Psicología
6 consejos para ser feliz sin necesidad de tener pareja
La soledad es un estado subjetivo en el que se puede hallar la felicidad
Ángel Rull
Licenciado en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, con más de 10 años de experiencia en el ámbito de la Psicología Sanitaria, tanto en clínica con población general, como en hospitales, con patologías más severas. Desde 2017, trabajo diariamente con personas de diferentes edades y con una amplio abanico de problemas de manera online, rompiendo las barreras físicas de la terapia convencional.
Ángel Rull
Cuando se acaba de romper con una pareja, aparece un periodo emocionalmente difícil en el que hay que acostumbrarse a la ausencia y en el que debemos restructurar nuestra vida. Aparecen sentimientos negativos de soledad y tristeza por la pérdida, independientemente de la persona que haya decidido dejar la relación. Pero estas emociones también se encuentran presentes cuando hace mucho tiempo que no tenemos pareja, ya que, para algunas personas, es complicado estar sin nadie y sienten la necesidad de compartir con otro todo lo cotidiano.
Estar sin pareja puede ser un momento de disfrute, de autoconocimiento y de crecimiento. No es necesario que sea vea vivido como un periodo entre relaciones, sino que tiene que ser aceptado como algo presente, indefinido y que no sabemos si algún día será necesario que cambie. Esta aceptación es la que nos predispone a que apliquemos varias formas de estar feliz sin pareja.
Feliz con uno mismo
Los momentos en los que estamos sin pareja, creemos que existe la necesidad de que nos unamos a otro para así completar nuestra vida. Esta construcción social puede perjudicarnos psicológicamente, empujándonos a buscar sin descanso y sintiéndonos mal con nosotros mismos. Hay sensación de fracaso, desvaloración y baja autoestima. Creemos que estaremos solo para siempre, como si, de ser así, fuera algo negativo.
A través de diferentes pautas, podemos reconciliarnos con la soledad, aceptar esta etapa y no esperar tener una pareja que nos complemente:
1. Soledad
A lo que más tardamos en acostumbrarnos es a estar solos en casa o el no tener a alguien con quien hacer diferentes planes. Es ahí donde más buscamos el apoyo social y familiar. Sin embargo, es la soledad la que realmente nos va a ayudar. Para acostumbrarnos primero a ella y después disfrutarla, debemos buscar pasar cada día un tiempo a solas. Además, una o dos veces a la semana, viene bien hacer algún plan fuera de casa sin la compañía de nadie. Ir al cine, comer en un restaurante, visitar un museo o asistir a una obra de teatro puede hacernos reconectar con nosotros mismos.
2. Haz las cosas tú mismo
Cuando hemos pasado mucho tiempo con alguien y si ha habido una convivencia de por medio, hay ciertos aspectos de los que no sabemos hacernos cargo porque los hacía la otra persona. Es el momento de enfrentarnos a ello, de demostrarnos que somos capaces, buscando una mayor independencia y autonomía.
3. Amplía tu círculo
Ser feliz sin pareja implica que aumentamos nuestro grupo de amigos, especialmente con personas que estén en la misma situación que nosotros. No se trata de formar un círculo de autoayuda y lamentaciones sino de construcción y positividad, para disfrutar de nuevas actividades fuera de casa.
4. Aumenta tu conocimiento
El tiempo que antes podíamos dedicar a una pareja ahora nos queda disponible para hacer lo que realmente queramos. Además de pasar tiempo a solas o sociabilizar, debemos aprovechar estos momentos para crecer de forma creativa o intelectual. Un nuevo curso de pintura o unas clases de cocina pueden sernos muy útiles.
5. Restructura tus metas
A medida que nos relacionamos con la vida, creamos una serie de metas que van modificándose a lo largo que nuestra situación cambia. Las metas que se forman en pareja son muy diferentes a las que nos formamos si no dependemos de otro. Es el momento de escoger hacia donde queremos que vaya nuestra vida. Tenemos la responsabilidad absoluta para ello.
6. Mira dentro de ti
Cuando convivimos con la soledad, suelen surgir numerosas emociones que en otros periodos parecen dormidas. Estas emociones, tanto las positivas como las negativas, nos hablan de lo que verdaderamente somos. Es momento de escucharlas, de aceptarlas y respetarlas. Aquellas que no nos hacen bien también merecen nuestra atención para que descubramos de dónde vienen y podamos trabajarlo.
* Ángel Rull, psicólogo.
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