Crítica de serie

'Ellas dan el golpe': bateando contra la opresión

Esta extensión en serie de 'Ellas dan el golpe' que llega a Prime Video muestra a un puñado de mujeres afirmando su identidad sexual y de raza 

'Ellas dan el golpe': bateando contra la opresión

'Ellas dan el golpe': bateando contra la opresión / Prime Video

Juan Manuel Freire

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En verano de 1992 triunfaban en Estados Unidos 'blockbusters' como 'Arma letal 3' y 'Batman vuelve', pero con menos explosiones, 'Ellas dan el golpe' logró también atención masiva e interesar incluso en países donde el béisbol es una ciencia ignota. Recordemos que la película de Penny Marshall ('Big', 'Despertares') explicaba cómo, tras el estallido de la segunda guerra mundial y el consiguiente desplazamiento de jugadores a las trincheras, el dueño de los Cubs de Chicago tuvo la idea de reactivar la industria con equipos femeninos. A uno de ellos iban a parar las hermanas Hinson, elegante Dottie (Geena Davis) y revoltosa Kit (Lori Petty), finalmente convertidas en rivales. 

Ahora se ha olvidado por completo, pero un año después del golpe se estrenó una secuela en formato serie a cargo de los mismos guionistas (Lowell Ganz & Babaloo Mandel, los de '1, 2, 3… Splash', entre muchos éxitos) y con la propia Marshall como directora del primer episodio. Solo se emitieron cuatro más; el sexto se quedó cogiendo polvo en alguna estantería. Quizá porque al público le costó ver a los mismos personajes con, en la mayoría de casos, otros actores: Carey Lowell sustituía a Davis; Sam McMurray, a Tom Hanks en el papel del entrenador Dugan. 

Es un error que evitan Abbi Jacobson ('Broad City') y Will Graham ('Mozart in the jungle') con su propia 'Ellas dan el golpe', en la que se repasa de nuevo la creación de la primera liga femenina de béisbol profesional, pero se propone un nuevo set de personajes y, más significativamente, se da voz a clases de mujeres casi invisibles en la película original. 

Jacobson se ha reservado un papel estelar, el de Carson Shaw, ama de casa de Idaho que decide dejarlo todo por el béisbol tras enterarse de que su marido soldado va a volver a casa. Carson no se siente cómoda con las nociones tradicionales de femineidad y romanticismo: lo que le gusta de 'Orgullo y prejuicio', según explica a una asustada compañera de viaje, es que "no es un cuento de hadas", sino que Elizabeth tarda en sentir cualquier clase de cosquilleo por tener a Darcy cerca. Ese cosquilleo sentido por Carson en Chicago cuando su nueva amiga Greta (D'Arcy Carden), equivalente de la ligona Madonna del filme de 1992, tontea irresistiblemente con ella. 

El segundo personaje más relevante es Maxine (Chanté Adams), una promesa del béisbol que no accede a las pruebas por ser negra. Pero ella no se rinde ante la segregación, sino que se las apaña para colarse en el equipo de la fábrica local. Esto no es del todo ucronía: Max es un cruce de tres mujeres, Mamie Johnson, Toni Stone y Connie Morgan, que llegaron a jugar en las Ligas Negras. Aquí todas dan el golpe, no solo si son chicas blancas de padres del Medio Oeste: la española Priscilla Delgado (Lucía en 'Los protegidos') y la mexicano-estadounidense Roberta Colindrez (Tako en 'Girls') aportan el necesario elemento latino. 

Si la película original se centraba, básicamente, en la rivalidad entre hermanas y el arco de redención de Dugan, jugador caído en desgracia por el alcohol y resurgido como entrenador, en esta las historias clave hablan de mujeres emergiendo de múltiples formas de opresión a través del deporte. Es un proyecto noble algo lastrado por el inevitable (a pesar de todo) déjà vu y una eficacia cómica solo moderada. Jacobson y Hunt parecían buscar una 'Sra. Maisel' con el béisbol como plataforma hacia la liberación femenina, pero decir muy rápido los diálogos no los hace necesariamente divertidos.

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