PSICOLOGÍA

El poder terapéutico de hablar con uno mismo

La comunicación no tiene siempre como funcionan intercambiar información

Un niño habla solo frente al espejo

Un niño habla solo frente al espejo / periodico

Ángel Rull

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A menudo nos sorprendemos hablando solos, lo cual nos hace sentir avergonzados. Nos preguntamos si el resto de personas lo hará, si es algo normal o si se trata de algo que indicaría que pueda existir una patología mental. Esto se debe a la concepción cerrada que tenemos sobre la comunicación. La idea social es que debemos usar el lenguaje para comunicarnos con los demás, ya sea de forma formal o informal. Hacerlo con nosotros mismos, por tanto, parecería innecesario. Sin embargo, se trata de una práctica habitual y extendida.

Lo normal es que mantengamos diariamente largas conversaciones con nosotros mismos dentro de nuestra cabeza. No se verbalizan y son solo mentales. Los pensamientos son de todo tipo, sobre nuestras emociones y lo que nos ha pasado hace un rato. Nuestras sensaciones corporales cambian con esos pensamientos, de la misma forma que cambian cuando nos estamos relacionando con los demás. Esta conversación interior tiene como función organizar nuestros esquemas mentales, crear metas futuras, evaluar hechos pasados, crear recuerdos o entender nuestro mundo emocional. Es una forma perfecta de autorregulación.

Así es útil

Cuando prestamos atención a las frases que dirigimos hacia nosotros mismos, podemos observar que usamos un lenguaje mayoritariamente negativo. Aparecen pensamientos de culpa, rechazo y desvalorización. No nos motivamos, no nos damos ánimo ni aliento. De hecho, ese lenguaje parece venir de nuestro peor enemigo. Y es que hemos formado un juez interno que se basa en altos niveles de perfeccionismo y autoexigencia con el fin de llegar a unos estándares personales elevados, aunque también irreales.

Desde el ámbito psicológico, escuchar ese dialogo interno en el que la persona no tiende a reparar, nos ayuda a ver su grado de autoestima, cómo desarrolla su ansiedad o si existen pensamientos obsesivos. Se pueden registrar los pensamientos durante unos días para darnos cuenta de ello. El fin no solo es pararlo sino reformularlo en algo que verdaderamente nos ayude y nos fortalezca.

Actualmente se ha ido usando cada vez más en terapia. Al principio era muy raro escuchar hablar de términos como autoafirmaciones o lenguaje interno negativo. Louise L. Hay fue una de las primeras en ver el poder terapéutico de las afirmaciones positivas. Se ha ido extendiendo y, aunque su uso sigue siendo limitado, ya que no tienen poder sobre todas las personas, se recomienda cada vez más. De hecho, una de las últimas personas que lo ha recogido en un libro es Curro Cañete, en "El poder de confiar en ti" (Planeta, 2019).

¿Cómo podemos empezar a hablar con nosotros mismos de forma positiva?

  • En primer lugar, debemos ser conscientes de que no nos hablamos de forma negativa en todas las áreas, aunque a veces sí. Debemos observar durante unos días, en nuestra rutina habitual, dónde aparecen esos mensajes de desvalorización. Nos escucharemos a nosotros mismos diciendo "no vales para ello", "nunca encontrarás pareja" o "eres una mala madre". Estas frases se repiten y siempre están formuladas de la misma forma.
  • Una vez que hemos identificado todas esas frases, debemos buscar su opuesto. En el caso anterior sería "eres válido para hacerlo", "puedes encontrar pareja" o "eres una madre estupenda".
  • Después, buscaremos la forma de repetir estas afirmaciones positivas durante diferentes puntos del día y de forma constante. Logrará que el patrón de pensamiento pueda invertirse. Por ejemplo, es bueno hacerlo al levantarse, frente al espejo, y también al acostarse.

Hablar con nosotros mismos es algo extendido, aunque siga sin estar bien visto, por su asociación con la patología mental. Esta forma de comunicarnos nos puede servir para fortalecernos, darnos ánimos y orientarnos a metas. Poder subir nuestra autoestima si observamos qué es lo que nos decimos habitualmente y lo usamos en nuestro favor.

Ángel Rull, psicólogo.