La obsesión por Maddie

JUAN RUIZ SIERRA / MADRID

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A Madeleine McCann --la niña inglesa presuntamente secuestrada el pasado 3 de mayo cuando dormía en un apartamento del Algarve portugués mientras sus padres, ambos médicos, cenaban en un bar de tapas cercano-- todos los británicos la llaman ahora Maddie. A secas. Por pura lógica, al circo mediático creado en torno a ella, en el que participan la prensa, las grandes empresas, los políticos y los jugadores de fútbol y de críquet del país, se le conoce como laMaddiemanía, un fenómeno que mantiene casi hipnotizado a buena parte del Reino Unido como solo lo había hecho antes la muerte de la princesa Diana de Gales, hace ya 10 años.

¿Por qué --se preguntan los diarios británicos menos adictos a esta historia-- la desaparición de una menor de 4 años ha sido capaz de eclipsar la despedida del primer ministro Tony Blair? ¿Por qué, si cada año son secuestrados en el Reino Unido cerca de 750 niños, se está dando un furor alrededor de esta niña en concreto muy alejado de la tradicional flema británica y no hay día en el que los informativos televisivos no abran con el caso, haya o no haya noticia que dar? ¿Por qué?

Porque la historia de Madeleine McCann tiene todos los ingredientes de la buena receta melodra-

mática. Una menor angelical en manos de un supuesto monstruo. Unos padres que, a pesar de cometer el descuido de dejar solos por la noche a su hija y a sus dos hermanos pequeños, se dedican a salvar vidas y son católicos practicantes. Un emotivo misterio con final abierto que cualquier persona puede, en principio, ayudar a resolver. Así que ahora la peor pesadilla de todo padre se ha convertido en la peor pesadilla detodoslos padres.

Hay decenas de periodistas bri-

tánicos en Praia da Luz, el enclave turístico donde la familia McCann pasaba sus vacaciones. Hay decenas de multinacionales, desde Carrefour hasta McDonald's, pasando por Telefónica, que han distribuido imágenes de Madeleine a través de sus páginas web. Hay cientos de personas que pasaron el puente de mayo en el Algarve y que, respondiendo a la llamada de la policía británica, han enviado las fotos que tomaron entonces, por si acaso aparece en ellas algún delincuente fichado.

Hay decenas de portales --www.findmaddie.com, www.please-find-

that-grl.bebo.com o la oficial www.bringmadeleinehome.com, que ya ha recibido más de 135 millones de visitas-- dedicados en exclusiva a la historia. Hay deportistas, como David Beckham, que han grabado un vídeo para colaborar en la búsqueda de la niña. Hay partidos de fútbol, como la final de la Recopa, celebrada en Glasgow entre el Español y el Sevilla, en los que se reparten octavillas con el rostro de Madeleine. Hay millonarios que han ofrecido recompensas --hasta un total de más de siete millones de euros-- por alguna información sobre su desaparición o paradero. Hay decenas de políticos que han aparecido por el Parlamento británico con un lazo amarillo para expresar su solidaridad con la familia McCann. No hay apenas pistas sobre el secuestrador de la pequeña.

Peregrinación a Fátima

"Ni el país ni los medios de comunicación muestran mucho juicio al responder a la trágica desaparición de una niña como nuestros antepasados habrían respondido a una declaración de guerra",escribió hace poco el columnista Stephen Glover enThe Independent, lo que no ha impedido que su diario --uno de los más prestigiosos de Gran Bretaña-- publicara un extenso artículo sobre el santuario de Fátima el jueves pasado, un día después de que los McCann lo visitaran para rezar por Madeleine.

Sin embargo, ya ha pasado casi un mes desde que la niña fue vista por última vez, toda noticia tiene su fecha de caducidad y esta empieza a mostrar síntomas de agotamiento. Los McCann han reconocido, en privado, que temen que el foco mediático deje de apuntarles, pero ¿cuánto tiempo más puede durar laMaddiemanía? Por el momento, 200 radios británicas anunciaron ayer que harían"todo lo posible"para mantener la atención del público.