Las protestas 2.0

Las tripas de la acampada

Carteles de la acampada

Carteles de la acampada

F. MASREAL / J. NIERGA / BARCELONA
ALBA G. LAGUNA / MADRID

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Lo que el martes por la mañana era una pequeña carpa, una mesa, varias sillas, y algunos embutidos y barras de pan en dos carros de la compra, se ha convertido en una acampada organizada hasta el punto de que cada farola y cada tramo de la plaza Catalunya han sido bautizados con el nombre de una de las nueve comisiones creadas: acciones, infraestructuras, sección jurídica, información, medios de comunicación... entre otras). No solo eso sino que la plaza ha creado tres ágoras bauTizadas como Tahrir, Islandia y Palestina.

En Madrid, a medida que avanzan las horas crece el campamento con nuevas carpas y, curiosamente, las comisiones responden a los mismos nombres que en la capital catalana. En la Puerta del Sol, también las farolas definen cada área de trabajo. Existen tantas comisiones que ambas ciudades disponen incluso de un área de apoyo sanitario en la que en Madrid se distribuyen especialmente analgésicos, mientras que en Barcelona lo más reclamado es un poco de crema solar, gracias a varios trabajadores del sector sanitario afectados por los recortes y que van definiendo turnos de trabajo.

Zona de víveres

Los voluntarios se organizan incluso en subáreas. En la plaza Catalunya, uno de los espacios que más sorprende es la zona de víveres, donde hay cajas enteras de fruta, pan, verduras y bebida. Juanillo, de 46 años, miembro de esta comisión, los donativos son numerosos:«Una mujer mayor, muy humilde, vino ayer con dos barras de pan, que seguro que no le sobraban. Se me cayeron las lágrimas».Y de ciudadanos de a pie a empresas de cátering, como la de Montse:«Siempre que podemos nos solidarizamos con causas como esta. Estuvimos también en Galicia por el tema del chapapote. Queríamos ir a Lorca pero no pudo ser». En Madrid, una sidrería cercana a la plaza lleva ya dos días aportando comida. Javier Saldaña, el dueño, afirma que seguirá acudiendo en solidaridad con la causa.«Están organizados, son limpios, si el Gobierno funcionara como la gente de esta plaza, este país sería una maravilla», dice.

La limpieza es una de las tareas básicas, entre otros motivos porque fue el compromiso adquirido ante la Guardia Urbana en Barcelona para mantener la acampada. En la Puerta del Sol, un empleado del servicio de recogida de basuras aseguraba ayer que los concentrados«se están portando estupendamente».Y tanto Sol como plaza Catalunya cuentan, también gracias a la donación de una empresa, con varios sanitarios portátiles. Los donativos de material han llegado al punto de que ayer en Barcelona se discutía -de forma asamblearia, por supuesto- si seguir aceptando dinero, porque el monto recaudado, unos 700 euros, no se está utilizando.

Otro de los ingredientes clave de ambas acampadas es la información, la difusión de los mensajes. Incluso ahí se ha dividido la tarea entre los que se encargan del área de comunicación y prensa, en la que ayer por la mañana se repasaban las informaciones publicadas sobre la acampada igual que en un servicio de prensa institucional. Eso sí, en Barcelona no existe portavoz. Al contactar con los voluntarios la primera respuesta es esta:«Que quede claro, te hablo a título personal, todos somos portavoces».

Al margen de prensa, existe otro grupo, definido como extensión y difusión para tratar de difundir la convocatoria a otros países. Los mensajes son tan diversos como las propuestas de la comisión de actividades. Ayer en Barcelona el menú era: debate sobre los medios de comunicación, cabaret, taller de malabares y debate sobre la crisis energética.

Todo este despliegue se completó ayer, en el caso de la plaza Catalunya, con la instalación de grandes mapas en los accesos a la plaza. Como si se tratara de un punto de información turística municipal, se indicaban las zonas con material informativo y las diferentes áreas creadas. En Madrid esta organización llevó incluso a crear una área de objetos perdidos, en las que había una cartera con 50 euros o un bolso.

Con toda esta organización -no exenta de lo caótico de ciertos debates improvisados y de pancartas espontáneas- los acampados trataban de captar la atención de turistas, curiosos y personas que acudían a solidarizarse con la acampada para que firmaran en apoyo de su causa. Una causa en permanente revisión, como demostraba la reunión improvisada que unos treinta jóvenes celebraron en Barcelona tras haber participado en una acción pacífica de protesta en el interior de una sede bancaria cercana. Discutían incansablemente sobre lo que se había hecho, cómo se había hecho y, sobre todo, cómo volverlo a hacer.