Crítica de serie

'Such brave girls', revelación en Filmin: llega una creadora libre y salvaje

En su primera serie propia, la cómica de 'standup' Kat Sadler pulveriza los cánones de la femineidad y hace bromas de los temas más inapropiados

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Kat Sadler (Josie) en una imagen de 'Such brave girls'

Kat Sadler (Josie) en una imagen de 'Such brave girls' / Filmin

Juan Manuel Freire

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'Such brave girls'

Creadora: Kat Sadler

Dirección: Simon Bird 

Reparto: Kat Sadler, Louise Brealey, Lizzie Davidson

País: Reino Unido 

Duración: 24 min. (6 episodios)

Año: 2023

Género: Comedia  

Estreno: 19 de marzo de 2024 (Filmin)

★★★★

Durante el último par de décadas, un ilustre puñado de creadoras han pulverizado los cánones de la femineidad tradicional a través de comedias televisivas libres y salvajes, intentos de recordar que las chicas tienen derecho a portarse mal, a no ser perfectas, a hacer chistes guarros o incómodos. Hay que reivindicar más a menudo 'Pulling', verdadera revelación de Sharon Horgan casi una década antes de 'Catastrophe'; ambas hacían saltar los cánones de la comedia romántica por los aires. Y seguir hablando de 'Girls', con sus heroínas complejas, reales, egoístas. Y pedir que llegue al 'streaming' de una vez 'Broad City', retrato de un par de encantadoras perdedoras. E invitar a Phoebe Waller-Bridge a volver a hacer algo como 'Fleabag', cuya protagonista resultaba atrayente no por sus limitadas virtudes, sino por su falta de propósito en la vida.

Ahora llega por fin a España 'Such brave girls', "sitcom familiar sobre el trauma", en palabras de su creadora, la cómica de 'standup' y guionista televisiva Kat Sadler, que conduce a nuevas cotas de descaro esa especie de feminismo sucio televisivo. Como 'Girls', es una serie de ímpetu confesional con la que su autora pretende convertir sus problemas en comedia y así dejarlos un poco atrás. Hace unos años acabó internada tras un par de intentos de suicidio. Cuando se lo contó a su hermana, Lizzie Davidson, esta le contestó que, bueno, al menos ella no tenía una deuda secreta de… ¡veinte mil libras! 

En lugar de revolcarse en el dolor, decidieron reírse de sus respectivas situaciones en una serie que escribiría Sadler y protagonizarían ambas. En ella encarnan con curiosa maestría (es su primera vez en pantalla) a Josie (Sadler) y Billie (Davidson), preocupantes hijas de Deb (Louise Brealey, la Molly Hopper de 'Sherlock'), una mujer soltera no por voluntad propia, sino por las chicas que vienen en el 'pack' de salir con ella. 

La aspirante a artista Josie carga (o se pone cargante) con el peso de una infancia traumática marcada por la ausencia de un padre que se fue a por bolsas de té y nunca volvió. Se define como 'queer', pero prefiere estar con chicos, incluso con uno tan irritante como Seb (Freddie Meredith), porque así no siente nada: "Las chicas provocan un montón de sentimientos raros y especiales". Billie tiene más energía que Josie, pero se parece a ella en su escasa autoestima. Se revuelca con gusto en la dependencia emocional de su expareja, el tóxico Nicky (Sam Buchanan), ahora liado con una chica que es todo "vive, ríe, ama"; ellas son más, dice Josie, "muerte, silencio y odio". Por eso parecen estar siempre a punto de arruinar las posibilidades de su madre con Deb (Paul Bazely), viudo con una casa enorme, un iPad del que no se despega y, en principio, también dinero, pero que hace pagar todo a Dev, el personaje increíblemente endeudado en esta versión de la historia.

La productora-distribuidora A24 no es infalible ni mucho menos (recordemos, o mejor, olvidemos 'The idol'), pero ha vuelto a acertar de pleno apostando por el talento irreverente de Sadler. Ya desde ese título escrito en pantalla con pelos pegados en la ducha, un poco al estilo de la portada del disco 'Stumpwork' de Dry Cleaning, la serie es todo gloriosa suciedad. Hay momentos hilarantes sobre pedos, mocos, caca, pis o escupitajos. O bromas no menos efectivas sobre los temas más inapropiados, como la salud mental, el suicidio, la depresión, el aborto o la religión. El sexo, igual que en 'Girls', es feo e inoportuno.

Aunque algo de verdadera tristeza se filtre entre las juntas, sobre todo en el sexto episodio, Sadler nunca se deja llevar del todo por tentaciones dramáticas; por el afán de decirnos que, en el fondo, esto es una serie seria y que sus temas merecen el respeto más solemne. Cada episodio son 24 minutos que se hacen muy cortos, sobre todo a partir del tercero, cuando la serie ya es una máquina perfectamente engrasada. O mejor aún, perfectamente grasienta