LA LIMPIEZA DEL FONDO MARINO BARCELONÉS

La corta vida de la 22.202

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CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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Tenía poco más de un año de vida. Estaría en uno de sus desplazamientos por el litoral, roja, blanca, lozana, cuando un desaprensivo usuario la secuestró y la acabó lanzando al mar, no sin antes arrancar el guardabarro trasero y la luz delantera. El 'bicing' número 22.202 nació el 27 de enero del 2015 y su rastro se perdió el 6 de febrero del 2016. Era una bici joven. La semana pasada fue rescatada por un grupo de voluntariosos submarinistas que cada año, desde el 2008, limpian el fondo marino. Su aspecto hacía temer lo peor, pero parece que no está todo perdido a pesar de haber permanecido cuatro meses bajo el agua: una vez llegue al taller, se limpiará y se intentará devolverla al sistema tras una exhaustiva reparación. 

El control que la empresa concesionaria del servicio, Clear Channel, mantiene sobre las bicicletas permite repasar las hazañas de la 22.202. Durante su año de vida estuvo rodando a lo largo de 27.363 minutos. En ese tiempo recorrió 4.125 kilómetros, más o menos la distancia en línea recta entre Barcelona y Teherán. En cuanto al desnivel acumulado en todos esos desplazamientos, la máquina subió, con sus tres vetustas marchas, la altura equivalente al Anapurna III, de 7.555 metros. 

ASIDUA DEL EIXAMPLE

La bicicleta fue usada en 2.094 ocasiones y el 33,23% de los viajeros la tomaron prestada entre las 18 y las 23 horas. Ha sido un ejemplar básicamente de la zona centro. En el Eixample ha pasado el 35,5% de su vida, mientras que por el taller ha pasado 16 veces. Los mecánicos, de hecho, reparan a diario 250 bicicletas de las 6.000 que configuran este sistema público que el año que viene cumplirá 10 años. 

Cuenta Israel Bastida, guardia urbano e impulsor de esta limpieza anual del fondo marino, que la bici fue hallada el jueves en el espigón izquierdo de la playa del Bogatell, justo donde está la rampa que da acceso al mar desde la base náutica municipal. El rufián se lanzaría por la pendiente, regresando a la superficie y dejando a merced de la marea la bicicleta, que acabó varada entre dos rocas. No fue difícil sacarla. Primero, hasta la embarcación de apoyo de la Urbana. Luego, hasta el club Vanas Dive, que colabora en el desescombro desde el primer día. 

UNA VIDA JUVENIL

La 22.202, según el historial de ancorajes, estuvo en la playa en 226 ocasiones, 114 en la zona universitaria y 19 en la Sagrada Família. También pasó por las estaciones del entorno del parque Güell, donde las cuestas invitan a cualquier cosa menos al pedaleo. Y otras 48 en las calles centrales de la capital catalana. Un 37,4% de los abonados que compartieron esta máquina fueron hombres, por un 62,6% de mujeres. En su año de vida ha sido un 'bicing' bastante juvenil, con un 56% de usuarios por debajo de los 35 años, por un 11,5% mayores de 65.

Los mecánicos del Bicing se pondrán pronto manos a la obra para intentar devolver la vida a la 22.202. no será una operación fácil, puesto que el óxido puede haber hecho mella en la estructura. Si no sobrevive, como mínimo, podrá ser reciclada e iniciar una nueva vida. Lejos del mar.