Toma pan y moja

Sí a la piña, por Òscar Broc

La pizza hawaiana tiene el mismo efecto en los gastrónomos que las ristras de ajos en los chupasangres. Pero sigue consumiéndose ajena al ‘haterismo’ 

Estos son los bocadillos más sorprendentes de Barcelona

Rosalía, la 'foodie' definitiva

pizza piña

pizza piña

Òscar Broc

Òscar Broc

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El pasado 27 de junio fue el día de la piña, una fruta que solo tiene buena prensa cuando se ciñe al ámbito de los postres, helados, zumos o cócteles. Pobre del que se atreva a sacar la piña de su zona de confort para introducirla en otros escenarios, a priori, ajenos. El ejemplo más claro de esta neurosis lo encontramos en la pizza con piña, una combinación que tiene el mismo efecto en los gastrónomos que las ristras de ajos en los chupasangres. 

La pizza con piña ha dejado de ser objeto de debate serio y se ha convertido en un gag recurrente para ilustrar lo que en España conocemos como guarrindongadas. Hace años, más de los que me gustaría contar, la pizza hawaiana era una fórmula con cierto éxito, especialmente entre el público adolescente. No me avergüenza confesar que me comí unas cuantas en mis años mozos, cuando Telepizza o Sapri eran mis proveedores de calorías. 

Amiga amarilla

Pizza hawaiana. Piña y jamón de York. El paso del tiempo ha sido demasiado cruel con ella. La ha hundido en un abismo de burlas y humillaciones al que me resisto a asomarme. ¿Pediría una pizza con piña ahora? Seguramente no. Pero si me tuviera que zampar una, no le haría ascos, siempre y cuando el producto tuviera un mínimo de calidad.

A mi modo de ver, la piña no es el enemigo. Que se lo digan a los mexicanos, que la ponen en sus archiconocidos tacos al pastor. De hecho, repasando las cartas de muchas pizzerías, incluidas algunas de las más prestigiosas de la ciudad, compruebo que la pizza hawaiana sigue vendiéndose, por lo tanto hay mucha gente que sigue consumiéndola ajena al 'haterismo'. Así pues, que no le faltemos el respeto a la piña, por Dios. Si una voz tan autorizada como Bob Esponja ha decidido vivir en una, ¿por algo será no?

Suscríbete para seguir leyendo