Comercio local

El centro de Sant Cugat lamenta la caída de un mercado como epicentro comercial: “Es una pena”

Los comercios aledaños al maltrecho Mercat Vell cuentan a EL PERIÓDICO cómo lamentan la "pérdida" del emblemático enclave

CONTEXTO | Se despide el último pequeño comerciante del Mercat Vell de Sant Cugat: "Ya no queda nada del mercado degustación de siempre"

Maria Valero (carnicera), Francesc Alarcón (ferretero) y Marian Rius (dietista) tienen sus establecimientos alrededor de la plaza Sant Pere donde se ubica Mercat Vell

Maria Valero (carnicera), Francesc Alarcón (ferretero) y Marian Rius (dietista) tienen sus establecimientos alrededor de la plaza Sant Pere donde se ubica Mercat Vell / Ferran Nadeu

Clàudia Mas

Clàudia Mas

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El Mercat Vell de Sant Cugat del Vallès, emplazado en la plaza de Sant Pere de la ciudad catalana, ha experimentado diversas metamorfosis a lo largo del tiempo. Inaugurado en 1911 como un mercado tradicional de ciudad con 30 puestos, con el transcurrir de los años los comerciantes fueron desapareciendo, en su mayoría debido a la falta de clientela y dinamismo en la zona.

Cien años después, en 2011 únicamente quedaban 12 paradas. Dos años más tarde, el consistorio decidió externalizar la gestión del mercado a la empresa Gourmets Sant Cugat, con una concesión para 40 años. Esta compañía impulsó en 2015 un proyecto de mercado de degustación con el objetivo de renovar el edificio y que se convirtiera en un punto de encuentro: “Queríamos algo distinto, novedoso, como la parte de degustación de la Boquería de Barcelona, un caso de éxito”, explica el propietario de Gourmets, Lluís Martínez.

Ametller Origen en el Mercat Vell de Sant Cugat

Ametller Origen en el Mercat Vell de Sant Cugat / Ferran Nadeu

Actualmente, el mercado degustación ha quedado desierto con el 'exilio' de todos los establecimientos que se habían proyectado a sus inicios. Un hecho que se materializa con el cierre de este pasado jueves, 15 de febrero, del último pequeño comerciante del mercado, el conocido comercio como 'Peixagogo'.

El escenario de cierre de las paradas en estos últimos años, y de forma más acentuada en el contexto de la crisis de la pandemia del covid-19, preocupó al Ayuntamiento, que empezó a trabajar en una solución de revitalización que se concretó el pasado noviembre con la instalación del supermercado Ametller Origen dentro del mercado, un edificio modernista considerado Bien de Interés Local. El supermercado ocupó ocho paradas, prácticamente la mitad del mercado (el 43%): "Ha sido una forma de revitalizar el espacio y la acogida ha sido mercado ha estado muy buena en la ciudad", detallan fuentes de Ametller a este diario.

Ahora bien, los comerciantes aledaños al mercado, consultados por EL PERIÓDICO, consideran mayoritariamente que ni la fórmula del mercado degustación ni la entrada de Ametller Origen han logrado revitalizar el comercio de la zona.

Los vecinos, consultados a pie de calle por este diario, lamentan la “pérdida” del mercado de degustación que "daba vida a la zona", explican. Lo afirma así Marc Martínez (33 años), quien asegura que junto con su madre solían “disfrutar de una variedad de carnes y pescados; solíamos ver largas colas los fines de semana. Hemos perdido un epicentro crucial para el centro de Sant Cugat, un edificio que está a solo un minuto a pie del conocido monasterio”.

Clàudia Cordón (50 años), vecina del centro de la ciudad, exclama ante el mercado: “Esto era la mejor plaza de la ciudad y ahora ya no queda nada de nada. Antes había mucho movimiento: el mercado degustación desencadenaba un bullicio constante, las terrazas estaban llenas de gente. Aquí había vida. Ahora solo circulan palomas”, así como lamenta también a la entrada del gran supermercado: “Ametller ha cerrado la plaza; por dentro es precioso, pero por fuera se está destrozando este edificio emblemático. Un súper no hace ciudad”, apunta.

Finalmente, Neus Media (71 años) y vecina de Mirasol explica que antes bajaba al mercado, tanto el tradicional como el de degustación: “Es una pena”, lamenta, mientras cuenta que ahora irá a buscar otros mercados de la ciudad para poder seguir comprando en el comercio local. 

Adela Burgos, gerente de Sant Cugat Comerç (la mayoría de comercios de la plaza están asociados), manifiesta que el supermercado “no ayuda a dinamizar la zona, pero sin embargo el mercado degustación tampoco benefició a los comercios de alrededor: ninguna de estas son las mejores soluciones”. Para Burgos, si fuera un mercado tradicional “se volvería a recuperar el movimiento en la zona. En su momento lo tendrían que haber renovado, pero, en cambio, desapareció y el nuevo modelo de degustación no funcionó de cara a los comerciantes de la zona”.  

Neus Medina (71 años), vecina de Mirasol, paseando por la plaza Sant Pere de Sant Cugat

Neus Medina (71 años), vecina de Mirasol, paseando por la plaza Sant Pere de Sant Cugat / Ferran Nadeu

Volver al mercado tradicional

A juicio de la mayoría de comerciantes de la zona, el retorno al mercado tradicional impulsado a principios del S.XX sería la mejor alternativa. Para los más veteranos no ha habido ningún proyecto que haya alcanzado la dinamización que sí había conseguido el Mercat Vell en su esplendor, cuando estaba integrado por paradas tradicionales, un patrón que por ejemplo sí que ha seguido el mercado de Torreblanca de Sant Cugat, ubicado a menos de un kilómetro de distancia.

Maria Valero Segarra (40 años), propietaria de Carnicería Segarra, comparte la opinión de que el mercado de degustación "no ha funcionado" y prefiere volver al formato tradicional del mercado: “Soy bastante crítica con la presencia de un supermercado, ya que no atrae a la comunidad local”. Por su parte, Francesc Alarcón (55 años), dueño de la ferretería de justo al lado del mercado, cuestiona la capacidad de Ametller Origen para atraer a la gente: “No puedo garantizar que sea la mejor opción”. 

Marian Rius, con 65 años y 31 años al mando de la dietética del Mercat Vell, observa una disminución en la actividad del mercado y lamenta “la pérdida de ambiente”: “No estoy segura de si se trata de un cambio de modelo o la actual situación económica, pero sí que puedo garantizar que todo el comercio tradicional ha sufrido”.

Por último, Laura Ballesta (43 años), quien abrió una tienda de ropa en la misma plaza de Sant Pere en 2004, exclama que “hay mucho bajón en la plaza”. "No hay ambiente, no hay nada. El Ayuntamiento se tendría que poner las pilas para dinamizar esta parte tan importante del centro. ¡Nos tienen olvidados!”, lamenta mientras cambia el escaparate añadiendo prendas más primaverales. 

Laura Ballesta, en la tienda de ropa situada en la plaza Sant Pere

Laura Ballesta, en la tienda de ropa situada en la plaza Sant Pere / Ferran Nadeu

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