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'Todos quieren a Daisy Jones', la serie de Prime Video que has de ver si te gusta el rock

Riley Keough es la Stevie Nicks de unos Fleetwood Mac imaginarios en esta lujosa adaptación del libro de Taylor Jenkins Reid

Crítica de 'Todos quieren a Daisy Jones': un homenaje al rock de los 70 que no acaba de prender

Crítica de 'Todos quieren a Daisy Jones': un homenaje al rock de los 70 que no acaba de prender / Prime Video

Juan Manuel Freire

Juan Manuel Freire

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Después de convertir éxitos literarios como 'Big little lies' y 'Little fires everywhere' en series aún más famosas, la compañía Hello Sunshine (de Reese Witherspoon) vuelve a probar suerte en esta línea con 'Todos quieren a Daisy Jones', adaptación del exitoso libro de Taylor Jenkins Reid sobre una imaginaria banda 'soft rock' sospechosamente similar a Fleetwood Mac

Al contrario que aquellos, Daisy Jones & The Six no supieron convertir el caos interno en constante inspiradora. Su implosión y separación llegó en mitad de la gira de presentación de su primer y único álbum, el exitosísimo 'Aurora', cuyo título rima un poco con 'Rumours', el disco más famoso de Stevie Nicks, Lindsey Buckingham y compañía. 

La serie arranca veinte años después, cuando los (ex)miembros del grupo se han decidido por fin a hablar de su intrahistoria, de su ascenso a la fama y todo lo que les condujo a la debacle. Riley Keough, nieta de Elvis, pero sin experiencia musical previa, encarna a la Nicks de todo esto, 'groupie' convertida en aspirante a Carole King. A su lado, el británico Sam Claflin como el otro cantante del grupo, Billy Dunne, tan puntilloso como Buckingham; Will Harrison como Graham, hermano pequeño y menos carismático del anterior, o Suki Waterhouse (que está haciendo carrera musical al amparo de Sub Pop) como la teclista Karen Sirko, equivalente de la llorada Christine McVie, lo que (pequeño 'spoiler') convertiría a Graham en John McVie, cuyo segundo nombre era… Graham. 

Daisy Jones & The Six crecen, crecen y crecen a pesar de, o gracias a, las complicaciones del triángulo amoroso que conecta a Jones con Billy Dunne y su esposa Camila (Camila Morrone), personaje de inquietudes propias más desarrolladas que en el libro. Es solo una de las diversas libertades que se toman los guionistas Scott Neustadter y Michael H. Weber para su adaptación, bastante fiel, eso sí, en cuestiones de formato: de la historia oral pasamos a un cruce de falso documental y ficción convencional en el que los personajes pueden prepararnos para escenas a punto de suceder o comentar las recién vistas. Como en el libro, cada cual recuerda las cosas a su manera. Entre los consultores de la serie aparecen, con toda lógica, miembros de Broken Social Scene, colectivo 'indie rock' canadiense que sabe mucho de caos, lucha fratricida e incidencias internas de todo calado. 

Aunque abunden las versiones diferentes de lo mismo, hay algo que queda claro: en la industria de la música, como en demasiadas otras, una mujer ha de luchar injustamente por ser tomada en serio. "No soy la musa de alguien. No soy una musa. Soy ese alguien", dice Jones también en la serie al enésimo hombre que no la toma en serio como creadora. Por su parte, Sirko decide minimizar su posible sensualidad para ser admirada en lugar de deseada.

Por su contexto histórico y tono idealizado, a pesar de la misoginia o las adicciones destructivas, la serie parece una extensión de 'Casi famosos', de Cameron Crowe. Pero la batalla creativo-sentimental entre Daisy y Billy remite a la última 'Ha nacido una estrella', sobre todo por el (algo tópico) retrato del combatiente masculino como genio afectado. Menos efectiva que cualquiera de estas dos películas, 'Todos quieren a Daisy Jones' se acaba quedando en paseo distraído por los lugares comunes de la mística del rock de los setenta

Pudo ser memorable y no solo estimable de contar con mejores canciones. Cuando el superproductor Teddy Price (Tom Wright), especie de Quincy Jones imaginario, pone cara de fascinación por lo que está escuchando, no siempre es fácil entender por qué. Y eso que el equipo reunido para los temas originales es lujoso. Al frente encontramos a Blake Mills, productor célebre por su trabajo con Alabama Shakes, John Legend o Perfume Genius, además de exquisito artista en solitario. Phoebe Bridgers le ayuda en alguna composición. Pero 'Aurora' no es 'Rumours', aunque en honor a la verdad pocos discos, e incluso pocas cosas en este mundo, lo son.

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