El fenómeno Páginas

Lorca se asienta en las cercanías de una falla geológica muy activa

Los bomberos derriban un muro afectado por el terremoto, ayer.

Los bomberos derriban un muro afectado por el terremoto, ayer.

ANTONIO MADRIDEJOS
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El choque de dos placas tectónicas que avanzan en sentido contrario, como sucede en la cuenca mediterránea, acumula unas tensiones que acaban liberándose en forma de terremotos. Determinar con precisión cuándo y dónde acontecerá un nuevo suceso es imposible, al menos con fiabilidad científica, pero sí está claro que en ciertos territorios las tensiones entre placas se liberan con mayor facilidad. «Las tensiones estallan en las zonas más débiles», resume Jordi Díez, investigador del Instituto Jaume Almera, centro del CSIC en Barcelona. Una de ellas es la región de Murcia y, en general, todo el sureste español.

«A menudo se piensa que la placa euroasiática y la africana están separadas por una línea recta dibujada con lápiz, pero la geometría del choque es mucho más compleja», añade Díez. La zona de subducción, la frontera donde la placa africana tiende a situarse bajo la placa euroasiática, es amplia e imprecisa. Lo habitual es que las tensiones se acaben liberando gracias a fallas y subfallas de ámbito más local. En Murcia, la más importante es la de Alhama, que recorre la región de noreste a suroeste, y es concretamente una falla de desgarre, es decir, los terrenos no se oponen, sino que avanzan en fricción de forma lateral. A escala mucho mayor, una situación similar se registra con la falla de San Andrés, en el oeste de EEUU, que provoca que California esté avanzando hacia el norte.

La falla de Alhama avanza a un ritmo de 0,1 milímetros por año, de media, una velocidad insignificante si se compara con los dos centímetros anuales de las fallas más activas de Nueva Zelanda. Sin embargo, no es un movimiento desdeñable, como dan fe las roturas documentadas en el acueducto Tajo-Segura.

FALLA SUPERFICIAL / La subfalla donde se asienta Lorca es una fractura de unos 30 kilómetros de longitud y poca profundidad. En el tramo en dirección a Puerto Lumbreras ha deformado el terreno hasta el punto de hacerse visible en fotos aéreas: al este se sitúan los campos de la vega y al oeste se observa la sierra surgida de las fricciones entre placas.

«La magnitud del terremoto no es lo único que influye en la intensidad que luego se percibe», prosigue Díez. Uno de los factores es la profundidad del epicentro, que en Lorca ha sido escasa, apenas un kilómetro, una circunstancia que puede agravar la onda expansiva. El año pasado hubo un temblor en Granada de magnitud 6,3, pero su epicentro se situó a 300 kilómetros de profundidad y solo lo detectaron los sismógrafos. En los efectos apreciados en Lorca también han influido el tipo del terreno -por ejemplo, las rocas sedimentarias tienden a amplificar los temblores- y obviamente la gran cercanía del epicentro a un núcleo urbano importante.

DOS MILLONES DE KILOS / El terremoto liberó una energía similar a la que producen dos millones de kilos de explosivos, según cálculos del Colegio Español de Geólogos. En una nota informativa, la institución recuerda que el temblor evitará en fechas próximas nuevos seísmos de intensidad aún mayor, al menos en la zona de Lorca.

Todos los terremotos registrados en Murcia desde finales del siglo XIX, cuando empezaron a usarse métodos instrumentales modernos, han sido de magnitud moderada. Sin embargo, documentos históricos y pruebas geológicas sugieren que no es descartable un temblor destructor en años venideros. De hecho, esto es lo que opina el geólogo Tomás Rodríguez Estrella, profesor de la Universidad Politécnica de Cartagena y estudioso de la falla de Alhama, quien aseguraba el pasado noviembre: «No pretendo alarmar, pero cada 100 años aproximadamente se produce un terremoto de unos seis grados, y cada 1.000, uno de siete u ocho».