TEATRO
Trapos sucios para lavar en familia
Tres hermanas y un secreto que las marca. Tres jóvenes actrices y una dramaturga con querencia por ejercicios sobre la memoria. Es 'Estiu', a punto de dejar el Maldà, donde se ha ganado el aplauso
José Carlos Sorribes
Periodista
José Carlos Sorribes
Laura busca respuestas, Antònia se hace preguntas y Maria tiene miedo. Perfecta síntesis: hay algo (serio) por resolver, aunque no parezcan muy conscientes.
Les toca desbrozar uno de esos secretos familiares que precisan ser exorcizados. Es la trama de la obra de teatro 'Estiu', una creación de Helena Tornero que presenta el Maldà para tres actrices, las de la compañía La Fil·loxera, que fueron sus alumnas en el Col·legi del Teatre.
EJERCICIO SOBRE LA MEMORIA
La dramaturga y directora de Figueres vuelve a plasmar con excelente escritura un ejercicio sobre memoria e identidad, como en 'No parlis amb estranys', que estrenó en el TNC en el 2013. Entonces, en una notable obra, el reto era más alto al abordar la guerra civil y el franquismo.
ENTORNO FAMILIAR
Ahora acude a ese campo tan fecundo para la ficción como es el entorno familiar, marco para historias de ambición grande o de menor (que no inferior) vuelo. Es en ese segundo apartado donde se mueve 'Estiu'.
Tres hermanas se reencuentran, tras largo tiempo sin verse y ante la llamada de una de ellas, en un escenario de su infancia y adolescencia: el terrado de la casa familiar en Portbou. Son Laura (Marina Collado), la pequeña que convoca a Antònia (Iona Balcells), la mayor, y Maria (Lorena Hernández), la mediana (mal lugar ese).
Tornero presenta un cuadro geográfico que conoce muy bien. Pasó su infancia en Portbou, su padre era ferroviario y vivió en la estación. Desde su terrado, ella también veía el mar y bajaba a la playa, como las tres hermanas.
Dibujado el paisaje, a partir de certeros trazos, la pieza profundiza en definir sus personajes, más que en las situaciones, con tres intérpretes que dan siempre en la diana. La soñadora Laura quiere escribir un libro, dice como argucia para la cita, y reivindicarse ante sus hermanas, sobre todo con la mayor. Siempre la tuvo un poco al margen. Es Antònia, algo histérica e incapaz de dar rienda a los sentimientos. Por último, la insegura Maria se escuda en medias verdades, o mentiras sin más, para no afrontar la realidad.
Las tres se separaron por ese secreto familiar que no conviene desvelar por aquello del 'spoiler'. La pequeña se fue a Menorca con la padrina, la mayor a Lleida con la tieta y la mediana a Barcelona con la madre.
JUEGO TEATRAL
Se comprueba pronto, sin que el espectador tenga conocimiento de esa dispersión, al ver el acento de las tres actrices. Sorprende, pero acaba funcionando. Como también lo hace el juego teatral, en un espacio desnudo, de que cada una sea también narradora de diferentes acotaciones. El experimento que ayuda a contextualizar el viaje hacia ese lejano verano que quieren redescubrir las tres hermanas.
Son las de Helena Tornero, no las famosas de Chéjov, pero también hay algo de estas en el sentido de que bajo la apariencia de que no pasa nada hay tela que cortar. Porque el secreto desvelado es de los que dejan huella.-
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