Patología desconocida
Sufrir un ictus de retina: "De repente, dejé de ver por un ojo y me fui directo al hospital"
Ictus de retina: la enfermedad indolora que puede preceder a un infarto o derrame cerebral
Can Ruti detecta más de un centenar de ictus de retina con un protocolo pionero en Catalunya
Beatriz Pérez
Periodista
Responsable del área de sanidad/salud de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA desde 2018. En este tiempo he podido profundizar en temas de relevancia social y humana, como la pandemia de covid-19, el sistema de salud catalán, los avances médicos o las desigualdades en el acceso a la sanidad. En abril de 2024, gané la primera edición del Premi Salut i Drets Socials del Col.legi de Periodistes de Catalunya (demarcación de Tarragona).
Julián Fernández (73 años) recuerda muy bien aquel día. Fue hace dos años. Estaba sentado en el sofá de su vivienda de Pineda de Mar (Maresme) viendo la televisión. Tuvo una pequeña discusión con su mujer y, enfadado, subió las escaleras. "Al llegar al piso de arriba, me di cuenta de que no veía. Se me había ido la vista del ojo derecho". Julián creyó que estaba sufriendo un derrame cerebral y rápidamente se colocó ante un espejo. "No me vi nada en la cara, pero me había quedado ciego totalmente del ojo derecho. Me vestí y yo solo me fui a las urgencias de mi centro de salud". Rondaban las once de la noche.
Un paciente de Can Ruti fue atendido en 45 minutos desde el inicio de los síntomas, lo que le permitió recuperar la visión completamente
En aquel momento no lo sabía, pero Julián estaba sufriendo un ictus de retina, patología análoga en el ojo del ictus cerebral. A diferencia de este último, el ictus de retina no mata, pero sí puede generar ceguera en quien lo sufre. Además, puede ser la antesala de otras problemas cardiovasculares, como infartos o derrames cerebrales.
Los médicos quieren dar a conocer la enfermedad para que quien la detecte acuda al hospital cuanto antes
Los médicos quieren que la población conozca esta enfermedad para que rápidamente la detecte y acuda al hospital cuanto antes. El ictus de retina, que consiste en la oclusión de la arteria central de la retina, no duele ni causa signos externos. Pero si usted, lector, de forma repentina pierde la visión de un ojo, no pierda el tiempo y vaya directamente al hospital.
Como hizo Julián. "Decidí ir en coche a las urgencias del CAP de Pineda, que funcionan las 24 horas, porque pensé que si iba andando y me pasaba algo, nadie me vería. Cuando llegué estaba mi doctora y ya me dijo que era un ictus de retina", relata Julián. Automáticamente fue derivado al Hospital Germans Trias i Pujol (Can Ruti, en Badalona), que tiene un protocolo pionero en Catalunya y toda España (denominado Codi Ictus Retina) para tratar esta patología. "La ambulancia vino volando a buscarme y Can Ruti me confirmó que era un ictus de retina y que había que intervenir rápidamente".
En apenas 45 minutos
La agudeza de Julián hizo que no pasaran más de 45 minutos desde que perdió la visión hasta que lo trataron. "Al cabo de dos o tres horas empecé ya a ver algo. Y al cabo de cuatro o cinco solo me quedaba una gotita en el ojo", relata.
Julián ya había sufrido un 'aviso' previo que duró 10 minutos y al que no dio importancia
Él, como tantas otras personas, no sabía ni que existían los ictus de retina. "Pero al no ver de golpe pensé que estaba pasando algo que no era normal". Reconoce que seis meses antes del ictus de retina le ocurrió algo parecido. "Perdí la vista parcialmente, pero a los 10 minutos me volvió. No le di importancia. Pero cuando ya me dio tan fuerte vi que no era normal", cuenta.
Julián, que estuvo dos días ingresado, recuperó la vista rápidamente. En la actualidad ve perfectamente. De madrugada, el día en que sufrió el ictus de retina, llamaron del hospital a su mujer e hija para explicarles dónde estaba Julián, que aquella noche se había marchado de casa enfadado, sin decirle nada a nadie. "Llegaron y me dijeron que cómo no había dicho nada antes. Yo creía que el médico me pondría unas gotas y ya. Tanto es así, que aparqué mal el coche en las afueras del CAP, porque pensé que sería algo rápido, y al final la grúa me multó", recuerda.
Una vez le dieron el alta siguió haciéndose reconocimientos y a los dos años, que ya se cumplieron, dejó de hacer el seguimiento. Está agradecido con el trato recibido en Can Ruti y, también, por haber pasado todo esto sin ninguna secuela. Pese al susto, dice que no tiene miedo de lo ocurrido. "Yo de lo que tengo miedo es de que me dé algo y quedarme dependiente. Si ocurriese, prefiero la eutanasia", zanja.
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