UNA POBLACIÓN CONMOCIONADA

La capital de la mala suerte

Altar 8 Flores y velas ante la sucursal de la CAM de Olot, donde ayer fueron asesinados dos empleados.

Altar 8 Flores y velas ante la sucursal de la CAM de Olot, donde ayer fueron asesinados dos empleados.

FERRAN COSCULLUELA
OLOT

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«A Vic le ha tocado el gordo de la lotería de Navidad en dos ocasiones en apenas 30 años. A nosotros nos ha pasado al revés. En un mismo año hemos vivido estas dos tragedias. Es el azar, y no puedes hacer nada para evitarlo». Pep Oliveras, propietario de Art Cristià, la empresa más antigua de Olot dedicada a la fabricación de imágenes religiosas, intenta tomarse de la mejor manera posible el mal trago por el que está pasando su amada ciudad. La capital de la Garrotxa está consternada, conmocionada, en estado de choque. Los 11 envenenamientos confesados por el celador del geriático La Caritat y los cuatro asesinatos a sangre fría perpetrados por Pere Puig Puntí, separados por solo dos meses, han sido demasiado para esta apacible localidad de 32.000 habitantes. De hecho Olot es una de las poblaciones más tranquilas de Girona.

Una paz que se ha visto truncada por la exhumación de una docena de cadáveres, por cuatro balas mortales disparadas a quemarropa que arrancaron otras tantas vidas y por una horda de periodistas que cámara y micrófono en mano están hurgando en todos los rincones de esta pudorosa ciudad. «Pero Olot no es como la describen algunas cadenas de televisión. Tenemos un tejido social y empresarial potentente e innovador, centros culturales como el Museu dels Sants o el Comarcal, clubs de patinaje artístico que han ganado siete campeonatos del mundo, cooperativas como La Fageda, que son un ejemplo que se estudia en muchos países, con una calidad de vida que no tiene Barcelona... Y cuando ves qué es lo que explican de nosotros en algunos informativos te sientes muy impotente y muy pequeño», lamenta Oliveras.

Necesidad de calma

Fina Puigdevall, propietaria de Les Cols, restaurante con dos estrellas Michelin y uno de los hoteles más originales de Catalunya, también lo tiene claro: «Ha sido una tragedia, pero el hecho de que haya ocurrido en Olot es completamente aleatorio. Ha sido un suceso fortuito, pero es verdad que puede afectar a nuestra imagen exterior. Hemos de seguir adelante y trabajar con más ilusión y alegría que nunca», afirma.

Unos buenos propósitos que son compartidos por la mayoría de las fuerzas vivas de la ciudad, pero que requieren de un mínimo periodo de calma para olvidar los malos momentos vividos. Una tranquilidad que el caso de La Caritat puede hacer muy difícil conseguir si se descubren nuevos indicios de ancianos envenenados. «La diferencia entre los de aquí y la gente de fuera es que nosotros conocíamos a las personas fallecidas. Eran gente muy cercana con la que hablábamos días antes de que ocurriera todo esto. Por eso es normal que estemos tan afectados, pero no es justo que se conozca a Olot solo por eso. Esta ciudad tiene muchas cosas buenas y está rodeada de unos espacios naturales únicos, y la gente seguirá viniendo para visitarlos», asegura Irene Bonet, propietaria de la librería El Drac, un establecimiento cultural de referencia en las comarcas de Girona.

«Por desgracia somos protagonistas por unos hechos por los que no deberíamos serlo. Es una situación lamentable, porque somos un pueblo amable y cordial. La gente de la Garrotxa nos distinguimos por nuestro empuje empresarial, económico y cultural, por eso no se nos puede juzgar por el comportamiento de dos individuos. Tenemos que continuar con nuestra vida normal y superar esto», subraya Domènec Espadalè, presidente de la Cámara de Comercio de Girona y destacado empresario del transporte.

Sin explicaciones

El alcalde de Olot, Lluís Sacrest, también considera que lo que está viviendo la ciudad es «una triste coincidencia». Olot está «absolutamente consternada», admite, y ha tenido «mala suerte» por ser el escenario de tantos crímenes en tan poco tiempo. «Nada explica por qué a personas conocidas y respetadas se les cruzan los cables, como ha pasado en estos dos casos. Pero hemos de seguir trabajando con ilusión porque Olot es una ciudad en la que hay buena convivencia», insiste el alcalde.

Una trayectoría que no puede quedar empañada por esos trágicos sucesos, sostiene Eduard Bech, director del Museu dels Sants. «Lo que ha tenido y lo que tiene Olot es su patrimonio artístico, histórico y cultural. Eso es lo que quedará, y todo lo demás se irá», afirma.