Elisabeth Cardis: «Recibimos a diario dosis bajas pero continuas de radiactividad»

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ÀNGELS GALLARDO

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Es francesa y canadiense, indica. Estudió Epidemiología en Hiroshima (Japón), se doctoró en EEUU y durante 20 años dirigió el grupo de radiación del Centro de Investigación sobre Cáncer, de Lyón (Francia), creado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para conocer el efecto de las emisiones ionizantes en las poblaciones irradiadas. Se centró en el accidente de Chernóbil (Ucrania). Ahora investiga en el Centre de Recerca en Epidemiologia Ambiental, de Barcelona cómo afecta la radiactividad cotidiana a los europeos, y españoles, que nunca han estado en situaciones de alta contaminación.

--En Tokio (Japón) están destruyendo verdura y leche que ha recibido radiactividad de la central de Fukushima. ¿Es posible que esas emanaciones lleguen a Europa?

--Si no hay una gran explosión, y no parece que la vaya a haber, no.

--¿En qué objetos cotidianos de aquí mismo hay radiactividad?

--En casi todos. Hay radioelementos en todo nuestro entorno: en las verduras que comemos, en la tierra donde crecen, en el cosmos. Incluso en los cigarrillos. Sin necesidad de viajar a Chernóbil, estamos en contacto con el polonio y el plomo radiactivos. Recibimos a diario dosis bajas pero continuas de radiactividad. Nuestro objetivo es estudiar qué efecto tiene esto en poblaciones donde nunca ha habido explosiones nucleares ni bombas. Queremos ver si las normas de control son las adecuadas.

--¿Hay radiación en los cigarrillos?

--Sí. Los cigarrillos tienen radiactividad. Las hojas del tabaco contienen polonio 210 que absorben de la tierra. Las personas recibimos de forma natural alrededor de tres milisieverts (unidad de radiación) por año. Quienes viven en zonas altas, más.

--¿A partir de cuántos milisieverts existe peligro para la salud?

--No sabemos. En Hiroshima y Nagasaki, donde la población quedó expuesta a dosis muy altas de radiación en pocos segundos, empezaron a detectar leucemias y cánceres en personas que acumulaban 100 o más milisieverts. Eso no significa que no exista riesgo con menos nivel de radiación. 100 milisieverts equivalen a 50 años de radiactividad natural.

--¿A qué trabajadores investigan?

--A los que manejan aparatos de radiodiagnóstico en hospitales, y a los que se exponen al uranio y al plutonio en la industria nuclear. Los pilotos y las azafatas de vuelo también reciben dosis adicionales de radiactividad a partir de los rayos cósmicos.

--¿Hasta qué punto son un peligro esas dosis bajas de radiación?

--Hace más de 20 años que intentamos responder a esta cuestión. En casi todos los estudios históricos se manejaron los datos de Hiroshima y Nagasaki (Japón) en 1945, donde los irradiados recibieron dosis muy altas. Hay investigadores que dicen que por debajo del umbral de aquellos 100 milisieverts no hay peligro, pero sabemos que hay unas personas más sensibles que otras que sufren cáncer con menos radiación.

--¿Cómo afecta la radiactividad al cuerpo humano?

--Los isótopos radiactivos cortan el ADN y causan mutaciones en los genes que, pasados unos años -entre cinco y 20- dan lugar a leucemia y cánceres. Sospechamos que las bajas dosis de radiación crónica también implican riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Si esto se confirma, habrá que revisar las normas de radioprotección.

--¿Existe alguna relación entre esa radiación cotidiana y el constante aumento del cáncer?

--Podría existir una influencia, pero pequeña. Al accidente de Chernóbil se le atribuye un 0,01% de los cánceres que sufrirán los 570 millones de europeos en una prospección de 80 años. No llegarán a 75.000 tumores: es un número pequeño.

--Entonces, las radiaciones están por todas partes y son inevitables.

--Así es. Lo importante es saber y proteger. Esa es la pretensión de la OMS. Marie Curie desarrolló cáncer porque se guardaba uranio en el bolsillo de su bata de trabajo. Los primeros radiólogos probaban los aparatos de rayos poniendo sus manos en la pantalla.

--¿Qué ignoramos nosotros?

--Nos hacemos muchas preguntas, pero sabemos cosas. Sabemos que las poblaciones que toman poco yodo con la dieta son más vulnerables al cáncer de tiroides, y que si fumas en un ambiente donde hay gas radón (muy radiactivo) aumentará tu riesgo de sufrir cáncer.

--¿Dónde hay gas radón?

--En zonas graníticas, donde hay casas de piedra. En muchos sótanos de Galicia poco ventilados.