El escenario de las conversaciones

Cita en el antiparaíso

Seguridad extrema 8 Un grupo de policías levanta una barrera metálica cerca del escenario de la cumbre.

Seguridad extrema 8 Un grupo de policías levanta una barrera metálica cerca del escenario de la cumbre.

TONI CANO
CANCÚN

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Con carteles de verdes hojitas que sustituyen a la vegetación erradicada del gran complejo turístico, un Cancún blindado ante la narcoguerra que sacude México recibe este fin de semana a buena parte de los 28.000 participantes en la 16ª Convención del Cambio Climático (COP16). El grupo ecologista Cielo, Tierra y Mar (Citymar), que trata de defender los restos del mayor paraíso caribeño, señala: «Cancún es el peor lugar para hacer la COP16, porque es el mejor ejemplo de lo que no se debe hacer».

Aun con la esperanza de que el ambiente cálido y las aguas turquesas desatasquen las negociaciones congeladas en Copenhague, los ecologistas destacan la paradoja de hallarse en un escenario en el que no se ha respetado más ley que la del turismo. Greenpeace resalta que la reunión se realizará en uno de los estados, el de Quintana Roo, «más afectados por el calentamiento global del planeta y también uno de los más vulnerables».

Mientras su barco Artic Sunrise se pierde entre 15 naves de la Armada, el representante de Greenpeace en México, Gustavo Ampugnani, explica que una tercera parte de este país es muy vulnerable: «Este año hubo inundaciones en 11 regiones con un millón y medio de damnificados y pérdidas millonarias». Dice que Cancún, en el norte de Quintana Roo, «no es un ejemplo de protección del medio ambiente» y que las construcciones de los complejos hoteleros de la Riviera Maya «implican una degradación que avanza» hacia Chetumal, la capital, en el extremo sur del estado.

La directora de Citymar, Guadalupe Álvarez, denuncia que esos hoteles «han devastado cientos de hectáreas de manglar y han rellenado y contaminado la laguna que había en el mismo Cancún». Hace 15 días, cuando una explosión aún bajo investigación levantó el suelo de un hotel de la Riviera Maya y mató a cinco turistas canadienses, Álvarez recordó que al construirlo no hubo miramientos con la vegetación y el entorno natural.

Álvarez repite desde la isla de Cozumel lo que ya dijo entonces: «Es inverosímil que la COP16 se celebre aquí, donde las autoridades ni respetan ni verifican la ley de equilibrio ecológico y protección ambiental». Y añade: «Si se respetara la ley, esto sería un paraíso». La veterana ambientalista desgrana una larga lista de desastres cometidos en esta costa, la destrucción del hábitat de muchas especies de peces y moluscos, las playas artificiales, las construcciones aparatosas incluso dentro de la cercana reserva de la biosfera de Sian Ka'an, la puerta del cielo. «Y Cancún -asegura- es el peor ejemplo».

Reunión fortificada

Pero la conferencia se celebrará lejos de todo, incluso de la zona hotelera por la que ya patrullan más de 6.000 policías y soldados. La COP16 inaugura un descomunal centro de convenciones, el Cancunmesse, y reserva para las reuniones de altura el Hotel Moon Palace, ambos fortificados desde hace días porque, más que la degradación ambiental del mayor destino playero de México, lo que pesa alrededor es la espiral de violencia de los cárteles de la droga.

Aunque la narcoguerra no afecta a la zona turística, Cancún. en poder del grupo de Los Zetas y disputada por sus exsocios del cártel del Golfo, no se libra de los secuestros, chantajes y asesinatos. E igual que permitieron la degradación del paraíso, las autoridades no han sido inmunes a los cañonazos de dólares de los narcos. En la cárcel están el exalcalde de Cancún, los exministros de Turismo estatal y local, dos exfiscales y media docena de jefes de la policía. Otros fueron asesinados. Estos días, depredadores y narcos se darán una tregua. Con sus hojitas verdes de bienvenida y sus miles de uniformados, Cancún solo se permitirá estar pendiente de la COP16.