Crítica de serie
'Mary & George', estreno en SkyShowtime: una serie poco original con una Julianne Moore simplemente imperial
La actriz fetiche de Todd Haynes es, sin sorpresas, el mejor gancho de un calenturiento drama palaciego con discretos intentos satíricos
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Juan Manuel Freire
Periodista
Periodista y crítico cultural.
'Mary & George'
Creador: D. C. Moore
Dirección: Oliver Hermanus, Alex Winckler y Florian Cossen
Reparto: Julianne Moore, Nicholas Galitzine, Tony Curran, Laurie Davidson
País: Reino Unido
Duración: 50 min. aprox. (7 episodios)
Año: 2024
Género: Drama histórico
Estreno: 8 de marzo de 2024 (SkyShowtime)
★★★
Julianne Moore es casi sinónimo de cine, pero ni siquiera la actriz fetiche del adorado autor Todd Haynes es extraña a la televisión: se curtió a conciencia en un culebrón ('As the world turns'), se dejó ver en un telefilme 'lovecraftiano' ('Hechizo letal', de 1991) y debutó en el cine… en el 'spinoff' de una serie ('Cuentos desde la oscuridad'). E incluso después de trabajar con Robert Altman y los Coen y Paul Thomas Anderson y básicamente todos los mejores cineastas estadounidenses, quiso aparecer en una gran racha de episodios de 'Rockefeller Plaza' o protagonizar la miniserie 'La historia de Lisey', adaptación del libro de Stephen King a cargo de Pablo Larraín ('Jackie', 'Spencer').
Por eso no debería sorprendernos, o hacerlo relativamente, ver a Moore protagonizando la miniserie 'Mary & George', sobre todo si tenemos en cuenta que últimamente el prestigio se consigue abrazando la narración serializada, en lugar de evitándola o considerándola un último recurso. Actrices y actores más allá de la treintena llevan décadas encontrando aquí grandes papeles, ofertas más sustanciosas que cualquier rol secundario en el complejo industrial del cine superheroico.
El personaje que le ofrecía 'Mary & George' era indeciblemente tentador: Mary Villiers, aquella mujer de orígenes humildes que, a base de maniobras oscuras, acabó medrando en la alta sociedad y la corte de la época jacobina; hoy en día se la conoce como la Condesa de Buckingham. Uno de sus útiles en ese ascenso fue su propio hijo George (Nicholas Galitzine, príncipe Henry de 'Rojo, blanco y sangre azul'), al que educó y manipuló para que se convirtiera en amante del rey Jacobo VI de Escocia y I de Inglaterra (Tony Curran, el Van Gogh de 'Doctor Who').
En el primer episodio vemos a Mary enviar a su George a Francia, donde el libertinaje campa a sus anchas y la serie se convierte en 'Versalles'. Ella se quedará en casa buscando a un marido que le permita seguir escalando posiciones, por pequeñas que sean. Aunque perfectamente ingenuo en un principio (incluso su gesto más dramático es un fracaso), George va adquiriendo autonomía y empieza a querer hacerse valer como algo más que una cara bonita, lo que no gusta del todo a su madre.
Creada por el dramaturgo D. C. Moore (episodios de 'Killing Eve' o 'Temple') a partir de un libro de no ficción de Benjamin Woolley, la serie cuenta con un interesante director principal: Oliver Hermanus, quien ya exploró sexualidades clandestinas y deseos reprimidos en películas como la premiada en Cannes 'Belleza' o 'Moffie'. Pero, a pesar de este pedigrí, 'Mary & George' no se distingue en exceso de tantas otras intrigas palaciegas movidas por pulsiones sexuales y ansias de poder, unas y otras inextricablemente ligadas; casi cada acto sexual es una estrategia más que un arrebato. Ni la ligera suciedad del diseño de producción ni la visceralidad de los diálogos (a veces ineficazmente satíricos) son ya elementos novedosos en un drama de época. En este sentido, la todavía reciente 'Becoming Elizabeth', sobre cómo llegó una adolescente huérfana (la Isabel Tudor de Alicia von Rittberg) a convertirse en reina, exploraba esa línea realista con mucha mejor suerte.
El mayor gancho acaba siendo, sin sorpresas, el trabajo de Moore como Villiers, todo inteligencia sibilina y frialdad cortante, aunque tampoco se puede olvidar la labor de Nicola Walker ('Annika') como la precavida Lady Hatton, ni mucho menos la de Niamh Algar ('Censor') como Sandie, dueña de burdel que se hace con algo más que el cuerpo de Mary. Son todas ellas actrices capaces de elevar el material por encima de lo simplemente genérico y hacer que en la pantalla salten chispas de diversa categoría.
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