La reacción de los aficionados

Asilo taurino a catalanes

Clientes de un bar taurino próximo a la plaza de toros de Sevilla.

Clientes de un bar taurino próximo a la plaza de toros de Sevilla.

JULIA CAMACHO
SEVILLA

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«¿Cómo va? ¿Se sabe ya algo?». Los curiosos eran ayer mayoría en los alrededores de La Maestranza, uno de los templos de la fiesta en España. En vez de las vacaciones, la crisis o el sufrido calor, los locales de ambiente taurino mezclaron el café o el aperitivo con el seguimiento del pleno del Parlament, Un debate que coincidían en calificar de«innecesario»y con un trasfondo político que sobrepasaba el argumento meramente ecologista.

En bares como Pepe Hillo, Tendido 1, El Arenal o Taquilla los camareros mostraban ayer un interés insólito en la política catalana y se afanaban, por vez primera, en seguir en televisión el hilo de unas frases en catalán.«Hay que estar aburrido para hablar de esto con la cantidad de problemas que tiene el país», repetía Rafael, asiduo a la tertulia en uno de estos locales con paredes atiborradas de viejos carteles de fotos dedicadas de los diestros.«Aquí suelen venir muchos empresarios, ganaderos, toreros, incluso trabajadores de la Real Maestranza, y les duele mucho toda esta historia»,explicaba el encargado de uno de los locales.

La comparación

Unos y otros coinciden en que«en su casa los catalanes pueden hacer lo que quieran, eso es la democracia»y en pedir«respeto»a una decisión que se puede«llegar a entender».«Pero entonces que se acaben otras fiestas como los toros de fuego, que se termine el lanzamiento de animales desde los campanarios y todas esas cosas»,señala Ventura, dueño de uno de los locales y alguacilillo, ya jubilado, de la cercana plaza.

Para el encargado de otro bar,«desde luego, se podía haber hecho de otra forma»,como hacen en Portugal, sin llegar a matar al animal. Y añade: «Si no les gusta, que no vayan, eso es la libertad».De repente, la charla gira hacia una vertiente política.«Esta historia tiene que ver con el independentismo. En otros países se conoce a España por la fiesta nacional, y eso fastidia a algunos»,asevera Francisco, un albañil también aficionado, para quien los animalistas presentan iniciativas similares continuamente«y nunca salen adelante».Más radical se muestra Rafael, que califica de«dictadura»el que se obligue a alguien a irse de su tierra para poder ver toros.

Tampoco falta quien sugiere nuevos destinos para La Monumental, como«un bar de caracoles o de rabo de toro», y brindaasilo políticoa los aficionados catalanes que quieran seguir viendo toros. «Para nosotros puede ser más negocio»,ríe el encargado, mientras otro cliente, más avispado, augura paquetes promocionales de descuento con entrada a la plaza y billetes del AVE.