patrimonio

Un mirador privilegiado de Manresa con historia

La Torre de Santa Caterina, por donde transcurre el último tramo del Camino Ignaciano, es un fortín de defensa del siglo XIX

Un mirador privilegiat de Manresa amb història

Un mirador privilegiat de Manresa amb història / EPC

Gemma Camps

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Si hay un lugar privilegiado en Manresa para disfrutar de unas buenas vistas de la ciudad es, sin duda, la Torre de Santa Caterina, situada en el altozano con el mismo nombre. Este antiguo fortín de defensa construido el siglo XIX, hace muchos años que presentaba un aspecto abandonado. Situado en el último tramo del Camino Ignaciano, se trata de la puerta de entrada de los peregrinos a la ciudad que durante once meses alojó a san Ignacio de Loyola.

Recientemente, después de la restauración de la torre y de la construcción en el interior de una escalera de caracol que permite llegar a una estructura superior desde donde disfrutar todavía más de las vistas panorámicas, el Ayuntamiento abre el mirador todos los sábados, domingos y festivos, de 10 de la mañana a 7 de la tarde (y hasta las 5 en horario de otoño e invierno). Por otro lado, cada primer domingo de mes entre abril i julio, miembros del Centre d’Estudis del Bages hacen visitas guiadas para explicar la historia de la torre y de su entorno y, así mismo, de las obras realizadas. Las visitas tienen lugar de 10 de la mañana a 12 del mediodía y no es necesario inscribirse.

La Torre de Santa Caterina, declarada Bien Cultural de Interés Nacional, fue construida durante la primera guerra Carlista, en el año 1839. Gracias a su situación geográfica, en un espacio elevado, justo en el lado del río opuesto al que acoge la ciudad, se ha convertido en una de la principales referencias visuales de Manresa.

Las obras se iniciaron en julio del año pasado y finalizaron en el mes de enero de este año. El 10 de febrero, 250 personas participaron en las visitas ciudadanas organizadas con el fin de dar a conocer las mejoras en la pequeña infraestructura. 

A unos 200 metros de la torre se encuentra un yacimiento arqueológico al aire libre, el único en Manresa hasta el momento, rodeado por una valla por motivos de seguridad, que guarda vestigios del pasado de la capital de la comarca del Bages, situada a poco más de 60 quilómetros de Barcelona. La excavaciones, realizadas hace tres años, sirvieron para hacer aflorar restos del antiguo monasterio de Sant Cristòfol del siglo XII, la iglesia de Santa Caterina, posterior al monasterio, y de una masía anexa, del siglo XVI. También se encontraron restos romanos (siglos I-II). En concreto, fragmentos de cerámica y un horno de obra que, en este caso, se tapó.