LA SITUACIÓN

Vidas vulnerables

Gracias a la nueva tecnología neonatal, una generación de niños nacidos antes de tiempo en Occidente ha salvado la vida. En Europa nacen cada año más de medio millón de niños que no han tenido una gestación de nueve meses. Su coste en salud es enorme y perdurable. 

À. G.
BARCELONA

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España es el cuarto país de Europa occidental que registra más nacimientos prematuros. En peor situación se encuentran Austria, Alemania y Bélgica. El mejor situado en este tema es Suecia. El dato español adquiere relevancia si se tiene en cuenta que es el país con menos natalidad de la zona.

1 Vidas que eran inviables hace apenas 30 años

A medida que se multiplican en occidente los nacimientos prematuros, avanza la investigación sobre los recursos que intentan mantenerlos con vida mientras completan su maduración fuera del útero. En muchos casos, se trata de niños cuya vida era considerada inviable por la medicina hace apenas 30 años. Aún así, un 63% de todas las muertes de niños menores de 5 años que ocurren en la UE corresponden a bebés prematuros. Las UCI neonatales de los principales hospitales maternales de Catalunya 'Vall d'Hebron, Maternitat del Clínic y Sant Joan de Déu' adaptan para la vida autónoma a niños que pesan 600 o 700 gramos al nacer, pero la tendencia entre los pediatras es no remontar a bebés que no podrán mantener una existencia mínimamente satisfactoria.

2 Los principales órganos están muy inmaduros al nacer

Aunque un feto en gestación está completamente formado hacia la semana 25 del embarazo, sus órganos necesitan otras 15 semanas para nutrirse, madurar y estar preparados para vivir desligados del cordón umbilical. Cada semana de permanecencia en el útero les supone un gran paso en su maduración, explican los pediatras. Nacer a las 25 semanas de gestación implica llegar con todos los órganos vitales extremadamente inmaduros. Lo imprescindible para que no mueran es acelerar la maduración de los pulmones, ya que de ellos depende la oxigenación de todos los órganos del cuerpo. El órgano más vulnerable, no obstante, y del que partirán las posibles secuelas, es el cerebro. El corazón es una excepción, ya que funciona en el útero con independencia de la placenta y al nacer ya está maduro. La impericia de los intestinos, el hígado y los riñones no facilita el desarrollo fuera del útero, ya que sin ellos el niño no puede nutrirse y ganar peso. Si el bebé no adquiere algunos gramos rápidamente, su evolución es incierta. Todo debe ocurrir de forma múltiple y acelerada.

3 En las salas de UCI nunca se habla de supervivencias

Cuanto más precoz ha sido el nacimiento de un niño, más aumentan sus posibilidades de no superar la primera semana de vida. El 50% de los nacidos tras 24 semanas de embarazo fallecen antes de cumplir un mes. En las UCI neonatales nunca se habla del futuro, sino del día presente, una norma que madres y padres acatan y de inmediato dejan de preguntar por el devenir. «Cuando mi hijo cumplió 24 horas, las enfermeras me dijeron que había pasado el riesgo más importante. A la semana, me dijeron lo mismo y a los 15 días, igual. Nunca me dijeron si viviría o no. Nadie lo sabía», explica Imma Solé, mamá de un bebé prematuro. Los pequeños gestos de su hijo son apreciados como enormes avances. Imma ha cambiado sus valores.

4 Sin defensas frente a bronquitis e infecciones víricas

La inmadurez de los prematuros también implica al sistema inmunológico que debería defenderlos de infecciones respiratorias, intestinales u oculares. Aunque las UCI se encuentran en ambientes impolutos, y el personal y los padres visten ropa esterilizada y llevan mascarilla, los bebés sufren bronquitis y diarreas de origen vírico con gran facilidad. Esas infecciones tienen muy difícil tratamiento, aunque se les intenta bajar la fiebre. Las paredes de sus arterias y venas de estos bebés son tan finas y frágiles que son frecuentes en ellos los infartos cerebrales, explica el neonatólogo Josep Perepoch, de Vall d'Hebron.