SERIE

Crítica de 'Jupiter's legacy': problemas con (super)papá

La adaptación del cómic de Millar y Quitely es un drama superheroico sin profundidad ni electricidad 

Crítica de 'Jupiter's legacy': problemas con (super)papá

Crítica de 'Jupiter's legacy': problemas con (super)papá / Netflix

Juan Manuel Freire

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hace ahora casi cuatro años, el guionista de cómics Mark Millar se hizo todavía un poco más rico cuando Netflix adquirió su sello Millarworld por casi 25 millones de libras. El acuerdo no incluía sus propiedades más conocidas, 'Kick-Ass' y 'Kingsman', pero había más que suficiente material para empezar a trabajar. Si por algo es conocido Millar, además de por su obstinación en subvertir el mito del superhéroe, es por no saber dejar de crear.

'Jupiter's legacy', título cocreado con el dibujante Frank Quitely, tenía potencial como serie por ser un relato que cubre varias generaciones y que cuenta con una rica colección de personajes. Los principales son Utopian y Lady Liberty, pareja de superhéroes que lleva salvando el mundo con familiares y colegas desde los años treinta, cuando todos adquirieron sus poderes tras pisar una isla misteriosa. Shel y Grace (esos son sus verdaderos nombres) quieren pasar el testigo a sus hijos, pero Brandon y, sobre todo, Chloe son 'celebrities' vacuas sin gran respeto por los ideales del supergrupo La Unión (otros La Unión). Además de con sus vástagos, Utopian debe luchar con su hermano Walter, alias Brainwave, centrado en dar un paso más allá en el control del país y meter a los superhéroes en política.

Las esperanzas en torno a la serie empezaron a bajar cuando, en septiembre de 2019, trascendió que su creador, Steven S. DeKnight ('Spartacus'), se iba del proyecto por diferencias creativas; fue sustituido por Sang Kyu Kim (guionista de 'The walking dead'). Esta clase de cambios, más a mitad de rodaje, siempre hacen sospechar lo peor: la falta de una visión clara en la que todas las fuerzas creativas e industriales detrás de una serie crean por igual.

Y visto el resultado, si imaginaban lo peor, imaginaban bien. La visión que ha prevalecido en esta serie parece una de confortable consenso, de miedo al riesgo. Eso en un momento en que la tele permite a los superhéroes ser tan cínicos como en 'The boys' o tan lunáticos como en 'Watchmen'. Donde en las viñetas había dos hijos cínicos, sin mucho interés por el Código de sus padres, ahora tan solo Chloe (Elena Kampouris) lleva realmente una vida disoluta y alocada; Brandon (Andrew Horton, con algo de joven Jason Patric) no se deja tentar por superficialidades. La rebaja en el humor negro no molestaría si viniera acompañada de conflictos dramáticos con verdadero interés.

Carente de cualquier tensión narrativa, 'Jupiter's Legacy' alterna morosamente entre secuencias de acción superheroica no especialmente distinguidas y, sobre todo, diálogos eternos sobre un par de asuntos recurrentes: 1.) qué conlleva ser hijo de un hombre con superpoderes, y 2.) si los superhéroes deben meterse o no en cuestiones de gobierno. Todo ello inflado con una trama pretérita que solo era un prólogo en el cómic y aquí se convierte en larga, larguísima historia de orígenes con un suceso trágico por medio. Farragosa en su desarrollo, en el tercer capítulo la serie nos presenta a toda una gama de nuevos personajes que se convierten en momentáneos antihéroes de la acción. No sabemos dónde mirar, ni si hace falta hacerlo.

¿Qué serie quería realmente DeKnight? ¿Por qué Millar no ha luchado para preservar su visión original? ¿O es que ahora crea más pensando en su más joven descendencia, con edad suficiente para interesarse por las obras del padre? Seguramente nunca tendremos respuestas para nada de esto. Sea como sea, el Millarworld de Netflix arranca con preocupante déficit de diversión y emoción. 

Suscríbete para seguir leyendo