'The jinx (El gafe)', segunda parte: el después de una confesión a micro abierto en un baño

Si hubiera que señalar momentos clave en el desarrollo de la actual fiebre por el 'true crime', habría dos más que obligados. Por un lado, el pódcast 'Serial' de Sarah Koenig, que arrancó en 2014 con la reconstrucción del asesinato de la estudiante Hae Min Lee en 1999, y ya hablando en términos audiovisuales, el estreno en 2015 de la docuserie 'The jinx (El gafe)', en la que el cineasta Andrew Jarecki exploraba los misterios alrededor del empresario Robert Durst, sobre el que sobrevolaban sospechas por la desaparición de su primera esposa, Kathleen McCormack, y los asesinatos de su vieja amiga Susan Berman y un vecino llamado Morris Black. Cinco años antes, Jarecki ya había abordado su historia desde la ficción en la película 'Todas las cosas buenas', con Ryan Gosling como un heredero inmobiliario que era claro trasunto de Durst. 

Tanto 'Serial' como 'The jinx (El gafe)' arrojaron nueva luz sobre los casos abordados y obligaron a las autoridades a volver sobre lo sucedido. Al presunto culpable de la muerte de Lee, Adnan Syed, su exnovio del instituto, se le acabó concediendo un nuevo juicio; la fiscalía retiró todos los cargos en octubre del 2022. En el caso de Durst, las pruebas encontradas por el equipo de la serie de HBO condujeron a su arresto por el asesinato de Berman solo unas horas antes de emitirse el episodio final. Aquel donde el propio criminal se decía a sí mismo en un baño, inconsciente de llevar encima un micro abierto, algunas palabras tristemente icónicas: "¿Qué demonios hice? Los maté a todos, por supuesto". 

Un mapa de Cuba

La historia parecía más o menos acabada, pero este lunes, día 22, llega a HBO Max una secuela de ocho episodios. Todo, todo y más, casi demasiado, sobre el después de la confesión, empezando por los detalles del arresto de Durst en un Marriott de Los Ángeles. Los detalles imposibles de inventar, propios de la más excéntrica novela negra, siguen ahí: en la habitación del sospechoso había una máscara de látex, un revólver cargado, unos 44.000 dólares en metálico, un buen alijo de marihuana y un mapa de Cuba. 

También vuelven los personajes imposibles, empezando por el propio Durst, cuyas llamadas de prisión a amigos y conocidos son dignas de ser escuchadas, y siguiendo por fans fatales del susodicho como Chris Lovell, miembro del jurado que en 2003 le absolvió por la muerte de Black, en principio por creer en la defensa propia, aunque Durst descuartizara el cuerpo, o el ejecutivo publicitario (con sueños de estrella de rock) Nick Chavin, testigo secreto en 2017. 

El más destacado héroe de la función es John Lewin, fiscal adjunto de distrito de Los Ángeles, experto en casos sin resolver, que luchó a brazo partido por derribar a una defensa liderada por dos pesos pesados de la relativa justicia: el abogado de defensa criminal Dick DeGuerin, que tuvo al líder de secta David Koresh entre sus clientes, y el no menos experto en defender a figuras criminales David Chesnoff. 

No es lo mismo

Esta segunda parte de 'The jinx (El gafe)' se parece mucho a la primera. Ya no suena 'Fresh blood' de Eels en los créditos, pero sí otro temazo rock con espíritu R&B, en este caso de Nathaniel Rateliff & The Night Sweats. De nuevo, el metraje más mugriento se combina con recreaciones de enorme aura de misterio, en parte porque los actores siempre aparecen filmados de espaldas. Tenemos, como decíamos, los detalles pintorescos o los personajes increíbles. Pero es difícil no tener la sensación de estar ante una imitación innecesaria, una prolongación con fines espurios de algo que ya debería estar archivado en un cajón. 

Durst murió en prisión en 2022, solo unos meses después de ser condenado a cadena perpetua sin posibilidad de condicional. Es decir, la familia de McCormack se quedó sin un juicio que hubiera podido saciar su sed de justicia. Y ocho semanas adicionales de titulares sobre 'The jinx (El gafe)' no les ayudarán a pasar página.