe de estado militar en Barcelona.

En las luchas por las calles de Barcelona, murieron ¿entre sublevados, guardias de asalto, dirigentes políticos y sindicales y los civiles que se añadieron a la lucha¿ un total de 450 personas. Algunos de estos cadáveres permanecieron en los cementerios a la espera de que alguien los identificara. Los que no lo fueron, permanecen anónimos en las fosas comunes. No serían los únicos a lo largo de la guerra.

El fracaso del golpe de estado en Catalunya y Barcelona fue fundamental para que laSegunda República pudiera hacer frente al ejército rebelde. De hecho, el triunfo de lasfuerzas leales a la República en Barcelona y Madrid dejó en manos de esta la capital política¿cuya conquista se convirtió en una obsesión paraFranco en los primeros meses de la guerra¿ y la capital económica del país, juntamente, cuando menos hasta la primavera de 1937, con la industria vasca y las minas asturianas.

Desequilibrios

A finales del verano de1936, ladivisión estaba clara: Franco controlaba la España agraria donde nunca faltaron los alimentos y la República controlaba la España industrial que fue deficitaria. Sin embargo, este no fue un desequilibrio más decisivo que el que originó la política de no intervención de las democracias europeas (Francia y el Reino Unido), que no pudo impedir que Franco recibiera desde el primer momento ayuda militar de la Alemana nazi y la Italia fascista, mientras Catalunya reconvertía parte de su tejido industrial en industrias de guerra para fabricar un armamento menos efectivo que el alemán o el italiano. Al final, la ayuda proporcionada a Franco fue decisiva para decantar laguerra a su favor.

En cierta medida, el fracaso del golpe de estado del 19 de julio en Catalunya condicionó el transcurso de la guerra, cuando menos en los primeros meses. Por un lado, favoreció el estallido de una revolución social que impulsó la socialización de la economía y la participación de los obreros en la gestión de las empresas, tal como recogía el decreto de colectivizaciones de octubre de 1936. Paralelamente, se confiscaron edificios, iglesias, rotativas; se abrieron comedores populares y se creó el Consejo de la Escuela Nueva Unificada. Como escribió George Orwell, durante los primeros meses de la guerra, Barcelona se convirtió en una ciudad controlada por los obreros que despertaba simpatías entre muchos intelectuales y militantes de la izquierda europea ¿pero no de sus gobiernos¿ y estadounidense.

La cara oscura de la revolución social fue la pérdida de poder de la Generalitat, queLluís Companys intentó compensar con la creación delComité de Milicias Antifascistas que tampoco pudo controlar, y, sobre todo, la persecución religiosa y de gente de orden ¿incluso de militantes republicanos conservadores o liberales¿ que se tradujo en una terrible represión en la retaguardia que se saldó con más de 8.000 muertos. Por otro lado, el fracaso del golpe y la revolución social generaron la euforia suficiente para movilizar a decenas de miles de voluntarios que, enrolados en las milicias de los sindicatos y los partidos políticos, se dirigieron, con más entusiasmo que eficacia militar, alfrente de Aragón donde, a pesar de no conquistar las capitales, consiguieron detener a las tropas rebeldes y estabilizar el frente. La falta de preparación militar fue compensada por la generosidad y el coraje de los milicianos de primera hora que no dudaron en acudir en defensa de Madrid en los momentos más críticos del otoño de 1936.

Pero no todo fueron éxitos en los primeros meses de la guerra. En agosto de 1936, la expedición a Mallorca del jefe de la base aeronaval de Barcelona, Albert Bayo, acabó en unadoble tragedia. Por un lado, las más de 1.500 bajas sufridas por los milicianos republicanos y la pérdida de un material de guerra del que no iba sobrado la República (cuatro hidroaviones, 12 cañones, varios morteros y ametralladoras, 3.000 fusiles y 600.000 cartuchos). Por el otro, Mallorca en manos de los sublevados era un peligro directo para Catalunya. Desde la isla se podía intentar un desembarco en el litoral catalán aprovechando que las milicias estaban en los frentes de Aragón y de Madrid. Y, desde la isla, el ejército rebelde disponía de una base segura para bombardear impunemente el litoral catalán desde mar y aire, como sucedió a partir de enero de 1937.

Losbombardeos sobre Catalunya ¿y sobre Barcelona especialmente, que se convertía así en la primera gran capital europea que sufría los efectos de los bombardeos, antes que Londres o Dresde¿ desmoralizaban a la población, que aun así tuvo una respuesta valerosa organizando la construcción de refugios; desmoralizaban a los soldados del frente que conocían los peligros de la retaguardia; generaban inseguridad amortiguando así la euforia de los primeros meses de la guerra, e incrementaban la nómina de víctimas civiles.

