No tienen secuelas
Ian y Laia, los mellizos prematuros que nacieron con nueve días de diferencia
Sant Joan de Déu es uno de los pocos hospitales que realizan partos en diferido
Beatriz Pérez
Periodista
Responsable del área de sanidad/salud de EL PERIÓDICO DE CATALUNYA desde 2018. En este tiempo he podido profundizar en temas de relevancia social y humana, como la pandemia de covid-19, el sistema de salud catalán, los avances médicos o las desigualdades en el acceso a la sanidad. En abril de 2024, gané la primera edición del Premi Salut i Drets Socials del Col.legi de Periodistes de Catalunya (demarcación de Tarragona).
Ian y Laia son dos mellizos de 10 meses que nacieron con nueve días de diferencia. El niño nació el 17 de enero de este año. La niña, el 26 de enero. Ambos fueron prematuros: Ian nació a las 28 semanas y tres días y Laia, a las 29 semanas y cinco días. Pesaron poco más de un kilo.
Los niños nacieron en lo que se denomina un parto en diferido, un tipo de nacimiento de bebés prematuros extremos. Este 17 de noviembre se celebra el Día Mundial del Niño Prematuro. "Los prematuros muy extremos, entre la semana 23 y 28, tienen un pronóstico complicado y alto riesgo de mortalidad y de lesiones", explica Silvia Ferrero, responsable de la unidad de prematuridad del Hospital Sant Joan de Déu (Esplugues de Llobregat) y médica adjunta del Servicio de Ginecología y Obstetricia del centro. Los partos en diferido son escasos: Sant Joan de Déu hizo tres el año pasado, "algo excepcional". "Hay muchos partos de mellizos prematuros, pero muy pocos hospitales en los que se pueda aplicar esta espera", dice la ginecóloga.
"Cuando hay una gestación de mellizos, si se cumplen unos determinados requisitos, hay la posibilidad de que un bebé nazca pero el otro se quede dentro", prosigue. De esta manera, los médicos intentan alargar el tiempo gestacional del segundo bebé y que su pronóstico sea mejor que el del bebé nacido.
El objetivo es mantener el máximo tiempo posible al segundo hermano en el útero de la madre, si se dan las condiciones
Seguimiento semanal
Laura Pupo, de 35 años, es la madre de los pequeños Ian y Laia. Se quedó embarazada en julio de 2021. En la semana 20, tras una ecografía, los médicos vieron que el cuello del útero de Laura iba disminuyendo de longitud. Es algo que ocurre cuando el cuerpo se prepara para el parto. El útero finalmente se abre cuando la madre va a dar a luz. "Ahí empecé a hacer un seguimiento semanal, me dieron unas píldoras intravaginales y me recomendaron mantener reposo en casa", cuenta Laura.
A la semana 22, le tuvieron que hacer un cerclaje (que es la colocación de puntos de sutura en el cuello uterino para mantenerlo cerrado). Los médicos le dieron a Laura la baja. "Pero a la semana 24, se abrió y se podía ya ver un poco de la bolsa amniótica del niño. En el Hospital General de Catalunya (Sant Cugat) me dijeron que podría ponerme de parto en cualquier momento, y que su unidad de neonatos no estaba preparada para recibir a niños tan pequeñitos".
Laura fue entonces trasladada a Sant Joan de Déu. Este hospital y el Clínic practican partos en diferido. "Un parto así no tiene riesgos a priori. Eso sí, cuando tienes un mellizo que se ha quedado dentro debes vigilarlo muy de cerca. Debes tener muy claro que le proporcionas un beneficio, debes descartar que haya infecciones. Es decir, que no haya ninguna causa por la que sea mejor sacarlo", explica la doctora Ferrero.
En diciembre de 2021, Laura ingresó dos semanas en Sant Joan de Déu. "Como vieron que yo estaba bien y que no había variedades en cuanto al cuello del útero ni la bolsa amniótica, me mandaron a casa. Me pusieron corticoides para madurar los pulmones de los niños. Y me dieron mucha información", cuenta la la madre.
Un parto en planta
Pero el 16 de enero comenzó con contracciones, por lo que acudió con su pareja y padre de los hijos, José Carlos Martins, al hospital de nuevo. La familia vive en Rubí. El día 17, las contracciones eran tan fuertes que el niño nació antes de que diera tiempo de que Laura bajara al paritorio. Dio a luz a Ian en la planta del hospital. "Me acuerdo de la enfermera estimulándolo porque era muy pequeñito. Me decía: 'Tranquila, tranquila, está vivo, está vivo'", explica.
Ian fue trasladado a una incubadora. Pero los médicos decidieron mantener a Laia unas horas más. "Me dijeron que a partir de ese momento ni frenaríamos ni provocaríamos el parto. Que sería lo que mi cuerpo decidiera. Que yo era la mejor incubadora para que ella se siguiera desarrollando", dice Laura. Laia aguantó dentro nueve días más.
A Laura le explicaron que cada día que pasaba era un día ganado para la niña. La madre se quedó ingresada en el hospital, en reposo absoluto. "No podía ni ir a ver a Ian, que estaba en neonatos". A los nueve días, tras un sangrado, nació Laia en el paritorio. "Ahora mismo están los dos bien. Se notó desde el nacimiento que Laia estaba mejor, sobre todo a nivel respiratorio". Ahora, aunque los bebés tienen 10 meses, es "como si tuvieran siete", porque nacieron 90 días antes de lo que deberían. Pero no han tenido secuelas. Ian pesó al nacer 1,1 kilos y Laia, 1,190.
Hay casos más extremos que los de Laia e Ian. Por ejemplo, mellizos nacidos con hasta 48 días de diferencia. "El objetivo de los partos en diferido es alargar el tiempo del embarazo para mejorar el pronóstico del segundo bebé. Y en general van mejor, pero has de estar muy encima porque puede haber riesgos", apunta la doctora Ferrero.
En España, la prevalencia de la prematuridad por debajo de la semana 37 está en torno al 9%, similar a la media europea. Los riesgos de un bebé prematuro van desde problemas en el desarrollo del pulmón a problemas a nivel cerebral. También hay dificultades a nivel de la madurez de otros órganos, como el intestino. "Son críos delicados con riesgo de complicaciones posteriores", explica la médica.
¿Cómo se les trata? "Depende de la semana en la que nazcan. Cuanta más prematuridad, más medicina intensiva. A partir de la semana 35 los consideramos prematuros tardíos y no ingresan en una unidad de neonatología", concluye Ferrero.
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