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Así es el hotel de Messi en Sitges

MiM Sitges es mucho más que el hotel adquirido por el futbolista en el Garraf: es un subidón mediterráneo con un 'spa' adictivo

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Patricia Castán

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Está claro que lo del «hotel de Messi» tiene tirón. Cualquier mortal –culé o no– querría ver qué ha elegido el mejor jugador de fútbol del mundo para ejercitarse como empresario hotelero. Pero en cuanto se pone el pie en el MiM Sitges, la sombra del número 10 del Barça se difumina y el horizonte se vuelve azul. En segunda línea de mar pero con vistas de impacto, este alojamiento de cuatro estrellas superior te invita casi a ser agua. Sea con el mar al frente, en su piscina en lo más alto, o en su tesoro líquido subterráneo: 'Be water, my friend'.

El establecimiento de la avenida de Sofia, justo detrás del paseo Marítimo, vive un renacimiento total con el golpe de timón que ha supuesto su compra por parte de Leo Messi y la entrada en escena del solvente Majestic Hotel Group como gestor, garantizando un plus en su servicio. Era un hotel joven y meritorio (2013, y primero de Europa con certificación LEED Platinum como icono de arquitectura sostenible y el compromiso medioambiental), pero le faltaba un interiorismo más fresco, luminoso y mediterráneo que ya está adquiriendo en esta nueva etapa, como puede apreciarse en toda la planta baja. La preside una barra de bar, el Fly.

Céntrico y a pocos minutos de la estación de Renfe, este edificio levantado con un 80% de materiales reciclados y envuelto en vegetación en parte de su fachada, tiene el buen rollo de un discreto oasis (77 habitaciones) en medio del ajetreo estival del municipio marinero. Un núcleo que en invierno sigue teniendo mucho encanto. De hecho, con el frío el MiM es una buena extensión de la oferta hotelera barcelonesa, codiciado para incentivos y citas de negocios.

VERANO INTENSO

Pero en plena canícula conviene destacar sus virtudes inmediatas._Para alojarse despliega cómodas y amplias habitaciones (en diferentes categorías y con imágenes que evocan a Sitges y sus playas en grandes murales en el baño) a un paso del mar. Lo bueno es que incluso sin estar alojados muchos clientes sucumben al Sky Bar del ático con panorámicas de 360 grados, sesiones de dj y también música en vivo al atardecer (de viernes a domingo), cóctel en mano. Tal vez sea el mejor mirador de la vila para enamorarse aún más de ella.

La azotea se convierte también en el restaurante de verano, con una carta muy local y de proximidad: del xató de Sitges a pescados bien trabajados, donde se prima el producto, hasta en el tapeo, y se apuesta sobre todo por los vinos del Penedès. En temporada invernal, en cambio, el restaurante Land de la planta baja toma el relevo.

Y si la piscina del Sky corona el hotel, la mejor inmersión aguarda en la planta -2. Allí sorprende una zona de aguas más propia de hotel de lujo en la que se puede ir de la sauna a la piscina de chorros, la de agua fría, la de flotación u otras, en un circuito con luz ténue llamado al relax integral y con criterios ecológicos. Al lado, brilla un área de tratamientos muy zen con masajes a la carta, cabina de oxigenoterapia y estética. Para sentirse más cerca del limbo que del municipio más animado de la costa barcelonesa.

Los precios son contenidos. En la terraza superior, una cerveza cuesta 3 euros. Y el alojamiento varía según la temporada. En octubre, por ejemplo, se puede reservar por 125 euros la noche, mientras que en pleno verano hay disponibilidad sobre los 189.