Juan Pablo II se planteó la renuncia en el 2000

El secretario del Papa ratifica en sus memorias la voluntad de Wojtyla

JORDI CASABELLA / BARCELONA

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Cuando en el 2000 se disponía a cumplir 80 años y los síntomas de la enfermedad del Parkinson se hacían cada vez más perceptibles, Juan Pablo II se planteó seriamente la posibilidad de renunciar al liderazgo de la Iglesia católica que los cardenales le habían confiado en 1978. Y no solo eso, sino que también pensó en estipular que los pontífices, al llegar a esa edad, se jubilaran, a imagen y semejanza de lo que hacen los cardenales, que pierden su condición de electores en un eventual cónclave. O los obispos, que dejan el gobierno de las diócesis a los 75 años desde que así lo decidiera Pablo VI.

La revelación no es nueva. Surgió en los días posteriores a su fallecimiento, en abril del 2005, cuando se abrió su testamento, pero entonces hubo quien cuestionó que la intepretación de que había acariciado la dimisión fuese la correcta. Ahora, su fiel secretario durante cuatro décadas, recompensado tras la muerte de Wojtyla con la púrpura cardenalicia y la titularidad del arzobispado de Cracovia, Stanislaw Dziwisz, termina por despejar las dudas en las páginas de sus memorias, que mañana salen a la venta en Italia.

El secretario cuenta enUna vida con Karolque el Papa no sólo dejó escritas sus reflexiones en el testamento, sino que reunió al núcleo duro de sus asesores, entre los que figuraba Joseph Ratzinger, su sucesor, y les puso al tanto de sus intenciones. Y que Juan Pablo II llegó a aprobar un procedimiento que facilitase su retirada en caso de que el avance de su enfermedad le inhabilitase para presidir la Iglesia católica.

EL ATENTADO

Dziwisz sostiene en el libro, editado por Rizzoli, que la extinta Unión Soviética, a través del KGB, estuvo detrás del atentado que el Pontífice polaco sufrió en la plaza de San Pedro en 1981 de manos del turco Alí Agca, que casi acaba con su vida, porque Wojtyla constituía una amenaza para el régimen soviético y su influencia en la Europa del Este. Y como botón de muestra de sus difíciles relaciones con las autoridades polacas, desvela como a Wojtyla le requisaron el pasaporte diplomático en la frontera cuando salió del país en 1978 para acudir al cónclave que le proclamó Papa.