cine
'Burning': intriga con piel de camaleón
La nueva película de Lee Chang-dong, 'Burning', teje una misteriosa red de obsesiones, celos y venganza en la que no hay más remedio que quedar atrapado. Está basada en un relato corto de Murakami
"Para mí, el mundo es un misterio", confiesa el protagonista de la nueva y monumental película del coreano Lee Chang-dong. Y, de hecho, los enigmas vehiculan la historia que cuenta, sobre un joven perdido, y la mujer de la que se enamora, y del extraño que se interpone y cuyas motivaciones son tan insondables como siniestras. Basada en un relato corto de Haruki Murakami –cortísimo, de hecho: 10 escuetas páginas–, 'Burning' va ganando intensidad meticulosamente a lo largo de dos horas y media de metraje perfectamente orquestadas durante las que explora conflictos de clase enquistados en la Seúl contemporánea, rabias reprimidas, excesos de soledad, anhelos sexuales y miserias morales.
La película acompaña a Jongsu, joven granjero y aspirante a escritor que al principio del relato reconecta con una conocida de la infancia, Haemi. Su romance naciente queda en suspenso en cuanto ella viaja a África de vacaciones y le encomienda la tarea de alimentar al gato, del que en realidad no parece haber rastro; y cuando regresa lo hace acompañada de Ben, un tipo educadamente arrogante con un Porsche y un apartamento de lujo y un pelazo que incluso cuando se comporta de forma amigable y generosa despide aires de superioridad e incluso de algo más, indefinidamente inquietante.
Los tres disfrutan juntos de una velada casi perfecta al atardecer; y, entonces, ella desaparece. Quizá se haya marchado, o quizá alguien le ha hecho algo. Tal vez Ben sea un psicópata, o un mentiroso, o ambas cosas. Y, entonces, lo que parecía el retrato de un triángulo amoroso va convirtiéndose, con paciencia y precisión asombrosas, en algo parecido a una intriga criminal, pero sobre todo en un sombrío estudio sobre la obsesión y la búsqueda de una verdad elusiva.
DOLOR HEREDADO
A lo largo de ese proceso e incluso después, Lee nos ofrece una escena tras otra en las que las jerarquías de clase, el dolor genéticamente heredado y la desesperación muda transpiran a través de conversaciones solo en apariencia simples. Todas las miradas y diálogos están llenos de ambivalencia, incertidumbre y lecturas posibles. Cuanto más se nos enseña, menos seguros estamos de lo que estamos viendo.
Y, aun así, cuando el relato finalmente se resuelve comprendemos que no podría haberlo hecho de ningún otro modo, aunque eso no impide que nos sintamos completamente devastados. Lee dejó pasar ocho años entre esta película y la que hizo inmediatamente antes, la conmovedora Poesía (2010) y, aunque sería una pena que tarde el mismo tiempo en estrenar la próxima, lo más seguro es que para entonces el recuerdo de 'Burning' aún siga abrasándonos.
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