Estudio internacional sobre la satisfacción con la vida

Pequeñas comunidades vinculadas a la naturaleza muestran los mayores índices de felicidad del mundo

Poblaciones de Brasil, Uruguay y Guatemala arrojan resultados superiores a los de los países nórdicos

El vínculo con el entorno natural y la vida en comunidad, claves de la satisfacción vital de estos grupos

Western highlands

Western highlands

Fidel Masreal

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El dinero no da necesariamente la felicidad. O dicho de otro modo: sin dinero se puede ser tan feliz como el más rico. La frase no es solo un tópico, es una evidencia científica, constatada por investigadores de todo el mundo tras un trabajo sobre el índice de felicidad entre grupos de población de diversos países. La conclusión: pequeñas comunidades vinculadas a la naturaleza se ponen una nota de bienestar mucho más alta que la mayoría de países ricos.

"Los diferentes informes hasta ahora han hallado una correlación entre ingresos monetarios [el Producto Interior Bruto de cada Estado] y felicidad, tanto a nivel individual como nacional; es decir, que si tienes más ingresos eres más feliz; pero eso se ha basado siempre en encuestas en sociedades industrializadas donde el dinero tiene mucha importancia", explica la doctora Sara Miñarro, investigadora del ICTA (Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals) de la UAB.

Pero, atención, porque en el reciente estudio, llevada a cabo por parte de decenas de expertos, se ha constatado que "algunas comunidades vinculadas a la naturaleza son más felices que muchos países industrializados". Con lo que, añade Miñarro, la frase de que el dinero no da necesariamente la felicidad "es cierta, en cierto sentido".

Estamos hablando de que en una escala de 0 a 10 sobre el índice de satisfacción con la vida, comunidades como las Western highlands, de Guatemala, Los Riberinhos del Juruá River de Brasil o los Pai Tavytera de Paraguay obtiene unas puntuaciones de 8,6, 8,4 y 8,2 respectivamente. El World Hapiness Report, que mide a los principales Estados, constata que los países más felices son Finlandia, Dinamarca e Islandia, con unas notas no superiores a 7,8. España arroja un resultado de 6,4, en la posición número 32.

No son datos menores porque se entrevistó a 3.000 personas de 19 pueblos indígenas o comunidades locales con un PIB muy bajo. Y la conclusión es que "las sociedades humanas pueden tener vidas muy satisfactorias sin altos grados de riqueza monetaria".

Pescar, vivir en comunidad, pasear

Miñarro se basa en estudios previos en los que también participó y apunta que estas comunidades respondían que la clave pasa por cuestiones muy relacionadas con la naturaleza y vivencias muy básicas: pasear junto al río, obtener mucha pesca, reunirse en comunidad.

El crecimiento basado en explotar la tierra de forma indefinida no es necesario para tener una buena calidad de vida

Sara MIñarro

— Investigadora del ICTA

La pregunta es qué están haciendo mal las sociedades opulentas que ni así logran ser tan felices. "Espero que los resultados del estudio hagan reflexionar a la gente, al menos que les haga replantearse algunas cosas en relación al crecimiento basado en explotar la tierra de forma indefinida, porque el estudio demuestra que no es necesario para tener una buena calidad de vida".

¿Se puede medir la felicidad?

Esta es una de las preguntas clave entre los investigadores. Según qué elementos se midan, en la vida de una persona, se está predefiniendo que esos elementos y no otros son los importantes. Por ejemplo poniendo el foco en la vida de pareja cuando quizás para ellos la felicidad pasa por el contacto con el bosque.

Sí existe una manera, como recuerda la doctora Miñarro, y es formular una pregunta en la que se pregunta, en una escala de 0 a 10, qué grado de satisfacción con la propia vida tiene un ciudadano.

Los catalanes, rozando el notable

Una reciente encuesta del Govern, presentada en enero, indica que los catalanes se puntúan con un 6'9 en el índice de felicidad. Se trata de un nuevo indicador en las encuestas gubernamentales para conocer el grado de bienestar de la ciudadanía según su propia percepción subjetiva. Para el Ejecutivo catalán, el objetivo es que la ciudadanía vida una "vida plena".

Según los datos de la Generalitat, el nivel de bienestar con la vida aumenta exponencialmente a medida que aumentan también los ingresos. Así, las personas que tienen unos ingresos familiares de menos de 1.000 euros ponen un 6 a la vida, mientras que los que cobran más de 5.000 puntúan su felicidad en un 7,5.

El estudio del ICTA viene a poner en cuestión que esta correlación sea la única manera de acceder a un alto grado de felicidad.