¿Por qué ERC cedió a Junts la presidencia del Parlament? Las claves de la decisión y el impacto en la investidura

Esquerra tenía hasta tres ofertas encima de la mesa para hacerse con la presidencia del Parlament, pero la cedió a Junts. La decisión de los republicanos resultó incomprensible para varios diputados que, ajetreados, corrían por los pasillos de la Cámara a escasos minutos de la votación para la elección de la Mesa. Hubo dudas sobre si se trataba de un globo sonda para dinamitar otros o acuerdos o si, finalmente, los republicanos se plegaban a que a Josep Rull se quedara con el control de la segunda autoridad de Catalunya. Hubo señales que indicaron que todo estaba bajo control: los Comuns andaban tranquilos, no se aferraban a tener un puesto, y el PP cargaba contra el PSC por no darles el sitio que creen que merecían al cosechar 15 diputados el pasado 12 de mayo. Los socialistas pensaban más en la investidura de Salvador Illa que en el resultado de la votación.

¿Cómo se explica que ERC deje en manos de Junts esta cuota de poder? Hay varios motivos. El más profundo, su propia crisis interna. Oriol Junqueras dimitió a primera hora del lunes como presidente del partido y entregó así todo el aparato del partido a Marta Rovira. La secretaria general es quien pilota las negociaciones tras las elecciones catalanas, mientras dibuja un candidato capaz de plantar cara a Junqueras en el congreso del próximo 30 de noviembre. Rovira se ha reunido esta última semana con dirigentes del PSC, de los Comuns y de Junts; con la premisa de que la presidencia de la Cámara catalana no era tan importante como tener las manos libres para decidir sobre la investidura y mantenerse en el centro del tablero. Necesitan ganar tiempo y pocas presiones, mientras asumen el resultado de las urnas. Creen que con 20 diputados, pese a haber sido cortejados por otros partidos, es mejor ser vistos como un actor "responsable y generoso" que otorga la plaza al segundo en el podio, Junts, con 35 parlamentarios.

El PSC teme que Junts trate de alargar la investidura de Illa para priorizar a Puigdemont

La fuerza negociadora ante el PSC

Si ERC se inclinaba por pactar con el PSC y los Comuns, se visualizaba ya un tripartito de izquierdas que les restaba fuerza negociadora en las conversaciones que se inician a partir de hoy para la elección del próximo president de la Generalitat. Fuentes de la formación recalcan que su prioridad es lograr un acuerdo de financiación singular para Catalunya, y que los socialistas cedan con el concurso del PSOE, teniendo en cuenta que Illa requiere de sus votos a favor para ser elegido y que un pacto de este calibre necesita el beneplácito de Pedro Sánchez.

Si, en cambio, los republicanos ponían la primera piedra para recuperar la unidad independentista, se podían exhibir como un actor predispuesto a rehacer puentes, y no sujeto a los posibles acuerdos con los socialistas que, en parte, creen que explican su debacle electoral.

Pero hay otro motivo que se impuso, que es que Junts se empeñaba en quedarse con la presidencia y que la CUP aceptaba el nombre de Rull para ejemplificar que un dirigente que fue preso regresa ahora a la primera línea. Todo ello, sin que generara resquemor a los Comuns, más pendientes de los pasos de su líder nacional, Yolanda Díaz, que anunciaba una hora antes del pleno su dimisión como coordinadora de Sumar.

La elección entre Illa y Puigdemont

Pero una enésima explicación que no es otra que salir indemnes. La presidencia de la Mesa es quien decide cuál es el primer candidato a intentar ser investido y varias fuentes apuntaban que la idea de Junts era dar aire a Carles Puigdemont. El expresident puede quedar atrapado en sus propias promesas: su regreso para la investidura y la voluntad de oficiar un debate sobre su postulación en el Parlament.

Voces posconvergentes señalan que la jugada puede pasar por forzar que Illa sea el primer candidato, y no Puigdemont, algo que pondría en aprietos a los republicanos, tratando de presionarles para que no pacten con los socialistas, o que se decanten por hacer correr el reloj indicando que no hay dirigente con una mayoría que le aúpe hasta el Palau de la Generalitat y, así, ir acortando los plazos hacia una repetición electoral que creen que les haría ganar más apoyos por la confrontación directa con Illa.

ERC, ante una investidura de Puigdemont, lo tiene fácil, porque ya no depende de ellos el turno de su candidato al debate, ni tampoco su fiasco, porque que el expresident sea 'restituido' solo está condicionado a una abstención socialista que Illa descarta en catalán, en castellano, en inglés y en francés.

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