TEATRO
Federico García, Lorca 'forever'
Pep Tosar dibuja en el Romea una mirada panorámica a la figura del poeta granadino de obligada visita
José Carlos Sorribes
Periodista
JOSÉ CARLOS SORRIBES
Volver a Federico García Lorca. Un regreso siempre necesario. Al poeta, al dramaturgo, pero sobre todo al hombre de recorrido vital único. Un homenaje en toda regla a un intelectual español a reivindicar por los siglos de los siglos y un admirable retrato biográfico, sonoro y visual. Por esas vías se mueve 'Federico García', el espectáculo de Pep Tosar que por suerte ha recuperado el Teatre Romea después de su breve estreno en la Sala Hiroshima durante el festival Grec del 2015.
Al margen de su valor testimonial y documental, de obligada visita por ejemplo para los estudiantes de bachillerato, se hace difícil entender cómo ha tardado casi dos años en hacer temporada en Barcelona. Porque Tosar es un maestro en tejer esos colajes vitales de patrón narrativo poliédrico.
Antes de acercarse a Lorca, ya lo hizo con autores como el poeta valenciano Vicent Andrés Estellés o dos paisanos suyos, también poetas, los mallorquines Blai Bonet y Damià Huguet. Tiene la 'mà trencada' en la tarea de aunar un teatro de gran aura poética y el documento. Siempre en el justo tono, siempre con un cuidado extremo, siempre con un rigor inapelable.
Una pista de grava es principio y final de las imágenes que se proyectan en el tul que domina la escena del Romea. No se dice de forma expresa, pero podría remitir al acceso al barranco granadino de Víznar donde fue fusilado el protagonista la madrugada del 19 de agosto de 1936.
Entre esos dos planos, se suceden nueve episodios en un exhaustivo recorrido panorámico que va desde la infancia en Fuente Vaqueros, con la Vega de Granada, hasta la guerra civil, pasando por la adolescencia en Granada, el traslado a Madrid, la Residencia de Estudiantes, la estancia en Barcelona o en Nueva York y Cuba.
FLAMENCO DEL BUENO
Imágenes que se suceden con las aportaciones grabadas de estudiosos y otra más personal, la de la sobrina del poeta, Vicenta Fernández-Montesinos. Entrañable y apasionada, llena de humanidad sus recuerdos. Ella y los profesores Allen Josephs, Domingo Ródenas y Mario Hernández, la biógrafa Antonina Rodrigo y Juan de Loxa -fundador de la Casa-Museo Lorca- desglosan el personaje en un viaje en tren hacia Granada, el mismo que él hizo desde Madrid con un destino tan trágico.
Esos testimonios grabados forman un todo con la voz de Tosar, que igual es Lorca, que Buñuel o Dalí, en la lectura de textos en prosa, poemas o cartas. El recorrido no sería completo sin el flameno, tan ligado a Lorca. Mariola Membrives canta de maravilla, sin un alarde y con voz siempre transparente. Igual los palos del jondo que 'L'home dibuixat' de Sisa, junto a Tosar, para la etapa barcelonesa o una sentida pieza de Billie Holiday para la neoyorquina.
El toque de Rycardo Moreno siempre está en su sitio, ajustado, preciso, como la percusión de David Domínguez, en un paisaje sonoro que engalana el baile de José Maldonado. Es poderoso, enérgico y pinturero tanto en el movimiento corporal como en el zapateado. Federico García, en definitiva, es un lujo. A Pepe Rubianes, un lorquista consumado, le habría entusiasmado.
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