OPINIÓN

Catgas, el Ayuntamiento de Santa Coloma y la posverdad tuitera

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Manuel Arenas

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Lo confieso: periodísticamente, no me interesa lo más mínimo la última polémica en Santa Coloma de Gramenet. La empresa Catgas Energia (cuyos dirigentes son independentistas), que patrocina al club F. S. García, acusó al Ayuntamiento de Santa Coloma (gobernado por el PSC, o sea, con Gobierno no independentista, algo que quiso dejar muy claro la empresa citando directamente al PSOE) de prohibirle usar el color amarillo –el color de apoyo a los políticos catalanes presos- en una nueva publicidad del pabellón municipal, y el consistorio contestó que no, que eso era mentira, que la petición de que retirara la publicidad se debía a que ésta vulnera un convenio suscrito entre la Administración local y el club, el cual prescribe que el escudo de la ciudad tiene que tener una presencia relevante en el pabellón y la nueva publicidad lo tapaba.

La acusación de Catgas fue doble: ataque a la libertad de expresión y persecución política

De hecho, la acusación de Catgas Energia fue doble: por un lado, que el Ayuntamiento limitaba su libertad de expresión en la publicidad (al supuestamente prohibirle el uso del color amarillo); por otro, que lo hacía por una represalia política, ya que aludía directamente al concejal de Deportes Dani Salgado, exjugador del F. S. García, quien según la empresa habría auspiciado la prohibición como estrategia de una “persecución” al club por haberle echado el año pasado (precisamente por ser concejal, pues de no haberlo sido “seguramente le hubiéramos renovado”, dijo el presidente García).

Decía que no me interesa periodísticamente la polémica al punto de que, si de mí dependiera, ni siquiera la hubiera publicado en los términos en que se ha publicado. Me interesaría, tanto periodística como personalmente, si Catgas pudiera demostrar –más allá de un tuit que empieza por “sembla que…” que el Ayuntamiento ha pretendido limitar su libertad de expresión, o que hay una persecución política por parte de un concejal. Me interesaría también si fuera demostrable que Catgas tiene un interés –económico o político- en que la opinión pública tenga una opinión negativa –con intenso componente político mediante- del Gobierno local del Ayuntamiento de Santa Coloma.

Sin embargo, sí me interesa y mucho la forma en que esta polémica ha copado el panorama mediático –RAC1, El Nacional, ARA, ACN, El Periódico, Crónica Global…-. ¿Cómo consiguió Catgas que se hablara de su acusación masivamente? Una carta formal? Una rueda de prensa? Una entrevista en algún medio? Mucho más fácil y barato: mediante el arma de destrucción masiva del s. XXI por antonomasia, el tuit.

Veracidad y fuentes

Los medios de comunicación tenemos suficiente con eso para generar un titular. Así lo demostraron quienes (aquí o aquí) se bastaron de una sola fuente, Catgas Energia, para publicar conclusiones tan absolutas y contundentes como “Santa Coloma de Gramenet veta la publicidad de Catgas en un pabellón por ser amarilla”, “El regidor d’esports de Santa Coloma de Gramanet vol prohibir la publicitat de color groc que hi ha al Pavelló Poliesportiu Nou” o “El PSC quiere sacar el amarillo del Catgas de fútbol sala”. ¿Eran dichos titulares verdad? Nadie lo sabe ni lo sabrá mientras no haya pruebas que lo certifiquen más allá de un tuit. ¿Eran veraces? De ninguna manera.

Los periodistas tenemos ahora más que nunca la responsabilidad de filtrar y cotejar lo que publicamos

El término que la jurisprudencia usa para justificar que una información es publicable no es el de ‘verdadera’ (a veces es imposible saberlo), sino el de ‘veraz’, esto es, que antes de publicarse se tienen que haber agotado y explorado todas las vías posibles para contrastarla y confirmarla, lo que le da veracidad. Sólo así se explica que los tribunales hayan rechazado en varias ocasiones acciones penales contra Pablo Iglesias por su relación con Venezuela pero a su vez dijeran que la información en ese sentido que se publicó no era delictiva por ser “veraz”. ¿Era dicha información verdad? No está probado judicialmente. ¿Era veraz? Sí, porque estaba contrastada.

¿Pero son veraces las informaciones sobre la polémica de Catgas que aluden a una sola fuente y aun así no titulan con “Según Catgas,…”, sino que afirman tajantemente lo que una parte declara? En otras palabras: ¿eran publicables en los términos que se han publicado? Habiendo clics, ¿a quién le importa? No cabe duda de que Twitter ha democratizado la información, pero también ha empobrecido su calidad. Ahora todo, por poco, incompleto o parcial que sea, acaba siendo noticia –a veces, incluso, da más visitas un artículo basado en un tuit que una investigación de semanas-, y es responsabilidad de los periodistas, ahora más que nunca, filtrar y cotejar lo que publicamos. No todo vale.

Exclusivas tuiteras

La última polémica en Santa Coloma cumple muchas de las características de la llamada posverdad. La información de Catgas –no digo que falsa, pero sí ambigua y con una carencia evidente de pruebas- se

Es preferible no ser el primero y publicar algo con fundamento a tener una exclusiva

viralizó retuit tras retuit –con la inestimable ayuda de ‘tuitstars’ como Gabriel Rufián y otros a quienes les pesó más el componente emocional y político (¡viva la polarización!), una de las características de la posverdad, que la voluntad de cotejar la información- hasta que un tuit con un par de miles de retuits le llegó a los medios, que la replicaron sin más (desconozco si sin siquiera intentar contrastar la información con el Ayuntamiento de Santa Coloma o intentándolo ante la opción de éste de contestar un día después, es decir hoy). En algunos casos, se ha dado voz posteriormente a la otra parte, pero ya era tarde porque la primera verdad parcial, emocional y viralizada ya estaba instaurada y había calado hondo.

Aunque cueste horrores ante las enormes facilidades de estos tiempos, es preferible no ser el primero y publicar algo con fundamento a tener una exclusiva. Aunque, pensándolo bien, ¿cómo se da una exclusiva antes que Twitter?

Santa Coloma de Gramenet