Cambio de un hábito muy extendido
El comercio deberá eliminar las bolsas de plástico en el 2018
Quien más quien menos ya ha empezado a prescindir de ellas y ha vuelto a la antigua costumbre de salir a comprar con un carrito o un capazo. Pero no es suficiente. La guerra a la bolsa de plástico va a ser implacable, asegura el Gobierno. Las que sirven tiendas y supermercados, que algunos consideraban tan útiles y hasta imprescindibles hace un tiempo, tienen por fin fecha de caducidad: el 2018. El Gobierno ha decidido sustituirlas, si no por bolsas de tela o de otros materiales que las hagan reaprovechables, sí al menos por sacos biodegradables.
Y esta vez, anuncia Jesús Huertas, director general de Calidad y Evaluación Ambiental, será inflexible. Sobre todo, visto el escaso éxito de los objetivos marcados en el Plan Nacional Integrado de Residuos, por el que en el 2010 las bolsas de un solo uso debían de haberse reducido a la mitad. Ahora, la intención es que dentro de dos años, el 60% de las que estaban en el mercado en el 2007 -unos 10.500 millones de unidades- hayan sido sustituidas. En el 2015, la cifra debe ascender al 70%, y al año siguiente, al 80%.
En el 2018, según recoge el proyecto de ley, tendrá que haber sido reemplazada «la totalidad de estas bolsas, con excepción de las que se usen para contener pescados, carnes u otros alimentos perecederos». Las empresas que contravengan la normativa se exponen a sanciones de hasta 45.000 euros por infracción grave.
20 CÉNTIMOS / Para las organizaciones ecologistas, la propuesta del Gobierno peca de suave. «Es una oportunidad perdida», lamenta Mercè Girona, responsable de la red Retorna en Catalunya. De entrada, critica Girona, «no se prevé la medida más eficaz y más justa, que es aplicar un gravamen de como mínimo 0,20 euros» por bolsa.
En los países en que existe, la tasa ha logrado que, «en pocos meses, se redujera el número de bolsas en más del 95%», asegura la activista. Con todo, la comisión de trabajo creada por la Generalitat en el 2009 para combatir la proliferación de bolsas de plástico descartó la creación de un impuesto de este tipo por «el rechazo social que podía generar» tal medida en un momento de difícil coyuntura económica.
«La solución no pasa por sustituir el plástico, sino por eliminarlo. Que las bolsas sean de materiales biodegradables, como derivados de la patata, solo aumentará la presión sobre esos derivados», advierte Julio Barea, responsable de las campañas contra la contaminación de Greenpeace-España. No se trata, en suma, de «trasladar el problema de un recurso natural a otro». La entidad ecologista propone que, además de la tasa de 0,20 euros, el Gobierno prohíba de forma explícita la actual distribución gratuita de bolsas.
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