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'Que viene el lobo': un 'thriller' social sobre la duda del maltrato

Movistar+ estrena una premiada serie danesa sobre la intervención de los servicios sociales en la protección de menores

'Que viene el lobo': un 'thriller' social sobre la duda del maltrato

'Que viene el lobo': un 'thriller' social sobre la duda del maltrato / DR

Juan Manuel Freire

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A mediados de los noventa, Lars von Trier desmintió con 'El reino' cualquier noción establecida sobre lo que podía ser una serie danesa. Fue un punto y aparte para la cadena pública DR, decidida desde entonces a hacer rimar ficción episódica con ambición visual. Tras un viaje revelador a varios rodajes en Los Ángeles, sus productores se decidieron, además, a apostar por el 'showrunner'. "Siempre tenemos al guionista-productor como líder del equipo", nos contaba hace unos años Piv Bernth, jefa de ficción de DR en los días de 'Borgen' y 'Bron (El puente)'. "Por otro lado, como cadena pública, no podemos dejar de contar historias que reflejen las vidas de los daneses".

Bernth ejerce ahora como productora por su cuenta, pero las series de DR siguen ajustándose, bajo la supervisión de Christian Rank, a ese mismo modelo: producciones creativamente ambiciosas que abordan algún aspecto de la sociedad del país. La historia de 'Que viene el lobo' (Movistar+, desde el martes, día 16) es íntima y personal, pero también sistémica. A partir de la narración poliédrica de un posible caso de maltrato intrafamiliar, se explora el laberinto de los Servicios Sociales y las repercusiones de su intervención en la protección de menores.

"El de trabajador social es un oficio que me fascina", nos explica por videollamada Maja Jul Larsen, creadora de una serie propia (con cinco premios Robert, los Emmy daneses) tras escribir guiones para 'Borgen', 'La ruta del dinero' y 'The legacy'. "Esas personas tienen el poder de sacar a los niños de sus casas si piensan que sus padres no están capacitados para cuidarles. Pero llegar a esa conclusión no es sencillo; es algo increíblemente complejo. Yo misma, como madre, me pregunto a veces si soy buena en lo que hago, y me fascina que alguien pudiera vigilarme y darme una respuesta".   

La verdad es escurridiza

Larsen no nos ofrece, al menos de entrada, ninguna respuesta fácil. Todo son ambigüedades respecto al caso de Holly (Flora Ofelia Hofmann Lindahl), una adolescente de 14 años que ha escrito para clase una redacción de lo más inquietante. El tema era 'un día en mi vida', y ese día Holly acababa siendo agredida físicamente por su padrastro tras una tensa cena en el jardín.

Un curtido orientador familiar, Lars Madsen (Bjarne Henriksen, el padre de la chica desaparecida en 'The killing', versión nórdica), trata de arrojar luz sobre una acusación que la familia niega rotundamente. Según la madre, Dea (Christine Albeck Børge), Holly se rebela así contra la falta de atención de su padre biológico. En parte por creer a Holly, en parte por no repetir cierto error del pasado, Lars decide llevar a la chica y a su hermano pequeño, Theo (Noah Storm Otto), con una familia de acogida. Cuando el caso se hace público, las vidas de todos los implicados, incluyendo el orientador, se hacen mil pedazos.  

'Que viene el lobo' tiene sus raíces en una investigación de todo un año por parte de la propia Larsen. Habló con un montón de trabajadores sociales, padres a los que habían quitado a los hijos e hijos a los que habían sacado de sus casas. Y lo que descubrió es que el núcleo de la serie, toda esa ambigüedad, se da en la realidad: "Los padres creen que no han hecho nada malo y no entienden lo que pasa; muchas veces no entienden el sistema. Y el sistema tampoco sabe lo que pasa. En realidad, el trabajador social es casi como un detective o un policía, alguien que trata de averiguar quién dice la verdad". Su serie es, al fin y al cabo, un 'thriller' psicológico disfrazado de drama familiar y social.

Del brazo de la directora Pernille Fischer Christensen ('Conociendo a Astrid'), Larsen diseñó un tono lo más crudo posible. Sin ayuda de la música en las escenas dialogadas, el espectador no lo tiene fácil para saber qué sentir. O decidir quién dice la verdad. "La idea era que cada uno pudiera leer lo que quisiera en cada momento", dice Larsen. Y todavía hay quien habla de ver series como actividad pasiva.

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