Apuntes políticos de la semana

PNV, EH Bildu y PSE: ¿está todo tan decidido en las elecciones del País Vasco?

Así están las encuestas de las elecciones en el País Vasco 2024

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Jose Rico

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La agresión con espray pimienta al candidato del PNV y los complejos de EH Bildu a la hora de llamar por su nombre al terrorismo de ETA han agitado los últimos compases de una campaña electoral vasca que podría considerarse ejemplar. Al menos se agradece el buen tono general en estos crispados tiempos que corren en la política española. Ni siquiera se han perdido las formas a medida que los candidatos iban fijando sus líneas rojas para después de las elecciones. Si lo prometido es deuda y si las encuestas han acertado, todo lo que pasará a partir del lunes parece bastante decidido: Imanol Pradales y Pello Otxandiano se disputan la victoria, pero aunque gane el segundo, el primero será lendakari con los votos del PSE porque ni peneuvistas ni socialistas quieren pactar con la izquierda abertzale.

¿El guion está ya escrito o hay margen para sorpresas? El promedio de los sondeos dio un vuelco en la primera semana de la campaña y EH Bildu se colocó un escaño por delante del PNV, aunque este último mantenía una ínfima ventaja en votos, com ambos alrededor del 34%. El PSE, al alza, era clave para la gobernabilidad porque permitía alcanzar los 38 diputados de la mayoría absoluta con ambas formaciones. Luego llegó la obsoleta prohibición demoscópica y nos quedamos sin saber hacia qué lado podría deshacerse el empate técnico. Eso significa, de entrada, que las últimas encuestas no midieron aún los posibles efectos del ataque a Pradales y del silencio de Otxandiano con ETA.

PNV

El empuje de EH Bildu llevó a dirección del PNV a sacrificar al lendakari, Iñigo Urkullu, para dar una imagen de renovación y juventud que atrayese al electorado moderado y centrista que le abandonó en las municipales y las generales del año pasado (en las últimas sacó apenas 1.114 papeletas más que la izquierda abertzale). No ser la fuerza más votada por primera vez en 44 años sería un golpe psicológico, pero el auténtico fracaso sería la imposibilidad de mantener la Lehendakaritza con la ayuda de los socialistas.

Según la media de encuestas, la suma entre ambos se sitúa justo en el umbral de los 38 escaños, por lo que no está ni mucho menos garantizada. Pero el proceso de investidura en el Parlamento Vasco, al que se pueden presentar varios candidatos a la vez, favorece a Pradales. Podría ser elegido por mayoría simple siempre que la suma PNV-PSE supere a la suma EH Bildu-Sumar-Podemos. Con Bizkaia como plaza fuerte del PNV y Gipuzkoa como fortín de EH Bildu, la batalla decisiva puede estar en Álava, cuyo voto pesa 3,6 veces más que el de un vizcaíno y 1,6 veces más que el de un guipuzcoano pese a que las tres provincias reparten los mismos diputados (25).

EH Bildu

Sea o no la primera fuerza, la izquierda abertzale se ha doctorado como opción real de gobierno en Euskadi fruto de un largo viraje hacia la 'realpolitik' tras haberse sacudido el lastre de haber sido el brazo político de ETA. Pero esa misma herencia explica los vetos de PNV y PSE que pueden impedirle a Otxandiano ser lendakari en caso de ganar las elecciones. Las encuestas apuntan a una alta abstención, alrededor del 40% (desde 2005 siempre ha estado por encima del 32%), y un elevado número de indecisos (20%), lo que podría beneficiar a EH Bildu por tener un electorado más activado y leal (la fidelidad de voto llegaba al 90%) que el PNV, cuyos votantes tienden más a la abstención o a cambiar de papeleta.

Pero tres de cada 10 vascos deciden su voto la última semana de campaña, y en ella se ha producido el patinazo de Otxandiano con ETA. Si acudimos a los precedentes, la coalición obtuvo en las municipales de 2023 su mejor resultado histórico pese a haber tenido que sacar de sus listas a exetarras condenados por delitos de sangre. Además, la mayoría de electores aprueban la gestión del PNV, cuyo candidato atesora mejor valoración que el de EH Bildu. A favor de Otxandiano juega también la pugna entre Podemos y Sumar, que puede llevar a parte de su electorado a refugiarse en los abertzales.

PSE

Tras el descalabro en Galicia, los socialistas esperan tener en Euskadi (como en tres semanas en Catalunya) una noche electoral balsámica que les dé oxígeno para afrontar el gran examen nacional del año, las europeas de junio. La dirección del PSOE y el candidato Eneko Andueza no quisieron enredarse y dejaron claro desde el primer momento que no ayudarán a EH Bildu aunque gane. Resolvieron pronto el dilema de elegir a qué socio de Pedro Sánchez satisfacían y a cuál desairaban, por más flagrante que sea la contradicción de despreciar en Vitoria los votos que acepta en Madrid.

Para disimular, ha agitado el espantajo de un posible pacto entre nacionalistas e independentistas (que el PNV nunca ha alentado) para impulsar un 'procés' vasco que ni siquiera se ha insinuado en los programas electorales ni en los mítines. El único 'susto' que podría llevarse el PSE sería que la suma con los peneuvistas quedase por debajo de la mayoría absoluta, lo que les obligaría a recurrir a la geometría variable durante toda la legislatura.

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