Bombas y escasez

Los bombardeos sobre las poblaciones catalanas fueron unarma criminal y decisiva para romper la moral y debilitar la fe en la República, sobre todo cuando a las bombas se añadió la escasez de víveres, agudizada por la llegada de refugiados ¿muchos de ellos niños¿ que huían de la inseguridad de la proximidad del frente o de caer en manos de los rebeldes según avanzaba la guerra.

También fue en Catalunya donde se jugó con más fuerza la batalla ideológica entre las izquierdas. Loshechos de mayo, con el triste precedente de los hechos de La Fatarella (enero de 1937) que Josep Termes ha calificado acertadamente de «miseria contra pobreza», beben todavía del trasfondo del 19 de julio. Bajo la falsa dicotomía de «primero la revolución o primero la guerra», la batalla se dirimía entre unaCNT hegemónica, que no renunciaba al poder logrado en las calles el 19 de julio ni a unasconquistas revolucionarias no siempre muy aceptadas por la población, y los que intentaban desplazarla para imponer una conducción más profesionalizada de la guerra y, sobre todo, para recuperar el poder político y la hegemonía social. Triste epílogo las más de 400 víctimas, el envío de tropas por parte del Gobierno republicano y, finalmente, en octubre de 1937, el establecimiento del Gobierno de Negrín en Barcelona con las consiguientes tensiones con el Gobierno de la Generalitat, que perdió algunas de las competencias logradas de facto durante el primer año de la guerra y otras que le correspondían en aplicación delEstatut.

Después del efímero éxito republicano logrado en labatalla de Teruel (diciembre de 1937¿febrero de 1938), la contraofensiva franquista llegaba a Vinaròs el 15 de abril de 1938. Catalunya quedaba aislada del resto de la España republicana. Después de la batalla del Ebro (julio¿noviembre de 1938), la ocupación era cuestión de tiempo: el que va del 23 de diciembre de 1938 al 12 de febrero de 1939.

La capacidad de respuesta del 19 de julio se había desvanecido bajo los efectos de las bombas, del hambre, de las derrotas, de la inseguridad, de la represión republicana ¿con el recuerdo muy vivo todavía del verano y el otoño de 1936¿. Muchos creían que la guerra se había empezado a perder los días posteriores al 19 de julio con el estallido de la violencia política. Omisión, impotencia o ambas cosas a la vez, porque las autoridades republicanas y los dirigentes políticos sabían muy bien que los «incontrolados» eran, a menudo, correas de transmisión de unas directrices políticas que pregonaban empezar la revolución por la «higiene revolucionaria»; cuando no directamente delincuentes que actuaban bajo el amparo de la militancia sindical o política en nombre de las cuales justificaban sus delitos o disfrutaban de la protección de dirigentes de estas organizaciones. A la vez, el fuerte sentimiento anticlerical popular fue también convenientemente y demagógicamente avivado.

Sumisión o exilio

La derrota de 1939 fue total como país y como sociedad. Se había perdido todo y para los vencidos solo quedaba el camino delexilio o de una sumisión impregnada de represión. La dictadura se afanó en secuestrar incluso el recuerdo, mientras la represión se ocupaba de los brotes de resistencia o de oposición reforzando el objetivo de perpetuar la división impuesta por la dictadura entre vencedores y vencidos.

Elsecuestro de la memoria se empezó a romper con la publicación de las memorias dedirigentes republicanos a partir de los años 70, década durante la cual también se publicaron muchos trabajos sobre la guerra civil donde predominaban, salvo algunas excepciones, más las valoraciones ideológicas que las aportaciones científicas. Laruptura definitiva la inician los historiadores a principios de los 80 con la publicación de obras cada vez mejor fundamentadas.

Pero larecuperación social e institucional no ha llegado hasta que los nietos de los que vivieron el conflicto han abierto el debate de lamemoria histórica. Un debate que nacía envenenado por el recuerdo de la violencia política de aquellos años y por el tacticismo de una derecha que sabe que la división entre vencedores y vencidos todavía mueve votos. De ahí la timidez legislativa en la reparación de la dignidad de las víctimas y en la condena de la dictadura. En el primer caso, las leyes de la Memoria Histórica delParlamento español (diciembre de 2007) y las leyes delMemorial Democrático (octubre de 2007) y de Fosas (junio de 2009) del Parlament de Catalunya suponen un adelanto importante pero insuficiente. En el segundo caso, la condena institucional de ladictadura no se ha producido.